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COLUMNA | Headhunter busca ministros para el próximo gobierno
No podemos seguir colocando amateurs en posiciones de secretarios de Estado y subsecretarios. Llegó la hora de los profesionales, del mérito y de colocar a Chile por delante de los intereses personales.

La semana pasada dediqué mi columna, una de headhunting, a la búsqueda de un presidente para Chile. Esta semana la estoy dedicando a la búsqueda de ministros de Estado para las carteras de Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Seguridad Pública, y adicionalmente para una posición que no existe, pero que debiera existir, y que, de hacerlo, debiera tener rango ministerial, la de asesor de Seguridad Nacional.
Otros podrán buscar ministros para Interior, Hacienda, Economía y los llamados ministerios sectoriales. Son muchas búsquedas. El Estado actual tiene 25 secretarias de Estado y 40 subsecretarios, por lo que la búsqueda del equipo ejecutivo es un esfuerzo no menor, más bien complejo si consideramos los niveles de renta ofrecidos, la poca o nula seguridad laboral por ser posiciones de confianza presidencial, y porque, quizás, se va a querer privilegiar personas con militancia política afín a quien ocupe la Presidencia, o bien mantener los famosos equilibrios entre partidos políticos, aparte de los de cuotas de distinta naturaleza que se han vuelto habituales.
Lo que no puede suceder es que tengamos ministros como los que actual gobierno ha tenido en las carteras que mencioné en el primer párrafo. Excepto honrosas excepciones a nivel de subsecretarios, hemos tenido ministros que o bien no sabían de la materia a la que se tenían que dedicar, o bien carecían de las características personales que debe tener una persona que se desempeña como secretario de Estado, que incluye, entre otras cosas, tener el carácter suficiente para manejar los ímpetus juveniles del Presidente, o las ideas irracionales que a veces surgen del segundo piso.
En el entendido de que la conducción de las relaciones exteriores es una prerrogativa presidencial, el ministro de Relaciones Exteriores (Canciller) será el colaborador directo e inmediato del Presidente de la República responsable de la conducción del ministerio en conformidad con las políticas e instrucciones que aquél le imparta. El Ministerio de Relaciones Exteriores es la secretaría de Estado encargada de colaborar con el Presidente de la República en el diseño, planificación, prospección, conducción, coordinación, ejecución, control e información de la política exterior que éste formule, proponiendo y evaluando las políticas y planes orientadas a fortalecer la presencia internacional del país, y velando por los intereses de Chile, con el propósito de elevar la calidad del desarrollo, seguridad y bienestar nacional.
De lo anterior se desprende que el Canciller no solo debe saber de relaciones exteriores y tener experiencia en la materia, pero más importante aún, debe tener la capacidad de conducir la Cancillería, y de colaborar con el Presidente de la República en el diseño de una estrategia de relaciones exteriores que proteja el interés nacional, y que nos ayude a ser más desarrollados, seguros y con un mejor bien pasar nacional. Si además es capaz de ajustarla a las necesidades del siglo XXI, mejor aún, ya que la modernización que buscó la ley 21.080 del 07 de marzo de 2018 fue insuficiente o mal ejecutada.
Muchas veces se confunde el tener experiencia diplomática y conocimientos de materias relacionadas, los que por cierto son muy valiosos y necesarios para ser un buen diplomático y llegar a ser un embajador, con lo que se exige y es deseable para desempeñarse como un ministro de Relaciones Exteriores. No por ser un diplomático se va a ser un buen canciller, pero un buen canciller además de ser capaz de conducir la Cancillería tiene que manejar el arte de la diplomacia.
Cuando pienso en buenos ejemplos de los tiempos recientes se me ocurren Teodoro Ribera (independiente de lo breve pero efectiva estadía), Roberto Ampuero, Soledad Alvear, José Miguel Insulza, Hernán Felipe Errázuriz, y Hernán Cubillos. Todo ellos demostraron ser capaces de manejar correctamente la Cancillería, de establecer una estrategia de relaciones exteriores, y lo más importante, de proteger el interés nacional chileno.
En el caso del ministro de Defensa Nacional, sucede algo similar a lo que sucede en relaciones exteriores, es una materia en que manda el Presidente de la República, al punto de que, en caso de guerra, asume el mando de las Fuerzas Armadas. En particular, al ministro le corresponderá: a) Proponer, para el conocimiento y la aprobación del Presidente de la República, la política de defensa nacional, la política militar y las restantes políticas públicas del sector defensa, así como la documentación de la planificación primaria de la defensa nacional, b) Aprobar, en conformidad con las instrucciones que el Presidente de la República imparta al efecto, la planificación secundaria de la Defensa Nacional, c) Colaborar con el Presidente de la República en la conducción de la defensa nacional en situación de guerra externa o crisis internacional que afecte la seguridad exterior de la República, d) Colaborar con el Presidente de la República en el ejercicio de la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas y en el de las restantes atribuciones especiales en materias de defensa y seguridad exterior que establece el artículo 32 de la Constitución Política de la República, e) Proponer para la resolución del Presidente de la República los objetivos estratégicos propios de la función de las Fuerzas Armadas y sus prioridades, f) Determinar, en conformidad con la legislación vigente, las necesidades de personal, financieras y de bienes y servicios para el funcionamiento del ministerio bajo su responsabilidad, g) Proponer para la aprobación del Presidente de la República los proyectos de adquisición e inversión de material de guerra, cuando corresponda, h) Asumir, cuando el Presidente de la República lo disponga, la coordinación de la labor de los distintos ministerios en materias necesarias para la Defensa Nacional, e i) Aprobar la doctrina y reglamentación conjuntas, propuestas por el Estado Mayor Conjunto.
Queda claro al leer el párrafo anterior que este ministro tiene o debería saber de temas de defensa o propios de las fuerzas armadas, lo que hace difícil el entender por qué les da por poner gente que no entiende de las materias, sean ex senadores o diputados que hayan Estado en la comisión de defensa respectiva, o provenientes de profesiones no afines, situación que se repite a veces con los subsecretarios de la cartera, todo lo cual facilita la independencia de las Fuerzas Armadas respecto del poder ejecutivo, ya que para poder agregar valor, mandar o liderar y ser más que una figura decorativa y ceremonial, se debe saber o tener experiencia y conocimientos de lo militar. ¿Se imaginan Hacienda o Economía a cargo de alguien que no entienda de finanzas o economía? ¿Se imaginan Justicia a cargo de alguien que no haya estudiado leyes?
Algunos buenos ministros de defensa que se pueden usar de ejemplo son Baldo Prockurica, José Antonio Gómez, Jaime Ravinet, y Mario Fernández. Todos ellos no eran profesionales del área, y dependían fuertemente de sus asesores para lo propio de esta cartera, pero igual se ganaron el respeto de las instituciones de la Defensa Nacional y eran aceptados como interlocutores validos por las Fuerzas Armadas, evitándose la necesidad de pasarlos a llevar e ir directamente a Presidencia.
El Ministerio de Seguridad Pública es uno nuevo y como tal no existen ejemplos de ministros que se puedan usar de ejemplo más allá del ministro Cordero, el abogado del gobierno del gobierno del Presidente Gabriel Boric al que le toca manejar todos los temas espinudos y arreglar los desaguisados causados por otros.
Este ministerio se vendió a los chilenos como la solución a los problemas de seguridad pública, pero la verdad es que es solo una nueva repartición estatal que asume lo que antes tomaba el tiempo del subsecretario del Interior, con los mismos recursos, y aparentemente lleno de profesionales que no saben o no son competentes en lo que a seguridad pública se refiere. Tiene a su cargo las policías, y tendrá a cargo el sistema, políticas y estrategia de seguridad pública una vez que existan o las hayan confeccionado.
Desde la perspectiva legal, el Ministerio de Seguridad Pública es la secretaría de Estado encargada de colaborar con la Presidencia de la República en materias de resguardo, mantención y promoción de la seguridad pública, del orden público y prevención del delito. Le corresponde a este ministerio, planificar, diseñar, formular, coordinar, sancionar, supervisar y evaluar las políticas, planes y programas de su área y las relacionadas con atención y asistencia a víctimas del delito. Adicionalmente, deberá formular estrategias de prevención y combate del delito, las que deberán considerar, entre otros, el combate al crimen organizado y del terrorismo.
Uno pensaría que para dirigir el Ministerio de Seguridad Pública uno tendría de ministro a una persona que no solo conozca las leyes, pero que principalmente venga con experiencia ejecutiva de mando o liderazgo de las policías, conocimientos y experiencia en el combate al crimen organizado y la delincuencia, mantenimiento del orden público, inteligencia policial, y todo lo que se refiere a prevención de delitos. Se entiende que por de pronto el ministro Cordero era el único disponible en el gobierno, pero conforme se avance o cambie de gobierno deberíamos buscar alguien más apropiado.
La buena noticia es que se sabe de muchos que quieren ser ministros de Relaciones Exteriores, de Defensa Nacional, y de Seguridad Pública. No me queda claro que todos tengan la experiencia y conocimientos necesarios, pero por ganas no se quedan. Dicho eso, lamentablemente no podemos seguir colocando amateurs en posiciones de secretarios de Estado y subsecretarios. Llegó la hora de los profesionales, del mérito y de colocar a Chile por delante de los intereses personales.
Para cerrar, un asesor de seguridad nacional debe ser capaz de manejar y unir todo lo anterior, siendo recomendable que además se maneje con los temas presupuestarios, algo clave en un país estresado financieramente, y en donde la seguridad nacional debe ser financiada, ya sea con nuevos recursos o reasignados En el Chile actual, producto de la inseguridad nacional e internacional que vivimos, pasa a ser el principal asesor del Presidente de la República. Nombres para esta posición y las anteriores se me ocurren varios, pero como buen headhunter, cobro por ese servicio.
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