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COLUMNA | Las Fuerzas Armadas y la seguridad interior

La situación en la Macrozona Sur es un problema de seguridad nacional como también lo es lo desprotegida que está nuestra frontera norte y noreste frente al ingreso de indocumentados y criminales, pero otra cosa es que la única solución sea el uso de las Fuerzas Armadas en modo espantapájaros, que es la solución que normalmente prefieren los políticos.

4 de Septiembre de 2025 El Líbero Richard kouyoumdjian
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COLUMNA | Las Fuerzas Armadas y la seguridad interior

Recientemente el Ministerio de Defensa Nacional dispuso un incremento en las operaciones de control territorial relacionados con la seguridad de puntos críticos, patrullajes masivos e integración con medios aéreos y policiales de la Macrozona Sur, más precisamente en la región de La Araucanía que conforman las provincias de Malleco y Cautín, las que están en estado de excepción constitucional de emergencia junto con las provincias de Arauco y Biobío desde mayo del 2022, en lo que es el periodo de excepciones más largo del que se tenga recuerdo, incluyendo posiblemente los habidos durante el gobierno militar, indicado todo que es muy posible que lleguemos así, bajo un gobierno de izquierda en esta condición al 11 de marzo de 2026.

El incremento de operaciones es producto del asesinato de un trabajador de seguridad de CMPC en Victoria pasadas las 22:00 horas del sábado 23 de agosto, incidente en el cual, además, fue herido un compañero de labores de la persona asesinada. Los antecedentes disponibles indican que el móvil no habría robo, sino habría sido una acción terrorista de uno de los varios movimientos insurgentes mapuche que buscan reivindicaciones territoriales y ser los soberanos de la zona.

Como se ha indicado anteriormente, en la Macrozona Sur y en ocasiones también en su versión más extendida, que incluye las regiones de Los Ríos y de Los Lagos, tenemos actividad de grupos insurgentes mapuches que buscan desplazar al Estado de Chile, reemplazándolo como el delegado del pueblo soberano de esos territorios. Los inexpertos en estas materias erróneamente hablan de violencia rural, delincuencia y más recientemente, de terrorismo, desconociendo que lo que la violencia viene dada o permitida por los grupos insurgentes antes mencionados, los que con el fin de sobrevivir económicamente, permiten la existencia de organizaciones criminales dedicadas a actividades ilícitas debiendo dejar parte de sus utilidades en las arcas de los insurgentes, de la misma forma en que las FARC recaudaban de lo que generaban los narcotraficantes.

Tradicionalmente los que se llevan la peor parte son agricultores no mapuches y las forestales que operan en la región de La Araucanía. Los movimientos insurgentes los quieren expulsar de la zona y quedarse con sus tierras, algo que lamentablemente no fue bien tratado por la Comisión de Paz y Entendimiento, que se focalizó más en razones históricas mapuches y poco en la búsqueda de la disminución de la violencia insurgente.

Ahora, si no queremos reconocer que estamos frente a insurgentes sino más bien creemos que estamos frente a criminales que en ocasiones realizan acciones terroristas, la pregunta es ¿por qué es que usamos a las Fuerzas Armadas como parte de los recursos del Estado empleados en tratar de resolver los problemas que declaramos tienen naturaleza delictual o terrorista, y no necesariamente de orden militar?

La respuesta es simple, porque no tenemos otros recursos disponibles y que, para hacerlo, usamos el resquicio del estado de emergencia que permite su uso en labores de seguridad interior. Lo hacemos con el beneplácito de todo el sistema político, de izquierda y de derecha, que acepta y permite que vayamos para cuatro años seguidos en esa condición, aprobando cada 15 días las renovaciones que solicita el Ejecutivo. Lo hacemos porque no tenemos suficientes carabineros, y porque las Fuerzas Armadas en un Chile asustado transmiten confianza y tranquilidad tanto a diestra como a siniestra.

Algunos problemas que vienen con usar a las Fuerzas Armadas por periodos extendidos en labores de seguridad pública son:

-Su diseño de fuerza y capacidades no está orientado a la seguridad interior en la Macrozona Sur o en la frontera norte y noreste. Las Fuerzas Armadas están diseñadas y equipadas para defender el territorio y la soberanía de amenazas militares, no para ser parte de la fuerza pública, la que está conformada por las dos policías que tenemos, razones por las cuales después de cada rotación las debemos reentrenar para lo militar, y antes de cada despliegue, las debemos preparar para esto que no es habitual.

-Las Fuerzas Armadas del Chile del 2025 son altas en tecnología y bajas en mano de obra, que es algo que requieren las operaciones en las regiones de La Araucanía, del Biobío y las fronteras con Perú y Bolivia. Hacer seguridad interior con los militares los requiere entrenados para ello, y que producto de su complejidad legal, no es algo para lo cual se puedan usar conscriptos o la cuantiosa reserva de la que disponemos. Los militares no entran a las Fuerzas Armadas para realizar seguridad interior. Si tuvieran vocación de eso, habrían entrado a uno de los prestigiosos cuerpos de policías que tenemos.

-Las tasas de retiros de personal de planta relacionados a estos despliegues han ido en aumento. Estamos perdiendo personas calificadas y entrenadas por el Estado para la guerra por usarlas frecuentemente en labores atípicas, que afectan su vida familiar y personal, retirándose incluso antes de tener derecho a pensión por 20 años de servicio. Prefieren emplearse en seguridad privada al desgaste que viene con estar muy frecuentemente en la Macrozona Sur o fronteras de más al norte.

-No son fuerzas policiales y por ende carecen de las atribuciones legales que tienen ellas lo que disminuye su efectividad. Su preparación, capacitación, entrenamiento y doctrina están orientadas a la guerra, no al combate de organizaciones criminales o delictuales.

Si en un acto de sinceridad y coraje político asumimos que estamos efectivamente frente a insurgentes, que por ende la única solución es necesariamente del tipo militar, que entendiendo lo que ello implica, decidimos actuar, que aceptamos que habrá bajas, ya habremos dado un gran paso en la solución del problema.

Estamos hablando de realizar una intervención quirúrgica armada muy rápida, una que busca evitar en la Macrozona Sur entre en un estado de agitación social mayor producto de la acción armada. Perfectamente podemos en un corto plazo, usando la Brigada de Operaciones Especiales y la Infantería de Marina, desarticular y encarcelar a la mayor parte de los grupos insurgentes activos. Sólo necesitaríamos actualizar la información y preparar la operación contrainsurgencia. Con ello se iría el problema y se acabarían los inútiles estados de emergencia que no son más que un panadol o una aspirina para bajar la fiebre por la vía de usar las Fuerzas Armadas como espantapájaros, algo que los insurgentes saben y razón por la cual siguen operando.

Está claro que la situación en la Macrozona Sur es un problema de seguridad nacional como también lo es lo desprotegida que está nuestra frontera norte y noreste frente al ingreso de indocumentados y criminales, pero otra cosa es que la única solución sea el uso de las Fuerzas Armadas en modo espantapájaros, que es la solución que normalmente prefieren los políticos, ya que les permite lavarse las manos, y evitar resolver el problema de los insurgentes que matan policías y civiles, muertes que buscan generar pánico y desesperación en los civiles.

Poco espero salga del incremento de las operaciones por parte del Ejército en la región de La Araucanía. No estamos cambiando el concepto de las operaciones, sólo aumentado la dosis del panadol o de la aspirina. No estamos con este anuncio del Ministerio de Defensa Nacional buscando resolver los problemas de fondo, sino más bien en mi opinión, buscan aparecer como más duros y orientados a la acción en una época en que el gobierno y su candidata de continuidad necesitan aparecer como que están haciendo algo, algo que suena y viste bien, pero que no es más que aumentar la cantidad de espantapájaros desplegados por las rutas principales de la Macrozona Sur, dejando la solución del problema al gobierno que suceda, algo que ha sido la tónica del Chile reciente, la de dejarle la “chiflota” al que sigue.

Si es que se quiere dar un uso distinto a las Fuerzas Armadas e incorporarlas a la fuerza pública, tengamos el debate, y de ser tomada esa decisión, lo incorporamos en la Constitución y en las áreas de misión, asumimos los costos, revisamos el equipamiento y las dotaciones que necesitaríamos, y en la pasada terminamos con el cinismo que implica tenerlas dedicadas a labores excepcionales, que de excepcionales ya no tienen nada.

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