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COLUMNA | Los desafíos estratégicos de Israel

Después de dos años nada mucho cambia cuando se mira la seguridad nacional de Israel. Su seguridad sigue estando fuertemente asociada a su íntima relación con Estados Unidos, algo que ha sido la constante desde hace unos 60 años.

5 de Noviembre de 2025 El Líbero Richard Kouyoumdjian
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COLUMNA | Los desafíos estratégicos de Israel

Independiente del cese del fuego en Gaza y las victorias militares obtenidas contra Irán, Hezbollah y Hamás, Israel tiene y seguirá teniendo tremendos desafíos de seguridad básicamente dados por su ubicación geográfica y su falta de profundidad estratégica, como también temas internos que resolver generados tanto por su esfuerzo bélico de un poco más de dos años, como por las tensiones políticas existentes en forma previa al 7 de octubre del 2023. Adicionalmente, la opinión pública internacional no le es favorable, algo que es importante y, pero no crítico conforme ello no se traduzca en limitaciones para su economía, o de abastecimiento militar.

Para ser precisos y exactos, ¿cuál es la situación de Israel en este minuto? Claramente está mejor que antes del sorpresivo ataque de hace más de dos años, entre otras cosas porque Irán no es actualmente una amenaza con capacidades nucleares, lo que no quiere decir que no lo pueda volver a ser, pero por de pronto dejó de ser la amenaza del tipo existencial que tenía a todos los israelíes aterrados.

El frente suroeste, a pesar de todo lo ocurrido en Gaza, no se alteró significativamente. Los acuerdos de paz firmados con Egipto en Camp David hace 37 años han sobrevivido el paso de los años. Lo mismo aplica a Jordania, que dejó de ser una amenaza hace 52 años después de la Guerra de Yom Kippur.

La Cisjordania que está al este de Israel, vive un equilibrio inestable producto de la cohabitación entre la mayoría palestina y los colonos que habitan los asentamientos israelíes. Es objeto de deseo de los duros de Israel que la quieren formalmente incorporar como territorio soberano por ser las antiguas Judea y Samaria y, por otra parte, el lugar en donde residen los palestinos que están bajo la autoridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Es la base de lo que sería un eventual estado palestino, algo que tiene un alto apoyo mundial, excepto de Norteamérica, por lo que es poco probable que vea la luz, pero no por eso deja de ser un factor de inestabilidad y fuente de potenciales conflictos futuros.

Puede que las milicias anti-Israel y Hezbollah hayan quedado disminuidas y hayan dejado de ser un peligro en lo inmediato después de lo ocurrido en Siria y la pérdida del apoyo iraní sumado a que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) les dieron duro dejando sus capacidades muy disminuidas, pero ello no quita que a futuro no representen una amenaza desde el norte y noreste. El Líbano y Siria son para todos los efectos estados fallidos en que impera la ley del más fuerte, algo que ocurre a pesar de haber presencia de misiones de las Naciones Unidas en el sur del Líbano y en los Altos del Golán, las que ayudan, pero que en la práctica no han sido capaces de reducir el riesgo en forma significativa.

Evidentemente el principal tema sigue siendo Gaza en donde hoy impera un cese al fuego, pero que no es más que eso. Para poder avanzar con el plan de paz es necesario desarmar a Hamás, algo a lo que el Movimiento de Resistencia Islámica se niega a pesar de las amenazas de Estados Unidos de eliminarlos si es que no cumplen con esa exigencia. El tema es que Hamás sin armas no es nada y si no se avanza con la reconstrucción de Gaza es cosa de días y horas para que Hamás vuelva a la acción. Ellos reclutan sus fuerzas con los jóvenes palestinos que odian a Israel y nada hace pensar que ese sentimiento vaya a cambiar a no ser que comience una inmediata y pronta reconstrucción que haga cambiar los ánimos y reduzca el atractivo a emplearse con Hamás, una organización cuyo único fin y propósito es eliminar a Israel.

Después de dos años, y entendiendo lo indicado anteriormente, nada mucho cambia cuando se mira la seguridad nacional de Israel. Su seguridad sigue estando fuertemente asociada a su íntima relación con Estados Unidos, algo que ha sido la constante desde hace unos 60 años. Su entorno, que por ahora está más benigno, puede volverse nuevamente tóxico en un abrir y cerrar de ojos producto de la inestabilidad y riesgos que tiene por el norte, noreste, este y oeste. No son factores que coloquen en riesgo la sobrevivencia del Estado de Israel, pero que, si les pueden hacer más difícil y poco feliz su existencia, siendo clave lo que ocurra en Gaza y la forma en que se desarrolle el plan de paz. En ese sentido lo que más les conviene es pasar ese territorio a la administración de la ONU o de un consorcio de países con fuerzas disponibles para mantener la paz y permitir la reconstrucción. Si ello no ocurre y Hamás no se desarma, seguiremos en las mismas. Pensar por ahora en una solución de dos estados es utópico mientras por un lado no se resuelvan los riesgos que implica Gaza y la existencia de Hamás, y por otro la intranquilidad que genera en Israel la poca capacidad de gobierno y gestión de la ANP. Obviamente es políticamente correcto salir a decir en países como el Reino Unido, Francia o Alemania que lo que corresponde es reconocer a Palestina como un estado autónomo, pero otra cosa es aplicarse a que ello sea una realidad, realidad que no va a prosperar si es que los israelíes no tienen confianza en que sus vecinos vayan a realizar una repetición del ataque del 7 de octubre de 2023.

Obviamente la guerra ha tenido un gran costo para las familias de Israel. No solo perdieron a los que fueron asesinados en el ataque inicial, pero también por las bajas militares que han sufrido. Todo ello en un país con poca población y en donde la vida tiene un valor más alto que en otros países. Su primer ministro lo sabe, puede que busque aparecer como duro, pero también sabe que no puede seguir estirando el chicle. Si lo hace, la opinión pública dejará de darle su favor y serán otros los que gobiernen y decidan como siguen. Para todos es evidente que el conflicto en Gaza tiene que parar, que no puede haber más muertes de palestinos inocentes, de palestinos que son usados por Hamás para sus propios propósitos y objetivos políticos. No puede haber más víctimas inocentes, como tampoco pueden los israelíes continuar viviendo con vecinos cuyo único fin y propósito en la vida es eliminarlos de la faz de la tierra.

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