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COLUMNA | El factor de la seguridad pública en las elecciones del 16 de noviembre

Se debe entender la seguridad pública como un sistema, en donde el Ministerio de Seguridad Pública juega un rol principal tanto en la ejecución como en la coordinación, pero que el tema no se resuelve sólo vía voluntarismo o colocando cara de malo o duro.

12 de Noviembre de 2025 El Líbero Richard Kouyoumdjian
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COLUMNA | El factor de la seguridad pública en las elecciones del 16 de noviembre

Esta es mi columna número 100 con El Líbero. Qué suerte la mía que toque ad portas de una elección presidencial, de senadores y diputados, una elección en donde todos tenemos cifradas grandes esperanzas, una en que podría darse que la derecha a través de sus distintas versiones, pero al final derechas todas, puede incluso terminar con el control del Senado y la Cámara de Diputados. ¡Literalmente el sueño del pibe!

Las reflexiones que lleva esta columna las escribo como una persona que se ha ido especializando en temas de relaciones exteriores, seguridad nacional y pública, y defensa. No lo hago como concejal RN por la comuna de Las Condes, ello a pesar de que la seguridad comunal es una de mis principales preocupaciones.

Estoy seguro de que todos los chilenos, de diestra a siniestra, estamos de acuerdo en que atravesamos por una situación de grave inseguridad pública, y que tenemos relativamente claro cuáles son los problemas, sus orígenes y eventualmente la forma en que se deben trabajar y resolver, algo que quedó claro en el último debate realizado el lunes 10 de diciembre, ya que las aproximaciones de los principales candidatos no eran muy distintas, todos indicaban que es lo que iban a hacer pero ninguno indicó cuál era su estrategia, ninguno presentó objetivos en forma clara, algo básico ya que toda estrategia se basa en fines, medios y formas de uso. Dos tenían claro a quiénes iban a designar como ministros de Seguridad Pública y los otros sólo ideas de cómo debía ser la persona o la experiencia profesional que debían tener.

Las características que debe tener el Presidente de la República como las que deben tener los ministros de Defensa Nacional y de Seguridad Pública quedaron detalladas en las columnas que escribí al respecto en este mismo medio, características que se ajustan a lo que Chile necesita dada su realidad y problemas actuales.

No es la intención de esta columna enfocarse en la candidatura de Jannette Jara, Franco Parisi, Marco Enríquez-Ominami, o del profesor Artés. El foco está en uno de los tres de derecha que pasará a segunda vuelta y será el próximo Presidente de Chile, y por ende el que deba lidiar con los temas que nos afligen.

Los tres candidatos dicen tener estrategias de seguridad pública, pero la verdad es que tienen programas que identifican qué es lo que quieren hacer, pero para ser estrategias tiene que haber una identificación de los objetivos, los medios a usar y su forma de uso. Todos hablan de eliminar o neutralizar al Tren de Aragua, de cerrar la frontera, y de terminar con el terrorismo o insurgencia en la Macrozona Sur. Ninguno habló de la seguridad comunal, de los portonazos, de las encerronas, de los turbazos y cosas de ese tipo que afligen a las personas comunes y corrientes. Ninguno habló de apalancar sobre lo bueno que se está haciendo hoy en algunas unidades regionales del Ministerio Público y sólo una hablo de la seguridad pública como un sistema, y que producto de ello, que necesitaba un ingeniero para operarlo. Nadie indicó cómo van a financiar sus estrategias de seguridad pública, de dónde van a sacar financiamiento o de lo contrario, a quién se lo van a quitar. Los chilenos merecemos racionalidad y que se nos trate como adultos, más en un país en donde la inseguridad pública no es el único problema que nos aqueja.

Lo que se vio en el último debate, especialmente en la sección de seguridad, en la que en teoría más importa a Chile, fue una competencia de quién aparecía como más duro, buscando transmitir seguridad, carácter y firmeza. La competencia no fue por la calidad de los programas, o por quién tiene al mejor ministro. Fue una búsqueda vía imágenes que transmitían seriedad y un hablar golpeado para convencer al electorado de que eran la persona correcta para desde la presidencia liderar los esfuerzos en materia de seguridad.

La verdad es que la presidencia, a diferencia de antaño, en el Chile actual no controla todo lo que pasa en el territorio nacional. Sólo tiene el mando directo de los ministerios de Interior, Defensa y Seguridad Pública, delegados presidenciales y seremías, las policías, las Fuerzas Armadas, la inteligencia, gendarmería, aduanas, el Servicio de Impuestos Internos, y la UAF, pero no lo tiene de los gobernadores, alcaldes, tribunales, el Ministerio Público, o del Senado y Cámara de Diputados, todas instancias igualmente críticas cuando se trata del combate al narco, la delincuencia o al crimen organizado transnacional y el terrorismo que nos azota.

Un presidente y sus ministros deben entender que es tan importante lo que depende de ellos, como lo que hacen otros. Se debe entender la seguridad pública como un sistema, en donde el Ministerio de Seguridad Pública juega un rol principal tanto en la ejecución como en la coordinación, pero que el tema no se resuelve sólo vía voluntarismo o colocando cara de malo o duro. Dicho eso, los electores deben hacer el ejercicio de pensar no sólo quién tiene más carácter, pero también la capacidad de atraer los talentos necesarios y de diseñar e implementar una estrategia exitosa. Claro que suena atractivo colocar generales y almirantes a cargo, pero el problema que tenemos es más que uno de seleccionar el liderazgo adecuado, es de tener un sistema que funcioné y sea efectivo. Los chilenos tenemos derechos a ser bien gobernados y a tener un buen gobierno como bien indica Gonzalo Ibáñez en su columna de El Líbero del 11 de noviembre.

Tanto o más importante que la Presidencia es la composición del Congreso. Hay evidentemente cosas que un presidente puede llegar a hacer el día uno, pero todo lo que es más estructural depende de modificar o generar nuevas leyes, leyes que en el caso de la seguridad pública se refieren a la inteligencia, los estados de excepción, el rol de las Fuerzas Armadas, la justicia militar, la debida protección legal de las fuerzas de orden y seguridad pública, y así muchas otras cosas. Tener 4/7 en ambas cámaras sería soñado. Tener a las fuerzas de derecha no peleando y buscando lo mejor para Chile en el Parlamento sería el paraíso.

No me preocupan las críticas que se hacen a Republicanos y Libertarios por tener menos equipos disponibles para conformar un gobierno cuando se les compara con Chile Vamos. La verdad es que uno esperaría que haya muchos disponibles para esta refundación de Chile, más aún cuando hablamos de seguridad y defensa. Un gobierno necesita 100 entre ministros y subsecretarios o posiciones de rango equivalente, y otros 2.500 para completar la administración central y sus representantes regionales, algo que en materia de seguridad y defensa se puede completar rápidamente con buenos especialistas en esas materias.

Como ha sido mi práctica, e independiente de mi afiliación política, no voy a recomendar a ningún candidato a presidente, senador o diputado, pero sí les voy a pedir que basados en las reflexiones que incluye esta columna número 100, piensen por un minuto quién les da más garantía de seriedad y de éxito en lo que a seguridad pública se refiere. No podemos farrearnos esta única oportunidad que tenemos de refundar y reenderezar a nuestro querido Chile. Llegó la hora de los profesionales y dejó de ser la hora de los amateurs.

Como reflexión final es importante en todo problema ser capaces de identificar la naturaleza de este. Es distinta la solución para uno que es propiamente delictual, de uno que es del tipo terrorista, de otro que es del tipo insurgente, o de los que son del tipo crimen organizado. Unos van a necesitar de Carabineros, otros de la PDI, o de una combinación de ambos, como también los habrá los que necesitan de las Fuerzas Armadas o de operaciones especiales de inteligencia o contrainteligencia. Ya no aplica la única estrategia de presentar querellas, de pasarle el problema al Ministerio Público o de enviar la pelota al córner. Llegó la hora de asumir la responsabilidad por las órdenes que se dan. Ya no aplica hacer responsables a los soldados conscriptos y a los carabineros por las consecuencias de las decisiones que se tomen. En el debate del lunes 10 se vio a mucho candidato prometiendo cárcel o bala. Espero que el que resulte electo esté a la altura de la dignidad de su cargo y asuma la responsabilidad de mando que implica ser el comandante en jefe de Chile.

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