Comentarios y Análisis
Seguridad nacional, ¡ahora!
Chile enfrenta la necesidad práctica y urgente de contar con una arquitectura de seguridad nacional integrada, con mando civil y control democrático, cuyo pilar central es un Consejo de Seguridad Nacional. Este Consejo, común en países de la OTAN/OCDE, es vital para coordinar a las instituciones clave, evaluar riesgos y formular una estrategia de seguridad nacional eficaz, siendo irresponsable seguir posponiendo su implementación.
Cinco años atrás, había voces que postulaban que la mera existencia o uso del término “seguridad nacional” era un error, pues estaba totalmente desfasado, que era “un significante vacío”. Ya sea por un fuerte sesgo ideológico, por una visión poco actualizada o por la confusión respecto de lo que se denominó la “doctrina de la seguridad nacional” en Latinoamérica en plena Guerra Fría, lo cierto es que en 2025 —tras dos procesos constitucionales de por medio y el evidente deterioro de la situación de seguridad pública— pareciera que ninguno de los otrora detractores ha insistido en la idea de suprimir la noción de seguridad nacional. Como demostrara AthenaLab en 2022, la seguridad nacional es una materia de estudio transversal en la mayoría de las principales universidades del mundo[1].
Partamos de una base compartida: el Estado debe garantizarles a los ciudadanos una vida libre de amenazas. Esta función pública encargada de la seguridad del Estado exige una estructura superior y permanente que articule los distintos instrumentos del poder nacional. La clave está en hacer que las ideas e iniciativas que se planteen tengan una ruta institucional y el andamiaje necesario para generarlas, implementarlas y controlar los resultados. En otras palabras, una organización que, de forma integrada y coordinada, se ocupe 24/7 de las amenazas, riesgos y oportunidades que enfrenta Chile.
La estructura que se pretende no se limita a una sola organización —a pesar de que el Consejo de Seguridad Nacional lleva el peso y articula el resto de los componentes—, tampoco se trata de algo muy abstracto o de un conjunto infinito de instituciones, sino que considera un ecosistema institucional, donde la mayor parte hoy ya existe, pero opera de forma fragmentada. En síntesis, la arquitectura de seguridad nacional debe contemplar una variedad de instituciones, leyes, procedimientos para tomar decisiones, valores y controles democráticos, así como sus vínculos. Estas responsabilidades, que funcionan de manera integrada y coordinada, tienen como objetivo implementar estrategias para garantizar un país y ciudadanos más seguros.
De esta forma, la estructura de seguridad nacional incluye a: Poder Ejecutivo, particularmente el presidente de la República, quien toma finalmente las decisiones; un Consejo de Seguridad Nacional y cualquier otro organismo, persona o entidad que, por la materia a tratar, sea necesaria para brindar la asesoría precisa al jefe de Estado; Fuerzas Armadas, Fuerzas de Orden y Seguridad, Servicio Exterior, Sistema de Inteligencia, necesarias para implementar las estrategias y políticas públicas; Congreso Nacional, Contraloría General de la República, tribunales de justicia y prensa, como instituciones centrales del control democrático; y un conjunto de organismos de colaboración, como la academia, centros de estudios, industria de la defensa, mundo privado y la sociedad civil en general. Como se puede apreciar, no se trata de militarizar, sino que, todo lo contrario, asegurar la supremacía civil política de la conducción de la seguridad nacional, incrementar la eficiencia del sistema de seguridad nacional, y fortalecer la capacidad de acción del Estado frente a las prioridades de la sociedad.

Fuente: Elaboración propia.
El corazón de esta arquitectura es un Consejo de Seguridad Nacional. Países como Reino Unido y España lo implementaron tras sufrir catastróficos atentados. Sin embargo, esperar una tragedia es un lujo que Chile no puede permitirse. Según el mismo estudio de AthenaLab, el 80% de los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el 71% de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) cuentan con estas estructuras. La gran mayoría no lo hizo a partir de un trauma, sino por sentido común y buenas prácticas; otorga más y mejor seguridad al Estado y los ciudadanos. Dilatarlo es simplemente absurdo e irresponsable. No pareciera sensato seguir esperando, pues frente a los ojos de las autoridades nacionales, se atacó infraestructura crítica del transporte público quemando decenas de estaciones del Metro de Santiago; se han instalado en el país múltiples organizaciones criminales transnacionales; existen organizaciones que emplean tácticas terroristas para impulsar sus objetivos, sin mencionar que existen áreas del territorio nacional donde no hay soberanía efectiva.
En dicho consejo, cada función estratégica del Estado tiene una representación equilibrada, del más alto nivel (ministros). No obstante, lo que da continuidad al sistema es la secretaría o equipo, donde las mismas funciones matrices están representadas, ahora, por elementos técnicos y analistas que dan continuidad al trabajo, alimentan el análisis y el trabajo del consejo, siendo el asesor de seguridad nacional el encargado de conducir el trabajo diario de este órgano.
Si bien la seguridad ha sido un tema del mayor interés y cobertura antes de los procesos eleccionarios del último tiempo, siendo parte relevante del discurso y propuestas programáticas de las principales candidaturas, no todos los diagnósticos son correctos; muchos son parciales, incompletos o tienen una fuerte influencia ideológica. Del mismo modo, no basta con tener buenos diagnósticos si no se implementan medidas adecuadas, oportunas e integradas en tiempo y lugar, y alineadas a objetivos.
No todos definen los intereses nacionales de la misma manera, como tampoco no todos los intereses nacionales tienen el mismo valor e importancia. No todos los fenómenos que afectan a las personas impactan la seguridad nacional, a pesar de que se puedan relacionar de alguna manera. No toda acción criminal afecta a la seguridad nacional, pero lo hará en la medida en que ponga en riesgo la continuidad del Estado de Derecho o afecte los intereses del país. No todo es un problema de seguridad nacional. Finalmente, no se puede implementar una adecuada estrategia si no hay una estructura que le dé soporte y musculatura.
Lo que sí se puede advertir es que: 1) La seguridad nacional es un elemento fundamental para la continuidad del Estado; 2) Una arquitectura de seguridad nacional otorga herramientas para incrementar la seguridad del Estado y de las personas; 3) Un sistema de inteligencia moderno y robusto es consustancial a la seguridad nacional; y 4) Sólo una autoridad superior con adecuados elementos de control democrático asegura la integración, coordinación y el empleo de organizaciones de distinto tipo y naturaleza.
Asimismo, se debe prever que un consejo de seguridad nacional no debe generar más burocracia para seguir haciendo lo mismo, como tampoco orientarse a militarizar la seguridad ni a politizar las instituciones de la defensa y de orden público. Por el contrario, la sistematización de una arquitectura de seguridad nacional, en general, y la implementación de un consejo de seguridad nacional, en particular, permitirían asegurar el control civil sobre la seguridad nacional. Esto favorecería evaluar oportunamente los riesgos y amenazas, proponer alternativas o cursos de acción para que el presidente de la República tome mejores decisiones. Además, propiciarían identificar oportunidades para el país y, especialmente, formular, implementar y controlar una estrategia de seguridad nacional. En resumen, su principal función se podría sintetizar en la integración y coordinación de las principales instituciones y organizaciones que deben velar por la seguridad del Estado y sus ciudadanos.
Chile ha esperado demasiado y la seguridad nacional no debe ser un debate ideológico, es una necesidad práctica. El momento de actuar es ahora.
Marcelo Masalleras, investigador sénior AthenaLab
26 de noviembre de 2025
[1] John Griffiths y Marcelo Masalleras, “La seguridad y el Estado de Chile” (AthenaLab: Santiago, 2022), disponible en https://athenalab.org/wp-content/uploads/2022/06/Seguridad-y-el-Estados-de-Chile.pdf
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