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COLUMNA | José Antonio Kast y la seguridad
El desafío del equipo de JAK y de quienes lo apoyan es en el corto plazo presentar la estrategia de seguridad pública que seguirán a contar del 11 de marzo de 2026, entendiéndose por ello los objetivos, medios y su forma de uso.
Claramente la percepción de seguridad está mucho mejor que la semana pasada. El saber casi a ciencia cierta que el próximo gobierno va a ser liderado por José Antonio Kast (JAK) da tranquilidad y esperanza a una buena parte de Chile de que a contar de marzo de 2026 vamos a tener un Presidente de la República para el cual la seguridad pública es efectivamente su primera prioridad y no sólo un eslogan de campaña.
La voluntad de hacer respetar el estado de derecho y de ejercer la autoridad presidencial son componentes esenciales de cualquier sistema de seguridad pública y de la seguridad nacional como un todo. Sin esas características no hay sistema que funcione independiente de las capacidades materiales y humanas que en esa materia se pueda tener. No tener voluntad de hacer que las cosas pasen equivale a multiplicar por cero.
Excepto el profesor Artés, todos los candidatos en el último debate literalmente prometieron “plomo o cárcel” a los delincuentes, cerrar las fronteras, y terminar con la insurgencia y terrorismo de la Macrozona Sur, pero la mayoría de los votantes de derecha estimó que JAK y su equipo son quienes les dan más garantías de que ello sea una realidad. Claro está que Johannes Kaiser también generaba esa sensación de ser bueno para la seguridad, pero prefirieron jugar a la segura con el candidato Republicano.
Dicho lo anterior, hay varios e importantes temas que aún se deben trabajar para que los mayores niveles de seguridad sean reales. Por ellos me refiero a capacidades humanas y materiales en materias policiales, carcelarias e inteligencia, en una mejorada coordinación con el Ministerio Público, tribunales, la UAF, SII y Aduanas, y de lo que se necesita para que el soporte de las Fuerzas Armadas sea más efectivo y sostenible.
Algunos piensan que la mejora de la seguridad pública es una cosa de mejor gestión. Hay algo de cierto en ello, pero claramente no lo es todo. La mejor gestión viene por colocar a profesionales en materias de seguridad y defensa a cargo de los ministerios y subsecretarías del Ministerio de Seguridad Publica y el de Defensa Nacional. También implica cubrir las seremías de seguridad pública con especialistas en la materia y no como lo hacía el actual gobierno, que privilegiaba la ideología por sobre el conocimiento y la experiencia.
Teniendo claro como en cualquier orden de cosas que la voluntad es quizá lo más importante, pero que sin recursos, gestión y estrategia no es más que voluntarismo, el desafío del equipo de JAK y de quienes lo apoyan es en el corto plazo presentar la estrategia de seguridad pública que seguirán a contar del 11 de marzo de 2026, entendiéndose por ello los objetivos, medios y su forma de uso.
La idea de un gobierno que se enfoca en sólo lo relevante, en las emergencias nacionales es una excelente idea. Permite enfocar al Congreso Nacional evitando discusiones estériles y adicionalmente, evita entrar en la lógica nefasta de lograr todo en 90 días, plazo que dado la situación de las finanzas públicas y de la compleja composición de ambas cámaras puede resultar insuficiente para demostrar resultados.
La clave del éxito del gobierno de José Antonio Kast no va a estar sólo en su voluntad de emplear todas las fuerzas del Estado, incluyendo por cierto las policías y las Fuerzas Armadas, en el combate al crimen organizado, la delincuencia que nos azota, la insurgencia y terrorismo que afectan a las regiones del Biobío y la Araucanía. Va a estar en el respaldo legal y político que se dé al empleo de la fuerza, respaldo que ha estado ausente en las últimas administraciones y sin el cual no se obtiene el 100% de efectividad en el accionar estatal. Resolver el problema de seguridad pública no será gratis. Va a haber bajas.
En lo estratégico hay que establecer que el crimen organizado y la delincuencia son problemas de seguridad nacional. Hasta ahora los gobiernos los han tratado como problemas de seguridad pública. La redefinición permite que no sólo se emplee el Ministerio Público y las policías en su combate, sino todas las capacidades del Estado de Chile. Sin esta redefinición no vamos a salir victoriosos y la elección de JAK habrá sido inútil.
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