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Percepciones y la (in)seguridad en Chile

19 de abril de 2024
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Percepciones y la (in)seguridad en Chile

El Líbero, 19 de abril 2024

La legitimidad del sistema democrático para resolver sus problemas está en riesgo, miran modelos autoritarios que puedan resolver la crisis pues, ya no creen que las herramientas con las que contamos sean suficientes.

La violencia llegó para quedarse. No en cuanto a los datos objetivos que entregan los indicadores, sino, en cuanto al impacto que ésta tiene en la vida cotidiana. El mejor ejemplo, el 51% que, según la Encuesta Bicentenario UC, dice que caminar solo por la calle de noche le genera mucho o bastante miedo. Y ¡cómo no! Si en el verano supimos del crimen del exmilitar venezolano, hace unas semanas del asesinato de un carabinero en una encerrona, del control que el grupo criminal dominicano Los Trinitarios ejercía en la toma de Cerrillos y esta semana de los cuatro homicidios en doce días en la región de Tarapacá.

El nuevo panorama de seguridad en Chile no sólo cambió el miedo que los ciudadanos sienten, sino que también la aproximación hacia ciertos temas. Hoy, prácticamente existe un balance entre quienes justifican el tener armas de fuego y quienes no, un 50% está en contra y un 48% a favor. También, la romantización de la violencia que siguió al estallido social se ha disipado, se observa un aumento en la aceptación del uso de la fuerza por parte del Estado.

Percepción. Aquella sensación interna producida por algo material. Eso es lo que está en juego hoy. Más allá de cuánto aumentan o disminuyen los delitos, es esa sensación interna la que hace que los chilenos consideren una u otra opción. Por ejemplo, el instrumento de la UC muestra que el 91% cree que la presencia de inmigrantes ha tenido efecto en la delincuencia, a pesar de que el 76% no ha tenido problema con extranjeros.

Tal es la percepción de inseguridad que el 73% cree que la violencia amenaza con destruir el orden institucional. Un salto importante si se compara con 1970, cuando sólo un 52% creía esto.

Hoy el problema es cualitativo y cómo abordar esa percepción es prioritario. El diagnóstico objetivo es claro y para ello se pueden diseñar diversas estrategias, sin embargo, ninguna de ellas será suficiente si es que no tienen impacto en el temor de la población.

Pareciera que el chileno ha perdido la esperanza. La legitimidad del sistema democrático para resolver sus problemas está en riesgo, miran modelos autoritarios que puedan resolver la crisis pues, ya no creen que las herramientas con las que contamos sean suficientes. Ceder libertades es algo que estarían dispuestos a transar, siempre y cuando sea por seguridad.

Pero, la seguridad es libertad. Gracias a ella ejercemos nuestras libertades: desplazarnos, emprender, estudiar, crear… Al final, la seguridad nos permite desarrollarnos, perseguir nuestros sueños y hacerlos realidad. La seguridad es esperanza. Ese estado de ánimo que existe cuando un sueño aparece como alcanzable.

¿Cómo poder soñar si vivimos bajo la amenaza de una balacera por ajuste de cuentas por droga? o ¿cómo emprender si somos extorsionados en el marco de la lógica del control territorial?

La violencia ha llegado a cambiar nuestras vidas. Las instituciones del Estado deben estar a la altura de la circunstancia, perseguir el bien común, alcanzarlo y devolver la esperanza a los chilenos es la clave para avanzar.

Pilar Lizana
Investigadora senior AthenaLab

Fuente: El Líbero

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