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Elecciones 2025/2026: Sudamérica hacia una nueva normalidad

En la región se observa una demanda por calles tranquilas, una economía que genere empleos y un Estado funcional; no omnipresente. Hay algo sumamente aburrido en todo esto o normal, si se quiere, lo que no es del todo malo. Pero tampoco es fácil.

3 de Noviembre de 2025 El Mercurio Juan Pablo Toro
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Elecciones 2025/2026: Sudamérica hacia una nueva normalidad

Elecciones legislativas en Argentina (France Presse)

Cada cierto tiempo se concatena una serie de elecciones en Sudamérica que, dependiendo de su resultado, conducen a afirmar que la región ha girado hacia la derecha o la izquierda. No importan las diferentes causas que llevan a las fuerzas al poder ni sus características propias. Siempre será más fácil y atractivo pintar el mapa de rojo o azul.

Los recientes resultados en Bolivia y Argentina ya están siendo interpretados dentro de un marco más amplio y, probablemente, los que arrojen las de Chile (noviembre y diciembre) y las presidenciales de Perú (abril y junio), Colombia (mayo y junio) y Brasil (octubre) del próximo año también lo sean.

Sin embargo, una mirada más detenida debería preguntarse no tanto por la dirección de los vientos, sino por el origen de estos, para explicar el cambio político que ya comienza a manifestarse y, según las encuestas, proseguirá en sociedades que presentan en común una aguda polarización, sistemas de partidos fragmentados, economías estancadas y crisis de seguridad pública.

Pareciera que después de intentos transformacionales, agotamientos de modelos estatistas y elección de outsiders, finalmente en Sudamérica existe una apuesta por recobrar cierta “normalidad”, es decir, por una política que se concentre en solucionar aspectos prácticos de la vida de las personas y no sea un pantano identitario. 

Lo que ofreció el “centrista” Rodrigo Paz en Bolivia fue unidad, volver a crecer, ser una democracia funcional y librarse de amarres ideológicos que ataron el país a Venezuela y Rusia. Nada más lejano de la plurinacionalidad de Evo Morales, nada más necesario.

El pasado domingo, los argentinos validaron en las legislativas las políticas neoliberales clásicas de ajuste que impulsa el libertario Javier Milei, a pesar de que para ellos tienen carácter experimental, dado lo impermeable que ha sido el país a ese tipo de recetas tras el “Corralito” de 2001. ¿Pero acaso no debería ser “normal” que la inflación no se ubique en tres dígitos y que los inversionistas extranjeros sean atraídos por los enormes recursos de Argentina? Al menos, para una economía bien manejada, sí. 

También parece existir una demanda por una política más gris, contraria a las florituras que propugnaron los “redentores” —como los denominó el historiador Enrique Krauze—, ya fuesen un joven diputado con ánimos refundacionales, un profesor rural imbuido por un comunismo arqueológico o un exguerrillero que ha hecho más daño a la imagen del Estado desde la presidencia que empuñando las armas. 

Con todas las diferencias que existen entre Chile, Colombia y Perú —que ha tenido ocho presidentes en los últimos 10 años—, las encuestas indican que los votantes exigen que el gobierno, al menos, vuelva a proveer seguridad, una dºe sus tareas mínimas. Nada más “normal” que salir y volver a casa sin tener que adoptar toda clase de medidas preventivas.

Brasil es un caso aparte, porque Lula da Silva ha dicho que a sus 80 años va por un cuarto mandato, perpetuando así la idea de que él representa la normalidad institucional que requiere el país, algo que los mismos partidarios de Jair Bolsonaro validaron al intentar tomarse los poderes del Estado. Mejor alguien conocido que alguien por conocer, parece ser la consigna.

Más que la expansión ideológica de un sector sobre otro, hoy se observa en la región una demanda profunda por cuestiones tan terrenales como calles tranquilas, una economía que genere empleos y un Estado funcional; no omnipresente. Hay algo sumamente aburrido en todo esto o normal, si se quiere, lo que no es del todo malo. Pero tampoco es fácil.

Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab

El Mercurio, 1 de noviembre de 2025

Sobre el autor

Director ejecutivo de AthenaLab.

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