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El alma de las Fuerzas Armadas y su utilización para fines políticos

28 de septiembre de 2020
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El alma de las Fuerzas Armadas y su utilización para fines políticos

Dentro del contexto de polarización y pandemia que vive Chile, no han faltado los intentos para politizar a las Fuerzas Armadas, aprovechando su visible y extenso despliegue producto de las emergencias que ha enfrentado el país de forma.

Al respecto, el diputado Jorge Brito Hasbún (Revolución Democrática), miembro de la Comisión de Defensa de la Cámara Baja, en una reciente columna publicada en el diario electrónico El Mostrador titulada “Militares que Chile necesita”, hizo una serie de afirmaciones que demuestran el profundo desconocimiento sobre función militar y su profundo arraigo en la identidad nacional.

Brito, quien fue removido de la presidencia de la Comisión de Defensa de la Cámara por sus maniobras dilatorias para poner en tabla la Ley de Inteligencia impulsada por el Gobierno, sostuvo entre muchas cosas que “las Fuerzas Armadas no viven en la realidad chilena”. Afirmación al menos curiosa, cuando se trata de las instituciones mejor evaluadas del país, según la última Encuesta Bicentenario UC.

También agregó que “es necesario resituar al militar como un ciudadano, que tiene derechos y deberes con la República, pero que viste de uniforme, pues ha decidido voluntariamente restringir sus derechos políticos para ser parte de quienes portan las armas en defensa de su familia, barrio y nación”.

Ese tipo de argumentos y otros fueron desmontados uno a uno en la réplica enviada al mismo medio por Richard Kouyoumdjian Inglis, vicepresidente de AthenaLab.

A continuación, un resumen de la respuesta de Richard Kouyoumdjian al diputado Brito:

1) El diputado Brito asevera que los países que han pasado por dictaduras o guerras, posteriormente acuerdan democráticamente el tipo de Fuerzas Armadas que necesitan.

Lo que sí se observa como factor común son las derrotas en una guerra las que llevan a revisar el propósito y organización de las instituciones armadas, no así el fin de las dictaduras como él sostiene.  No se puede confundir los rediseños presupuestales, con supuestos debates democratizadores sobre la esencia de las Fuerzas Armadas.

2) No es bueno pedirles su opinión de temas políticos contingentes. Me parece que el consenso general y la definición constitucional es que las Fuerzas Armadas sean apolíticas, ya que al poseer el poder de las armas podrían influir significativamente en el desarrollo de los acontecimientos políticos. Tenemos experiencia histórica al respecto.

Algunos políticos buscan atraer la atención de las instituciones objeto inclinar la balanza en su favor, desconociendo la profundidad que ha adquirido en las Fuerzas Armadas el concepto de apolíticas, constitucionales, no partidistas y respetuosas de los derechos humanos.

3) La decisión del modelo económico de fines de los años 70 no fue una decisión de los militares. Fue una recomendación de economistas que se decidió implementar al ser la única forma, en esa época, de hacer crecer al país. Los militares a los cuales se critica, fueron los que exigieron en la crisis del 82, moderar la implementación de modelo económico liberal.

4) A muchos -y si no la mayoría- de los integrantes de las instituciones les preocupan los problemas de sus compatriotas, pero también entienden que su solución es un tema que deben atender los políticos y los técnicos en la materia y no es algo al que deba concurrir el poder de las armas.

5) Los miembros de las Fuerzas Armadas son chilenas y chilenos que provienen de todas las clases sociales, étnicas y religiosas. Son personas que viene desde lo más al norte hasta el extremo sur. Son gente de la cordillera, del valle central, de los desiertos, de la costa y del Chile insular. En las FF.AA. no se practica la discriminación y en ellas, todos y todas tienen un espacio. Solo se necesita tener la vocación de servicio que Chile.

6) En lo que se refiere a los ejemplos históricos de 1830 y 1891, conviene realizar algunas aclaraciones. Dada la concentración del poder político de la época, no se puede plantear esos eventos como casos donde chocaron ricos contra pobres o la aristocracia contra el pueblo, independiente de que muchas veces se trate de representar de esa forma para decir los militares de la época actuaron en función de uno u otro grupo.

7) Respecto de la participación de las Fuerzas Armadas las instituciones en los Estados de Excepción Constitucional, incluyendo el Estado de Catástrofe vigente, como buenas organizaciones jerarquizadas, no deliberantes y obedientes, siguen órdenes del Ejecutivo, órdenes que no cuestionan y realizan de acuerdo con las leyes y reglamentos vigentes.

8) Chile está integrado al mundo y sus Fuerzas Armadas son parte de los instrumentos del Estado destinados a apoyar su política exterior. Si participan en misiones de paz de las Naciones Unidas, en ejercicios internacionales o se entrenan con terceros países, es con el fin de apoyar la gestión de la Cancillería o bien, adquirir capacidades operacionales que sólo se obtienen por esa vía, que les han permitido niveles de excelencia propios de países de la OTAN. Estos intercambios se realizan con muchos países latinoamericanos, asiáticos y europeos, además de EE.UU. El 95% del comercio exterior de Chile se hace por vía marítima, es lógico que la Armada asegure la apertura de las rutas marítimas.

9) Indudablemente, no podemos dejar fuera a las Fuerzas Armadas de la definición del tipo de Defensa que Chile necesita de cara al futuro y en particular, de cara a las amenazas modernas, no tradicionales que se asoman. Pero las debemos hacer participar en las instancias técnicas correspondientes, no como parte de una discusión político partidista que responda a proyectos ideológicos parciales.


“Los militares que Chile necesita”

El Mostrador, 19 septiembre de 2020,

Por Jorge Brito Hasbún 

Los países que han enfrentado dictaduras o guerras y que han buscado salir adelante, han debido acordar democráticamente qué Fuerzas Armadas son las que necesitan para el futuro. Desde el uniforme, los cantos y símbolos hasta la doctrina y sistemas de armas, todo es parte de la política de defensa militar que los países desarrollan. Hoy, a propósito de la extendida presencia militar en las calles producto del Estado de Excepción Constitucional, algunas personas han manifestado interés en conversar sobre aquello, cuestión que parece urgente y necesaria, pero que ha estado ausente en los espacios tradicionales de conversación pública.

Para comentar la profunda crisis general que enfrenta nuestro país, los medios de comunicación han visto desfilar a empresarios y políticos, personas nuevas y viejas, representantes de lo público y del capital, pero ¿qué opinan los militares?, ¿en qué han estado los militares?

Los militares, al igual que gran parte del país, han estado trabajando en un prolongado contacto con la población, los que han podido han estudiado y observado al pueblo. Con matices y motivaciones distintas, cada institución de las Fuerzas Armadas ha estado involucrada en el acontecer nacional como no ocurría desde inicio de los años 90.

Para los militares de mayor edad, no es algo nuevo. Gran parte del alto mando actual hizo ingreso a la institución en plena dictadura. Si bien al día de hoy no conocemos a ninguno que esté siendo procesado por violaciones a los Derechos Humanos, la mayor parte de ellos sí fueron parte de la fuerza ilegítima que se utilizó para enfrentar las protestas de los años 80 y desmantelar el Estado, entregando 700 empresas estatales, el agua y las pensiones de los civiles a los grandes grupos económicos, además de cometer terribles y múltiples crímenes que hasta el día de hoy causan sufrimiento en gran parte del país y, en especial, en miles de familias chilenas.

Algunos jóvenes que conforman la oficialidad poseen una sensibilidad social distinta. Pues, pese a que hay quienes nacieron y se mantienen viviendo en una villa militar sin conocer un barrio chileno promedio, para muchos y muchas, los abusos evidentes del sistema no les son indiferentes. Si bien no les afecta directamente a ellos la miseria de pensiones que genera el negocio de las AFP, sí podrían apreciarlo en su entorno familiar o cercano, sumado a los variados abusos que en su mayoría los chilenos y chilenas viven: colusión de farmacias, costo de la salud, sueldos bajos, incluso con un Gobierno buscando reajuste de 0%, los problemas de seguridad de nuestros barrios, brecha en educación, entre muchos otros aspectos, son situaciones que a las nuevas generaciones de uniformadas y uniformados deberían causarles ruido y preocupación. Eso esperamos y queremos creer.

Los suboficiales, o “clase” como les llaman los oficiales, son la base del esfuerzo operativo que la tecnología no ha podido reemplazar. Se compone, en su mayoría, de jóvenes campesinos y obreros, de orígenes rurales y urbanos, de rincones del norte y sur, chilenas y chilenos de ascendencia variada que constituyen el pueblo uniformado.

Así, militares, algunos civiles y libros de historia, reivindican la figura del Ejército como “el siempre vencedor y jamás vencido”. Sin embargo, quienes ejercitan un sano pensamiento crítico saben que la realidad es distinta y son variadas las veces en que el Ejército ha sido derrotado por ejércitos mercenarios, pagados por la élite de Santiago (1830, 1891) o, bien, cuando han sido utilizados para matar y, de esa forma, defender el interés privado y particular de unos pocos, dañando a muchos.

Pareciera que hay quienes quieren que la historia se repita. Las antiguas fortunas hoy se apellidan distinto, pero operan de la misma manera: pretenden que las Fuerzas Armadas y el Estado les protejan el negocio, aun cuando eso atente contra las vidas de su propio pueblo. Mal que mal, en Quintero, en las movilizaciones posestallido y en el Wallmapu, por ejemplo, el Estado se ha hecho presente con más militares y fusiles que personal de salud, de educación o apoyo social.

Las duras contradicciones se pueden ver en las calles de Chile, pero también en las labores que cumplen las FF.AA. de Chile en el mundo. Por ejemplo, a través de la estrecha relación sostenida con el Comando Sur de Estados Unidos, homologando la capacidad operativa de la fuerza para que nuestras Fuerzas Armadas estén en condiciones de seguir órdenes de los estadounidenses y, de esta forma, colaborar y proteger conjuntamente las rutas comerciales que les permiten a las empresas exportadoras de commodities llegar a tiempo con los cientos de millones de dólares en alimentos y minerales, que –por ejemplo– nuestro país envía al hemisferio norte u otras latitudes del globo.

A la defensa compartida de nuestras rutas comerciales con una potencia extranjera, se suman las nuevas atribuciones con las que el Gobierno ha propiciado involucrar a las Fuerzas Armadas, en temas internos. Pero se sabe que ninguna FF.AA. podrá solucionar conflictos ampliamente reconocidos por ser de origen social y político. El estallido del 18 de octubre y la crisis política, requieren un esfuerzo del Gobierno, de la política y no más de lo militar.

Esta es una crisis social de proporciones, jamás antes vista en el país que, si es bien tratada y resulta acorde a la voluntad mayoritaria de Chile, podría traer FF.AA. con amplio conocimiento, respeto e incluso cariño recíproco con el pueblo del cual formen parte, pues tú tienes derecho a participar de este debate.

En esta reflexión no busco juzgar si es correcto o no que la Armada sea una herramienta para la política exterior en un signo de dependencia global y se someta operativamente al país del norte, más aún considerando al presidente actual que dirige EE.UU. Sino, más bien, busco que reconozcamos que durante estas tres décadas, la Defensa de Chile ha tomado una serie de rumbos que no necesariamente están orientados a los intereses del proyecto nacional, que no se ha conversado con la sociedad al respecto y en la que el pueblo no ha sido informado, consultado ni manifestado su opinión respecto de qué Fuerzas Armadas necesita Chile.

Este debate debe realizarse. Con esto no buscamos excluir a las FF.AA., muy por el contrario, buscamos incorporarlas a la realidad nacional, entendernos como compatriotas y ser capaces de definir por primera vez cuáles son los militares que Chile necesita para proteger al país en el que queremos vivir. Es probable que los militares que Chile necesita sean distintos a los que necesita Estados Unidos y, por ende, requiera una doctrina propia o, probablemente sean distintos a los que necesitan los grupos Luksic o Angelini, pues hay situaciones en las que proteger al país pueda implicar afectar y dañar los intereses de estos grupos. Entonces, ¿a quién protegerán las FF.AA. de Chile en el siglo XXI?

Desde este rincón cordillerano y al borde del mar, el país ya sabe que puede planificar un futuro común, de progreso justo, donde el patriotismo sea entendido como la defensa del territorio, del pueblo y su dignidad, ante todo aquel que lo afecte y amenace, como actualmente lo hacen la corrupción, la evasión de impuestos o la devastación que el capitalismo lleva contra la naturaleza y vida en el planeta.

Esto es inalcanzable con Fuerzas Armadas que no viven en la realidad chilena. Es necesario resituar al militar como un ciudadano, que tiene derechos y deberes con la República, pero que viste de uniforme, pues ha decidido voluntariamente restringir sus derechos políticos para ser parte de quienes portan las armas en defensa de su familia, barrio y nación.

Un ciudadano de uniforme no debería buscar enemigos entre los asistentes a una marcha, a un ciudadano de uniforme les duelen los abusos transnacionales de las AFP en contra de nuestra clase trabajadora, un ciudadano de uniforme entiende que las comunidades que se manifiestan contra una termoeléctrica están preocupadas al igual o más que él sobre el presente y futuro del país. Un ciudadano de uniforme entiende que no se sostiene la hipocresía del Estado chileno en el Wallmapu, y solo busca en sus pueblos indígenas aprendizajes y sabiduría, en especial la que ha defendido por tantos siglos la vida y tierra del sur, algo que él juró hacerlo como eslabón principal de su carrera militar.

Asociando el propósito personal al colectivo y, por ende, al propósito profesional del ciudadano de uniforme, solo así podría ser posible evitar las tragedias de las cuales la historia ya conoce suficiente.

No somos enemigos, demostrémoslo. Necesitamos que las FF.AA. conozcan y empaticen con los dolores de su pueblo para situarlas como parte de la sociedad, de la misma sociedad que debe elegir si aprueba un nuevo sistema o mantiene el sistema impuesto y que tendrá por primera vez en la historia la oportunidad de responder: ¿qué militares necesita Chile?

Fuente: El Mostrador


Replica a los “Militares que Chile necesita”

El Mostrador, 25 septiembre de 2020

Por Richard Kouyoumdjian Inglis

Agradezco la columna de opinión del diputado Jorge Brito Hasbún del 19 de septiembre del 2020. Me hizo recordar los esfuerzos de Carlos Altamirano y otros por lograr que las Fuerzas Armadas apoyaran la revolución socialista que ellos buscaban implementar en el 73, que venían anhelando desde que Fidel y su revolución marxista se volvió el modelo de moda a seguir en los 60´s y 70´s en Latinoamérica.

El diputado Brito comete un error estratégico monumental al hacer públicos sus esfuerzos por tratar de lograr que las Fuerzas Armadas y/o los integrantes de estas se adhieran a su ideología política. Lo hace en una forma muy sutil, objeto no aparecer derechamente llamando a las instituciones o miembros de ellas a una sublevación contra los poderes democráticamente elegidos, pero comete el error de mostrar sus cartas e intenciones, a no ser que eso haya sido lo que pretendía como parte de una acción política que vaya más allá que lo específicamente abordado en su columna, o bien, derechamente con el fin de lograr que haya un rechazo total y absoluto a la participación de las instituciones en política, producto de la lectura de su columna de opinión.

Tratando de ser breve, algunas precisiones a las palabras del honorable diputado:

1) Asevera que los países que han pasado por dictaduras o guerras, posteriormente acuerdan democráticamente el tipo de Fuerzas Armadas que necesitan. En todo el mundo, los únicos casos que se me ocurren son Alemania después de la derrota del nazismo, Japón con su derrota en la segunda guerra y en alguna medida, Argentina, después de la derrota en las Falklands o Malvinas, pero en donde el ejercicio no implicó un ejercicio democrático como es el que indica el señor diputado, sino principalmente a acciones presupuestarias de parte del Ejecutivo para ir dándoles la forma deseada. Lo que sí se observa como factor común que más de que dictaduras, son las derrotas en una guerra las que llevan a revisar el propósito y organización de las instituciones armadas.

2) Respecto a lo que opinan los militares, no creo que sea bueno pedirles su opinión de temas políticos contingentes. Sin posibilidad de equivocarme mucho, me parece que el consenso general y la definición constitucional es que sean apolíticas, ya que al poseer el poder de las armas podrían influir significativamente en el desarrollo de los acontecimientos políticos. Ya tenemos suficiente experiencia pasada en el tema y no es algo que queramos se repita.

Habiendo dicho eso, me cuesta entender porque de tiempo en tiempo algunos políticos buscan atraer la atención de las instituciones objeto inclinar la balanza en su favor, desconociendo la profundidad que ha adquirido en las Fuerzas Armadas el concepto de apolíticas, constitucionales, no partidistas y respetuosas de los derechos humanos.

3) La decisión del modelo económico de fines de los 70s no fue una decisión de los militares. Fue una recomendación de economistas que se decidió implementar al ser la única forma, en esa época, de darle crecimiento al país. Los militares al cual se critican, fueron los que exigieron en la crisis del 82 moderar la implementación de modelo económico liberal y recién a mediados de los 80, relajaron su posición objeto darle dinamismo a la actividad económica de Chile. En este punto, vale la pena indicar que la mayor parte de los grupos económicos a los que hace mención fueron de reciente creación, ya que casi todos los que existían a fines de los 60s no sobrevivieron el gobierno de Salvador Allende y que varios de ellos, no lograron sortear con éxito la crisis de comienzos de los 80.

4) Estoy seguro de que a muchos -y si no la mayoría- de los integrantes de las instituciones les preocupan los problemas de sus compatriotas, pero también entienden que su solución es un tema que deben atender los políticos y los técnicos en la materia y no es algo al que deba concurrir el poder de las armas. ¿Se imaginan un país en donde las cosas se manejarán de esa manera? Puede que ello sea lícito en Cuba, Venezuela, Corea del Norte y otros, en donde hay dictaduras sustentadas por los institutos armados.

5) Los miembros de las Fuerzas Armadas son chilenas y chilenos que provienen de todas las clases sociales, étnicas y religiosas. Son personas que viene desde lo más al norte hasta el extremo sur. Son gente de la cordillera, del valle central, de los desiertos, de la costa y del Chile insular. En las FF.AA no se practica la discriminación y en ellas, todos y todas tienen un espacio. Solo se necesita tener la vocación de servicio que Chile requiere y la capacidad de poder jurar o prometer dar la vida por la patria de ser necesario. Por eso, no logro entender su afán de indicar que no conocen la realidad de los chilenos y de, permanentemente, buscar meter artificialmente el concepto de la lucha de clases donde no existe y no interesa.

6) En lo que se refiere a los ejemplos históricos de 1830 y 1891, conviene realizar algunas aclaraciones. 1830, más que una revolución, fue un enfrentamiento entre los pipiolos o liberales y los conservadores, ambos grupos tenían sus propios ejércitos incluyendo héroes de la independencia a su cargo, ambos grupos tenían integrantes de la aristocracia y poder económico como para poder sostener un esfuerzo bélico. Me cuesta asumir ese conflicto como uno entre ricos y pobres o aristocracia contra el pueblo. Al igual que la revolución del 1891, más bien fue una rosca entre integrantes de la elite, que peleaban por la implementación de un modelo político que otra cosa. En 1891 sucede algo similar. No era el pueblo contra el capital foráneo, era Balmaceda -un aristócrata terrateniente- dispuesto a gobernar como un dictador, que estaba enfrentado a un parlamento hostil que no lo dejaba gobernar y que estaba apoyado por los intereses salitreros del norte. Nuevamente, no lo veo como un caso de ricos contra pobres o de la aristocracia contra el pueblo, independiente de que muchas veces se trate de representar de esa forma.

7) Respecto de la participación de las instituciones en los Estados de Excepción Constitucional, incluyendo el Estado de Catástrofe vigente, como buenas organizaciones jerarquizadas, no deliberantes y obedientes, siguen órdenes del Ejecutivo, órdenes que no cuestionan y realizan de acuerdo con las leyes y reglamentos vigentes.

8) Chile está integrado al mundo y sus Fuerzas Armadas son parte de los instrumentos del Estado destinados a apoyar su política exterior. Si participan en misiones de paz de las Naciones Unidas, en ejercicios internacionales o se entrenan con terceros países, es con el fin de apoyar la gestión de la cancillería o bien, adquirir capacidades operacionales que sólo se obtienen por esa vía, que les han permitido niveles de excelencia propios de países de la OTAN.

El Ejército y la Fuerza Aérea lo realizan no solo con los Estados Unidos de Norteamérica, sino con muchos otros países latinoamericanos, asiáticos y europeos. Una sección especial merece la Marina, la que busca y cuida el libre transito de las exportaciones e importaciones de Chile, un país cuyo comercio exterior es principalmente con el Asia Pacifico y no con los países del norte, como indica el diputado Brito. La Armada de Chile busca trabajar con todos aquellos que tienen el propósito de asegurar el libre tránsito y estabilidad de los mares y no integra coaliciones destinadas contra un país especifico. Somos lo más parecido a una isla que comercia con el resto del mundo y que tiene una dependencia vital de lo que exporta e importa.

9) Indudablemente, no podemos dejar fuera a las Fuerzas Armadas de la definición del tipo de Defensa que Chile necesita de cara al futuro y en particular, de cara a las amenazas modernas, no tradicionales que se asoman. Pero, las debemos hacer participar en las instancias técnicas correspondientes, no como parte de una discusión político partidista o al amparo de un proyecto político económico, con una fuerte componente ideológico. Las FF.AA son de Chile y de todos los chilenos, tienen claros sus propósitos y los roles que cumplen, pero por sobre todo tienen claro que son apolíticas y que se deben a la Constitución. Tienen claro el poder que tienen y es por ello, que junto con las enseñanzas del pasado reciente, ahora más que nunca no se prestaran para proyectos políticos ideológicos parciales.

Al igual que el diputado Brito, dejo a los lectores la pregunta de qué Fuerzas Armadas necesita Chile y que claramente pueden ser distintas a las que desea el honorable integrante de la Cámara.

Fuente: El Mostrador

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