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COMENTARIO | Russia Today en Chile: consecuencias políticas y democráticas

1 de Julio de 2025 Sascha Hannig
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COMENTARIO | Russia Today en Chile: consecuencias políticas y democráticas

El desembarco del medio estatal Russia Today a la televisión abierta en Chile mediante un acuerdo poco transparente con Telecanal marca un preocupante hito en el alcance y potencial impacto de las campañas de manipulación de la información e interferencia extranjera (FIMI, por sus siglas en inglés), tanto para el país como para la región completa.

Las noticias diseminadas por medios de países autoritarios, como Telesur, de Venezuela; CGTN, de China, o HispanTV, de Irán, no son siempre información falsa, sino que presentan una visión propagandística de la realidad, buscan exacerbar conflictos o estimular reacciones emocionales que lleven a decisiones irracionales. En algunos casos, la información promueve la imagen, los valores y las políticas del régimen de origen, desde el turismo hasta sus líderes. En otros, los más preocupantes, los contenidos buscan contrarrestar hechos, abrir discusiones e introducir opiniones de expertos. El problema es que para lograr esto, los medios propagandísticos autoritarios apelan a fuentes no corroboradas, a la “ley del empate” o whataboutism, en inglés, o simplemente desinformación apenas respaldada. Sin ir más allá, Russia Today ha dado espacio a noticias falsas sobre grupos neonazis en Ucrania, o a la existencia de laboratorios bioquímicos en dicho país, y ha propagado la visión rusa sobre la invasión (rechazada por 140 países en la Asamblea General de Naciones Unidas), minimizando el impacto económico y humano de la guerra por sobre mandatos históricos y retóricas expansionistas.

Para el caso de Chile, la falta de control, o de escrutinio, antes de la llegada del medio ruso devela dos flancos de vulnerabilidad en el sistema de medios nacional. En primer lugar, se encuentra la falta de preocupación por la seguridad del país frente a canales de “guerra híbrida” o influencia no tradicional. El Estado de Chile pareciera ver la securitización, ya sea en temas tecnológicos como cognitivos, como algo lejano y reservado para grandes potencias, y cualquier acción preventiva es entendida como renunciar a la “neutralidad”, palabra que se ha instalado como epítome de la política internacional del gobierno. En consecuencia, cuando emergen controversias propias de estos “nuevos espacios” de ampliación del poder, ya sea en temas de ciberseguridad, de la información, o incluso en temas de desarrollo público-privado (todos relevantes para este caso), no existen mecanismos de protección reales que permitan al país resguardar a la ciudadanía a priori.

En contraste, el mundo ha ido adoptando cada vez más la securitización de la información. En febrero de 2022, la Unión Europea (UE) tomó una decisión de prohibir la transmisión de las señales de televisión y medios estatales rusos Sputnik y Russia Today. La primera razón de esto fue la invasión a Ucrania por parte del Kremlin, pero además las preocupaciones sobre posibles influencias políticas y culturales de la agenda del país agresor. A fines de 2024, la UE expandió su medida a otros cuatro medios rusos, Voice of Europe, RIA Novosti, Izvestia y Rossiyskaya Gazeta, y en respuesta, el régimen de Vladimir Putin censuró 81 medios de comunicación occidentales en sus territorios. Cualquiera sea la interpretación y respuestas en el resto del mundo, las acciones de ambos bloques demuestran lo crucial que es el espacio de la información en tiempos actuales.

El segundo flanco —quizá más importante— es la discusión democrática y política. La libertad de expresión es siempre un tema delicado, aún más en Chile debido a su historia reciente. Las instituciones son precavidas al tomar decisiones que pudieran censurar a priori contenidos que pueden ser íntegros, útiles al debate, y de interés general. La pregunta va hacia cómo pueden los países enfrentar acciones de autoritarios con una agenda clara en términos del impacto político y de la distorsión de los espacios de información, algo que se discutió recientemente en el Internet Governance Forum, en Oslo. Tal como el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) expresó hace unos días, la institución no prohíbe la emisión de contenidos extranjeros; sin embargo, “la transmisión de contenidos provenientes de un gobierno en guerra, como es el caso de Rusia, puede abrir legítimos debates sobre el resguardo del pluralismo y la democracia”. ¿Cómo podría la democracia ser afectada por la existencia de un canal ruso en su paleta de medios? La primera respuesta tiene que ver con la posible distorsión de los discursos democráticos, especialmente durante un año de elecciones y en el contexto de una sociedad polarizada y con frustraciones claras sobre el sistema político. En segundo lugar, debido al precedente que esta situación deja para futuras campañas de FIMI.

Finalmente, un argumento en defensa de la instalación del canal en Chile es que Russia Today sería comparable a medios estatales extranjeros, como la BBC o Deutsche Welle (DW). Sin embargo, esta comparación es inadecuada e incluso podría ser malintencionada. La razón es que no todos los medios estatales funcionan bajo los mismos principios. Sí, medios como la BBC, DW o NHK, de Japón, son de propiedad estatal, pero se rigen bajo estrictas leyes que protegen la libertad de expresión de sus miembros y que garantizan valores democráticos mínimos. Uno de los objetivos de estas cadenas es la promoción de la cultura de sus países, pero se dan el espacio para operar de manera transparente y ofreciendo espacio al pluralismo. En cambio, los medios estatales de propaganda autoritaria tienen objetivos claros, establecidos por la política exterior de sus regímenes de origen y que buscan expandir su poder blando mediante influencia narrativa, cooperación autoritaria, confusión y, entre varios otros mecanismos, desinformación explícita. Por todo lo anterior, y más allá del caso puntual de Russia Today, Chile debe comenzar a tomar parte de este debate internacional, pues este hecho deja una vez más en claro que la ausencia de discusión en pos de la “neutralidad” hace a nuestra democracia más vulnerable a estos fenómenos.

Sascha Hannig, candidata a Doctor en Derecho Internacional

Universidad de Hitotsubashi, Japón

1 de julio de 2025

Los comentarios y opiniones expresadas en este documento representan el pensamiento de sus autores, no necesariamente de la institución.

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