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COLUMNA | ¿Quo Vadis Armada de Chile?
La marina sigue siendo una fuerza de combate, el desafío de su relevo está en que lo siga siendo, una que sigue el ejemplo de Prat y de los héroes de Iquique, y el mandato fundacional de O’Higgins, Blanco Encalada y Cochrane.

La última vez que se me ocurrió usar la expresión “Quo Vadis” fue en una carta al director de La Segunda de hace algunos años atrás. En esa carta preguntaba sobre el futuro de la FACH y literalmente fue como pegarle al avispero, ya que se me dejo caer encima su comandante en jefe, y buena parte de esa prestigiosa institución, que a diario defiende nuestros cielos y espacio aéreo.
El 21 de mayo es el día en que celebramos las glorias navales de Chile. Celebramos a Prat y la dotación de la Esmeralda, como también lo hacemos con Condell y los que tripulaban la Covadonga. Recordamos también a los que crearon la Armada, como es el caso de Blanco Encalada y Cochrane, y a todos aquellos marinos que combatieron por Chile o contribuyeron a darle forma desde Arica hasta el Polo Sur, o proyectarla hacia las entrañas del Océano Pacífico.
Mayo es el mes del mar y el 21 su fecha principal, por lo que también es una fecha apropiada y correcta para hacer una evaluación, ver dónde estamos parados, como también los desafíos que se vienen por la proa, más aún si hay cambio de comandante en jefe dentro de 4 semanas. Es lo mínimo que les debemos a los marinos que dieron su vida por Chile en la Rada de Iquique, el darles cuenta de dónde está su marina después de 146 años y cómo se ven las cosas a futuro.
Literalmente a la Armada la tienen en los huesos, cosa que en la cual este gobierno y el anterior se han aplicado con esmero. Ya no queda grasa. Los últimos recortes son a costa de músculo, y de seguir así, podríamos terminar en algunos años como la Armada Argentina, en donde hasta hace poco nada navegaba, volaba u operaba, solo siendo nominalmente una fuerza de combate hasta que llegó Milei, que los está resucitando.
Lo anterior podría ser peor si no fuera porque el mando en jefe ha buscado y se ha esmerado en mantener la operatividad y encontrar formas ingeniosas para seguir funcionando, pero todo tiene un límite. Si no se le asignan los fondos necesarios para operar, simplemente no se puede operar, porque se pone en riesgo a las personas y el material. No queremos seguir la suerte del San Juan.
Para que nos hagamos una idea, durante Piñera 1, la marina tenía un presupuesto entre Capex y Opex de unos 1.000 millones de dólares. Hoy en día esa cifra está más cercana a algo entre 600 y 700 millones, lo que claramente es insuficiente si se considera su amplio espectro de misiones y el que han estado con infantes de marina desplegados en la Macrozona Sur desde fines del 2021 sin que les sean reembolsados la totalidad de los gastos que implica operar en estado de emergencia en forma continua por más de 3 años.
Una marina para ser marina debe contar con buques, submarinos, medios aeronavales y unidades de infantería de marina entrenados y equipados. Es por ello que para un comandante en jefe de la Armada la renovación y mantenimiento del material es tan importante, como también lo es que la marina se entrene de modo de asegurar tener las capacidades que son necesarias para proteger los extensos mares de Chile y el interés nacional donde sea que esté ubicado.
Mientras en Chile el Ministerio de Defensa Nacional y el de Hacienda tienen a la Armada a pan y agua, lo cual claramente tiene consecuencias operativas, afecta capacidades estratégicas, y la motivación de quienes integran la marina, el Perú está muy activo construyendo buques con la asistencia de Corea, y la Argentina lanzada en un plan de rearme que abarca todos los frentes.
La Armada de Chile sigue siendo claramente la mejor de la región, pero si no reaccionamos en forma oportuna vamos derecho a la realidad que teníamos cuando ocurrió el problema del Islote Snipe en 1958, en donde nuestra debilidad estratégica era más que evidente, algo de lo cual se aprovechó el gobierno argentino de la época. Nos tenemos que hacer cargo de la mantención de capacidades, lo que implica, entre otras cosas, mantener una Escuadra con ocho buques modernos y efectivos, una fuerza de submarinos de a lo menos cuatro unidades 100% operativas, con los medios aeronavales correspondientes requeridos, y una Infantería de Marina que pueda desplegar su Brigada Expedicionaria con los medios y recursos necesarios, y no solo estar desplegados como parte de las fuerzas destinadas a la Macrozona Sur, un tema que desgasta, y que no motiva ya que no cumplen funciones mucho más complejas que ser espantapájaros debido a que los tienen limitados en lo que pueden hacer, bajar la temperatura, y no resolver la insurgencia y terrorismo.
Otro ámbito en donde la Armada está corta de recursos es en lo que se refiere a la Policía Marítima y otros servicios que están a cargo de la Dirección General del Territorio Marítimo (DGTM). No solo se necesita de una planta ampliada, lo que se obtuvo hace poco y que fue uno de los logros de la actual administración, sino también de medios navales y aeronavales, e instalaciones adecuadas en puertos marítimos, fluviales y lacustres. Necesitamos también mantener y ampliar lo que tenemos en materia de inteligencia marítima policial, la que es clave en el combate al narcotráfico.
La DGTM es 24×7, tenerla restringida en sus recursos operativos y en las inversiones que necesita realizar no es un buen negocio. Está conectada a todo lo que ocurre en nuestros mares, sea la pesca industrial o artesanal, las importaciones y exportaciones que llegan o salen vía marítima, como también los deportes náuticos que se desarrollan en lagos, ríos y en la costa. Tiene complejas responsabilidades en lo que se refiere a búsqueda y rescate, estando a cargo junto a la FACH de la 5ta más grande a nivel global, una de 26 millones de kilómetros cuadrados.
Todo lo mencionado anteriormente puede dar la impresión de un panorama complejo, y la verdad lo es, pero lo sería mucho más si no fuera por el trabajo realizado por su comandante en jefe, alto mando, oficiales, suboficiales, gente de mar, infantes de marina y civiles que integran el equipo naval, y que día a día mantienen operando a la Armada, y sostenidamente en los primeros lugares de satisfacción de las instituciones en Chile.
Me consta del trabajo y esfuerzo del almirante De La Maza, y de su foco en lo que se refiere a la renovación de buques, de la ampliación de la planta de la DGTM, de mantener la Armada a flote, y especialmente de acompañar a cada uno de los integrantes de la Armada en su trabajo diario, particularmente a los que están más alejados, o en condiciones más complejas como lo son los infantes de marina que están destinados a la Macrozona Sur, o los que operan y viven junto a sus familias en los faros del Mar Austral. Dice que el comandante y su dotación hacen al buque. Lo mismo aplica a la marina. Los buques son importantes, pero más lo es su tripulación.
Hora de entregar la guardia a uno de los vicealmirantes de la quina, todos por cierto buenos. La marina sigue siendo una fuerza de combate, el desafío de su relevo está en que lo siga siendo, una que sigue el ejemplo de Prat y de los héroes de Iquique, y el mandato fundacional de O’Higgins, Blanco Encalada y Cochrane.
En memoria de Arturo Prat, la heroica tripulación de la Esmeralda, Condell y los bravos de la Covadonga. Que nunca se nos olvide lo que hicieron por Chile.
Sobre el autor
Vicepresidente AthenaLab


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