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COLUMNA | Programa, liderazgo y equipo en seguridad nacional, seguridad pública y defensa
La persona que lidere, si está convencida de que está en lo correcto, no le debe tener miedo a las consecuencias que sus acciones pueden tener. El Chile actual requiere de una acción decidida y audaz, y no andar preocupado de la persecución penal de la izquierda.

En estos días se ha ido aclarando el panorama en cuanto a candidatos presidenciales, sus equipos programáticos de fase uno y las ideas sobre las cuales se sustentarán sus programas de gobierno.
Algo ya se conoce de lo que tiene en mente José Antonio Kast y lo mismo aplica a Evelyn Matthei. Johannes Kaiser por ahora está concentrado en terminar de darle forma a su partido libertario, pero de seguro algo nos irá a contar en el futuro inmediato sobre sus ideas y sobre quiénes serán los encargados de darle forma.
También deberíamos esperar algo similar de parte de Carolina Tohá, lo que debería suceder una vez que se aclare en qué anda el PS, ya que obviamente su prioridad es asegurar la nominación de sus primos hermanos, y quién sabe, también de la DC.
Veremos qué sorpresas nos traen el PC y el FA, como también qué sucede con otros que han manifestado intenciones en materia presidencial, como Ximena Rincón y Rodolfo Carter. Este último ha manifestado que no tiene problemas para buscar otra casa política si en Chile Vamos no lo dejan participar de una primaria, lo que obviamente se ve difícil, por lo que no me extrañaría verlo sumando fuerzas con Johannes, ya que ambos tienen visiones muy similares sobre los problemas de Chile y las soluciones que se requieren. Sería una dupla muy potente.
Dicho todo lo anterior, es de esperar que todos los candidatos tengan diagnósticos relativamente similares de los problemas que aquejan a Chile, que son principalmente inseguridad pública y los males que vienen junto a un bajo crecimiento económico sostenido por varios años. Yo agregaría la situación fiscal que hace difícil la aplicación de soluciones al tema de la inseguridad, sin tener que hacerle una reingeniería al resto del aparato estatal, el que hasta para una persona de izquierda supera los límites de lo aceptable.
La lógica indica que, si hay consenso en los diagnósticos, los programas correctivos, al igual que ocurre en la medicina cuando se busca solucionar una dolencia, debieran ser relativamente similares ya que estamos mirando el mismo Chile. Eso claramente ocurre en seguridad, en donde no hay mucha diferencia entre lo que proponen Evelyn Matthei y José Antonio Kast, quedando por ver lo que recomiendan los otros candidatos y sus equipos programáticos. Dicho eso, ninguno ha puesto objetivos específicos ya que para eso hay que hacer la pega, hay que diseñar las estrategias, las que, para ser correctas, requieren claridad en sus metas, los medios a usar y la forma en que se usarán, como también si habrá recursos disponibles y apoyo parlamentario de ser necesario.
Conclusión 1: Las listas de acciones ayudan, pero sin estrategias pueden resultar insuficientes.
Lo segundo es que los programas y las estrategias serán tan buenas como los equipos que hayan detrás de ellas. Este punto es importante, ya que se requiere de personas experimentadas y con conocimientos, dos aspectos claves si se quiere tener éxito en seguridad pública y en la reactivación de la economía. En este aspecto el problema no es muy distinto a la elección de los integrantes de un equipo de fútbol, del elenco de una obra de teatro o de los integrantes de una orquesta. Uno siempre va a querer a los mejores, a los que atajan o meten goles, a los que hacen la pega y a los que son efectivos para lo que se les contrata.
Las personas que se vayan eligiendo para integrar los equipos programáticos no solo deben cumplir con las características anteriores, sino también saber jugar en equipo y, por sobre todo, transmitir confianza y tranquilidad a los electores y a la opinión pública en general, algo fundamental después de 3 años de mal gobierno. En seguridad ayuda tener en el equipo a carabineros y militares en retiro.
En el mundo de la seguridad nacional, la seguridad pública y la defensa se sabe quiénes saben, los que tienen experiencia de calle, los que conocen las fronteras, las cárceles, los que saben de estrategia, de fuerzas armadas, de ciber, los que son expertos legislativos, etc. Lo importante es no ser capturados por unos pocos y mantener la capacidad de convocar a los mejores. Es la hora de los profesionales, de los estrategas, de los experimentados. No hay espacio para amateurs.
Conclusión 2: No escatimar esfuerzos en tener a los más talentosos, en tener al mejor equipo.
He dejado lo más importante para el final. Es de esperar que el tema de la seguridad nacional y específicamente el de la seguridad pública, por su criticidad, sea algo que el liderazgo no quiera delegar en terceros y en donde los ministros respectivos terminen jugando un rol de apoyo y ejecución. Me da la impresión de que podría ser el caso de Evelyn Matthei y José Antonio Kast, pero no el de Johannes Kaiser, al que veo más concentrado en la eficacia y eficiencia del Estado como un todo, más que específicamente en una materia. En lo personal me inclino por presidentes que son presidentes y no ministros, lo que no quita que coloquen los acentos en los temas más críticos.
Quien lidere no es algo irrelevante, al contrario, es lo más importante, más importante que los programas y los equipos. Es la persona por la cual votamos y en quien depositamos nuestra confianza y la esperanza de que va a arreglar los problemas y sacarnos de la mediocridad.
La persona que lidere, si está convencida de que está en lo correcto, no le debe tener miedo a las consecuencias que sus acciones pueden tener. El Chile actual requiere de una acción decidida y audaz, y no andar preocupado de la persecución penal de la izquierda; requiere de liderazgos que estén al lado de las policías y los militares, y que nos los dejen a su suerte cuando salen a la calle; o que se preocupe de los viejos soldados que están presos por haber actuado en el pasado. Los policías y militares juran dar su vida por Chile, pero no por los presidentes de turno. Esa lealtad se gana, y se gana liderando y respaldando a los carabineros, detectives, militares y gendarmes.
El Chile actual se corrige metiendo presos a los delincuentes e insurgentes, y para eso se necesita de policías, fiscales, jueces y gendarmes. Se necesita del apoyo de las Fuerzas Armadas en lo logístico y tecnológico y se necesita apoyo parlamentario y financiero, ya que la limpieza no es gratis. Chile no es Argentina y no es El Salvador, pero ello no quita que necesitemos un liderazgo eficaz, fuerte y comprometido, que tenga claridad en sus objetivos y en la misión a desarrollar.
Conclusión 3: El liderazgo sí importa y es lo más crítico, mucho más que los equipos o programas.
Sobre el autor
Vicepresidente AthenaLab
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