Revista de Marina, viernes 15 de noviembre de 2019
El jueves 7 de noviembre, el presidente de la República en uso de sus atribuciones constitucionales convocó a una reunión del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), que no lo hacía desde el 2014. La convocatoria generó todo tipo de comentarios y, según medios de prensa, hasta una evaluación del Contralor General de la República indicando que no era correcto lo hecho por el presidente ya que el orden público, a su entender, no es un problema de seguridad nacional y que sólo las amenazas externas podrían calificar como tales.
No sorprenden las discusiones que se generan en torno al concepto de seguridad nacional. Para muchos se asocia al gobierno militar y eso les causa un rechazo de entrada; para otros, como el suscrito, resulta natural y lógico. Quizás realizando un análisis más detallado podremos entender de qué se trata, porqué es necesaria y qué necesita ser mejorado a la luz de lo ocurrido.
La seguridad nacional como tal no está definida en la Constitución de la República de Chile y entiendo que se buscó que así fuera producto de la naturaleza y amplitud misma del concepto.
En las versiones más antiguas del Libro de la Defensa sí estaba definido la seguridad nacional, pero en las versiones posteriores primero fue diluido y después solo reemplazado por seguridad sin la calificación de nacional. Transcribo algunos párrafos que considero relevantes de la versión del año 1997, la que fue redactada por el CA Miguel Ángel Vergara cuando era subjefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional:
(Libro de la Defensa Nacional 1997)
Se trata de un concepto que engloba tanto la preservación de la seguridad interna como externa del Estado, de manera de asegurar su soberanía; soberanía que, en última instancia, permite libertad de acción para lograr eficazmente los objetivos nacionales.
«La seguridad nacional es un problema esencialmente de nivel político, considerando los ámbitos que abarca. En efecto, son dimensiones de la seguridad, primero, la seguridad interior, en lo que se refiere a la mantención del orden interno y de la tranquilidad pública del país; segundo, la económica, en cuanto al establecimiento de las condiciones básicas de desarrollo para todos los sectores productivos; tercero, la social, en relación con la igualdad de oportunidades y el acceso más equitativo posible a los frutos del desarrollo; y, cuarto, la seguridad externa, en lo referido al mantenimiento de la independencia nacional, la soberanía del Estado y la integridad del territorio. En esta dimensión externa, la seguridad se realiza, primordialmente, a través de la función diplomática y de la función de defensa»
Como verán, es bastante más amplia que la seguridad externa y que producto de las nuevas amenazas que trae la modernidad, puede ser más complejo aun definir todo lo que puede ser considerado una amenaza a la seguridad nacional. Al final del día, las palabras clave son soberanía y la capacidad de ejercerla, y algo no menor que la versión del 1997 incluye: igualdad de oportunidades y acceso a los beneficios del desarrollo del país. Qué bien nos hubiera hecho no reemplazar esta sección en las posteriores versiones, ya que quizás si lo hubiéramos tenido presente, nos hubiéramos evitado la actual crisis que ha implicado varias muertes de connacionales y una destrucción que supera el peor de los desastres naturales que nos haya visitado alguna vez.
Las amenazas modernas que enfrenta un estado no sólo incluyen las tradicionales, y otras que son productos del cambio climático, del crimen transnacional y de los ciberataques, sino también amenazas del tipo híbrido como fue el caso de la intervención de Rusia en Georgia, Ucrania y Crimea por mencionar algunos ejemplos. En el caso ucraniano, Rusia usó una combinación de ciberataques, operaciones de inteligencia y desinformación para alterar el orden interno de Ucrania y así para justificar el posterior apoyo a fuerzas pro-rusas que ellos estimaban sus connacionales.
Se dice que en la guerra todas las estrategias valen y quien gana es quien tiene la iniciativa y la sorpresa; en ese sentido quienes quieran causar problemas internos de orden público nos podrían hacer pensar entre otras cosas, que los movimientos insurgentes son manifestaciones sociales, los que claramente puedan tener razones muy válidas para sus reclamos, pero que han sido incitado por ellos y serán usadas como un vector para llegar a realizar sus objetivos de desestabilización y la eventual toma del poder. Lo más probable es que vayan a buscar enmascarar sus intenciones y usaran inteligentemente herramientas tales como las redes sociales y las fake news, y van a buscar también restringir la capacidad de un estado de actuar eficazmente en el control del orden público que ellos buscan alterar, y por ultimo aprovecharan las debilidades que tiene la democracia como sistema político para auto-defenderse de ataques que la buscan disminuir o reemplazar por sistemas que en apariencia son similares, pero que no son otras cosas que dictaduras encubiertas.
En conclusión, pensar que la seguridad nacional es solo un problema de seguridad externa es miope y es no entender las complejidades del mundo moderno; la pregunta que surge entonces es ¿cómo tener una seguridad nacional robusta y capaz de manejar cualquier tipo de amenaza que se nos deje caer?
Algunas ideas por desarrollar e implementar son:
– Dejar claro en la Constitución de la República qué se entiende por seguridad nacional y en esa línea, quizás rescatar las definiciones que se desarrollaron en el libro de la defensa en su versión 1997. Puede que haya habido un buen motivo en su comienzo para no definirla en la constitución de 1980, pero en los tiempos actuales su no definición causa más problemas que beneficios.
– Reforzar el rol del COSENA, incluyendo otros integrantes como titulares: los ministros del Interior, Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Hacienda y Economía, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, y quizás también el director general de la PDI y al ministro de Desarrollo Social.
– Que el COSENA sesione regularmente y no solo cuando lo convoca el presidente.
– Crear la posición de Asesor de Seguridad Nacional (ASN). Esta persona reportaría al jefe de Estado, estaría a cargo de la Oficina de Seguridad Nacional y de la secretaria del COSENA. La oficina del ASN debería incluir personas expertas en temas de seguridad, inteligencia y tecnologías de la información. La idea es que el asesor con su equipo sea capaz de tener una evaluación general y consolidada de las amenazas que se enfrentan, realizar ejercicios prospectivos y escenarios de riesgos y coordinar el trabajo que hacen las unidades de inteligencia del ejecutivo, policías y FF.AA.
– Desarrollar especialistas civiles en seguridad nacional, los cuales pueden provenir de las carreras de ciencias políticas y otras afines, que puedan estar preparados para trabajar junto con los especialistas de las policías e instituciones de la defensa.
– Avanzar muy rápido en la reformulación del sistema nacional de inteligencia y en la legislación correspondiente, ya que la inteligencia es el insumo básico y fundamental que necesita la seguridad nacional.
Cierro este articulo con otra transcripción de un párrafo del libro de la Defensa de 1997 que creo apropiada a la realidad actual:
«En propiedad, la seguridad no se trata de “acciones”, sino de una “condición” que se logra como producto de acciones orientadas a atenuar o eliminar ciertas vulnerabilidades. Estas acciones se realizan en un amplio espectro de ámbitos, desde el desarrollo socioeconómico hasta la defensa propiamente tal, pasando también por el orden institucional de la República. En última instancia, es el grado de integración o cohesión de un pueblo, y la extensión y profundidad del consenso ciudadano en torno a sus objetivos nacionales, lo que constituye la base fundamental para el éxito de cualquier Política de Seguridad que se desee aplicar».
Richard Kouyoumdjian
Vicepresidente AthenaLab
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