Diario Financiero, martes 13 de octubre 2020
Después de una década en que gran parte de los diplomáticos, militares, académicos y periodistas dejaron de hablar sobre Taiwán, al comprender el «pésimo negocio» que significaba siquiera insinuar su nombre, hoy está pequeña nación del Indo-Pacífico vuelve a hacer noticia.
Desde la última edición de The Economist a The Financial Times le están dedicando grandes espacios.
La razón han sido los cada vez más frecuentes ejercicios militares de China continental, que se realizan tras una serie de amenazas sobre la anexión de la isla, que Beijing considera una «provincia rebelde» desde que los nacionalistas se instalaron ahí en 1949, tras ser derrotados por los comunistas. Aviones del Ejército Popular de Liberación están cruzando la línea imaginaria que divide el estrecho de Formosa por primera vez en dos décadas, poniendo a prueba a las fuerzas taiwanesas.
La inquietud que cunde en el Este de Asia se ha empezado a extender, porque un conflicto sería catastrófico no sólo para las partes, sino también para la economía mundial, que atraviesa una profunda crisis producto de la pandemia del coronavirus. No obstante, fue justo esta coyuntura la que empezó a levantar el perfil de Taiwán, ya que su rápida respuesta al rumor de una gripe en extremo contagiosa y letal en la ciudad china de Wuhan les bastó a los taiwaneses para empezar a tomar medidas de emergencia. La isla de 23 millones de personas hoy contabiliza siete muertos y unos 500 contagios.
Esa reacción ejemplar, que combinó restricciones de movimientos y herramientas tecnológicas, hizo que se volviera a hablar en términos abiertos de esta próspera democracia dirigida por la Presidenta Tsai Ing-wen, ya incluida entre las 100 personas más influyentes por Time.
La situación no puede ser más incómoda para Beijing, cuyos líderes han prometido que concretarán la reunificación por la fuerza si es necesario y que han visto desplomarse su imagen a nivel global por la pandemia, según una reciente encuesta del centro Pew. Por supuesto, la amenaza también vale para quienes apoyen a Taipei, es decir, a Estados Unidos, si decide efectivamente jugársela por la defensa de la isla –y entrar en una guerra de resultados insospechados– en caso de que sea atacada directamente o sometida a un bloqueo aeronaval.
Pero esta situación es, a su vez, potencialmente muy compleja para más de 130 países que tienen como su principal socio comercial a China, y que hoy hacen malabares diplomáticos para no caer en la rivalidad Beijing-Washington. De estallar algún tipo de conflicto, ¿cómo lo van a interpretar? ¿Cómo un asunto interno chino, o un choque entre una potencia muy fuerte y autoritaria y un país mucho más débil y democrático?
Qué diferencia con el ambiente que se respiraba 10 años atrás en Taipei, cuando los crecientes intercambios turísticos y comerciales con el continente incluso insinuaban la posibilidad de una integración pacífica y gradual. Ahora todos vivimos tiempos interesantes y esos incluyen volver a hablar de Taiwán, un socio de APEC, un potencial candidato al TPP (al menos, esa es su intención) y una nación que ha tomado su propio camino para hacer las cosas.
Juan Pablo Toro
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