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A 70 años del armisticio de Corea: juzgar por los resultados

31 de julio de 2023
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A 70 años del armisticio de Corea: juzgar por los resultados

El Mercurio, 29 de agosto 2023

Las dos Coreas conmemoraron esta semana 70 años del armisticio que suspendió las hostilidades entre los bandos que se enfrentaron entre 1950 y 1953, guerra en la cual la ciudad de Seúl cambió cuatro veces de mano, pagando ese precio con una gran destrucción. Mientras el Norte realizó una fastuosa parada militar exhibiendo los misiles balísticos con que amenaza a sus vecinos y otros países, el Sur optó por recordar con un tono solemne a los veteranos extranjeros que combatieron bajo la bandera de Naciones Unidas.

Aparte de que este aniversario sirve para resaltar la importancia de este punto de fricción en el Indo-Pacífico, también ayuda a volver a la mirada a uno de los pocos laboratorios naturales que ofrece el mundo para observar el desempeño comparado de dos sistemas políticos-económicos divididos por el paralelo 38° norte.

Las Coreas son un ejemplo, casi perfecto, para ver los efectos del capitalismo y el comunismo sobre un mismo pueblo ubicado en un mismo territorio (de hecho, el Norte correría con ventaja porque cuenta con recursos minerales). Es lo que identificaron, acertadamente, Acemouglu y Robinson en su celebre “¿Por qué fracasan las naciones?”, al destacar el rol de las instituciones inclusivas en el desarrollo sostenible.

Mientras a partir de 1953 Seúl transitó hacia la democracia liberal y el capitalismo, convirtiéndose en un portento tecnológico y hasta en un exportador de cultura pop, Pyongyang avanzó hacia la industrialización pesada básica y adoptó una política nacional llamada Songun, que coloca a los militares en el centro de las decisiones políticas y económicas, y la ideología Juche, que busca la autosuficiencia e independencia (léase comunismo a la carta de los Kim).

Con el paso del tiempo, el llamado “Milagro del río Han” posibilita que hoy Seúl busque proyectarse como “un Estado pivote global” desde el Indo-Pacífico, según consta en las últimas estrategias del gobierno Yook Suk-yeol, un exfiscal conservador que llegó a la presidencia en 2022 y que desde entonces ha reeditado los grandes ejercicios militares con Estados Unidos y procurado un histórico acercamiento con Japón.

Ese es otro punto de contraste. El régimen de Kim Jong-Un es un paria internacional que solo se relaciona con otras dictaduras (esta semana se anunció la apertura de una embajada en Nicaragua) y que incluso ha rechazado los consejos de China para reformar su economía, que subsiste gracias al comercio con Beijing, contrabando de todo tipo, hackeos de cuentas bancarias y movimientos de criptomonedas.

Si alguien cree que esto se trata de un debate académico sobre sistemas político-económicos, sería bueno que observe una famosa imagen satelital de la península coreana de noche, donde el Norte está prácticamente a oscuras y el Sur aparece iluminado en varios puntos, destacando los polos industriales. Quizás el título de la magnífica novela del escritor surcoreano Kim Young-ha “Tengo derecho a destruirme” podría resumir la fórmula adoptada por la dinastía Kim.  Así que nada más claro que centrarse en los resultados, ante las confusiones de estos días. Setenta años son un plazo más que razonable para evaluaciones.

Juan Pablo Toro V.
Director ejecutivo de AthenaLab

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