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COLABORACIÓN EXTERNA | Cuando la Geopolítica conoció a la Tecnología: Desarrollo espacial y cambios en la balanza tradicional de Poder – Victoria Valdivia

30 de junio de 2020 Victoria Valdivia Cerda
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COLABORACIÓN EXTERNA | Cuando la Geopolítica conoció a la Tecnología: Desarrollo espacial y cambios en la balanza tradicional de Poder – Victoria Valdivia

Desarrollo espacial en Sudamérica

América del sur, es una zona geográfica cuyos Estados nacionales han, tradicionalmente, explotado sus recursos minerales y se han posicionado en el interés de los Estados que son Potencias globales, debido tanto a la riqueza de recursos geoestratégicos que contiene, como por su posición geográfica. Sin embargo, la sub-región abundante en oportunidades, también contiene grandes desafíos tal como lo es la integración regional, debido a la heterogeneidad de su población, la existencia de reivindicaciones territoriales aún activas.  Asimismo, enfrenta desafíos en materias de desarrollo humano, debido a que la totalidad de los Estados que le componen, se encuentran en “vías de desarrollo”.

Estas grandes dificultades, parecieran orientar el pensamiento de que la subregión se encuentra alejada de los grandes procesos de discusión y desarrollo tecnológico, como son los asuntos del espacio ultraterrestre. Sin embargo, las actividades espaciales regionales son rastreables hasta el inicio de la Carrera Espacial, período en el cual permanecieron bajo el control de los Estados. Esta actividad comenzó en el ámbito diplomático, por medio de la incorporación de los Estados de la Región en el Comité para el Uso Pacífico del Espacio Ultraterrestre (COPUOS) y formando parte del Corpus Iuris Spatialis (cuerpo de Tratados que regulan la actividad estatal ultraterrestre), posteriormente integrando la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UNOOSA). Así también, existe evidencia de cooperación temprana (previo a la década de los 60) con los principales actores espaciales en materias de desarrollo de proyectos y operaciones ultraterrestres1

Posiblemente esta temprana exposición al espacio ultraterrestres y sus beneficios, así como la coincidencia de esta actividad con la existencia de regímenes burocráticos autoritarios del sector de las Fuerzas Armadas, permitió germinar la necesidad de desarrollar actividad espacial autónoma, que facultara la inclusión de estos beneficios en materias de fortalecimiento del Poder Nacional en provecho del Estado nacional, permitiendo modificar la balanza de Poder Nacional y componiendo el factor del prestigio del Estado a nivel región. En este contexto, Chile, comenzó su actividad espacial autónoma en la década de los 80´s, conducida la actividad por el Gobierno y bajo una visión de desarrollo estatal. Esta actividad, fue asumida en el seno de la Defensa Nacional, permitiendo a Chile iniciar el camino de visualizar al espacio ultraterrestre como un nuevo dominio para las operaciones militares y un camino requerido para incrementar el nivel de influencia regional (potencia local) y disminuir la potencialidad de conflicto regional al incrementar la brecha de desarrollo respecto a algunos Estados (como Perú y Bolivia) y reducir la misma respecto a otros (como Argentina), disminuyendo su vulnerabilidad respecto a un potencial conflicto regional2

De esta forma, durante la década de los 80 y los 90, el desarrollo espacial regional remitió principalmente a 3 Estados que, en lo espacial, asemejaban las categorías de Potencia Regional y local: Brasil, Argentina y Chile. Sin embargo, el fin de la Guerra Fría y el comienzo de la década de “paz americana” o de estabilidad hegemónica, permitió la reducción de las barreras de entrada a la dimensión ultraterrestre por cuanto la tecnología y conocimientos comenzaron a ser transferidos desde el ámbito militar hacia la sociedad civil, permitiendo el surgimiento de nuevos actores espaciales (con capacidades operativas) y por consiguiente modificando la Balanza de Poder a nivel regional.

Ya hacia la década del 2000 y particularmente tras los atentados del 2001, la paz hegemónica se quebró, configurando un nuevo escenario potencial de conflicto global: el espacio ultraterrestre. En este contexto, el nuevo escenario no sólo comprometía la acción de los Estados si no que observaba la existencia de privados. Esta nueva configuración permitió que las barreras de ingreso al espacio se mantuvieran bajas (consecuencia de la competencia privada y mayor tecnología disponible en el mercado) pero que los nuevos actores se incorporaran a las actividades ultraterrestre bajo la visión del espacio como nuevo dominio.

Este es el escenario en el cual la mayor parte de los Estados regionales han comenzado el desarrollo de sus capacidades espaciales. Ello es posible evidenciar a través de la formulación de sus políticas espaciales y la estructura orgánica que generaron3. No obstante, debido a la existencia de la brecha de desarrollo, estas nuevas capacidades han sido logradas bajo intensa actividad de cooperación con Potencias Espaciales, apostando por una mayor congruencia ideológica entre ambas partes4 , con el propósito de adquirir tecnología, conocimiento y experiencia relevante para sus programas espaciales nacionales. Esta actividad, dado que se realiza entre dos Estados, ha estado contextualizado en la actividad de cooperación internacional.

De esta forma, hacia fines de la primera década del 2000, los principales elementos para entender el desarrollo espacial regional, continúan siendo aquellos en el dominio reservado del Estado, a pesar del surgimiento de los actores no estatales en actividades ultraterrestre, elementos tales como: la formulación de normas jurídicas y políticas espaciales nacionales, la composición orgánica de la infraestructura espacial nacional y su adhesión o no a las normas no vinculantes internacionales en materias espaciales.  Ello debido a que, consecuencia de que la actividad espacial regional permanece en el liderazgo del Estado, a través de los elementos mencionados es posible extraer la visión y objetivos del Estado en materias de actividades espaciales, determinando el cómo la región se inserta en el nuevo siglo desde y en el espacio.

Por qué América del Sur es una zona de incumbencia espacial

Tal como se ha revisado, el desarrollo de capacidades espaciales en los últimos 60 años de actividad ultraterrestre, no ha sido ajeno a los intereses estatales, si no que inclusive aquellas actividades de cooperación por el desarrollo, revisten intereses nacionales que se vinculan con la definición del Poder Nacional, situación intensificada con el fin de la paz hegemónica.

Considerando que las capacidades de base espacial han demostrado su mayor influencien los procesos geopolíticos por medio del incremento de la dependencia humana sobre la tecnolgìa espacial y la globalización de las comunicaciones, la tecnología y desarrollo espacial describe a sus ingenios como infraestructura crítica, debido a que su denegación o deterioro impide el desarrollo de los quehaceres cotidianos del ser humano en sociedad; incluyendo desde la planificación centralizada hasta la movilización militar.

En los últimos veinte años, la tecnología de base espacial ha permitido una acción más efectiva en la planificación central del Estado, permitiendo la reducción de gasto público una mayor racionalización en el empleo de los recursos fiscales. Ello, permite a los Estados que adoptan esta estrategia, la re-distribución de los recursos públicos, facultando el desarrollo de soluciones a grandes problemas públicos que dicen relación con infraestructura y resiliencia social. Este motivo, es un gran catalizador del por qué los Estados, aun los en vía de desarrollo, miran al espacio como una dimensión intersectorial, permitiendo el reconocimiento del espacio como un dominio más extensión natural del Sistema Internacional5.

El espacio, y la capacidad de mantener operaciones en èl sin presencia humana, se encuentran profundamente vinculados a la emergencia de nuevas Potencias internacionales. Estos poderes emergentes, han evidenciado estar en un proceso de expansiòn de influencia en zonas geográficas extra-regionales a sus orìgenes, lo que podría estar explicado por la búsqueda de desarrollo de su influencia y por tanto incremento del Poder dentro del Sistema Internacional.

En estos procesos de cooperación, se encuentran principalmente enfocados en regiones como América del Sur, no tan solo por contener países emergentes en lo espacial y que requieren de la cooperación para lograr capacidades en este dominio, si no porque contienen una nueva riqueza para esta actividad: su posición geográfica y esta, es crítica para los programas espaciales de estas nuevas Potencias y aquellas clásicas que buscan el dominio espacial6.

La ausencia de una infraestructura espacial en el hemisferio sur, en general, ha generado una ventada de oportunidad y competencia entre los Poderes Espaciales, para incrementar la seguridad operacional de sus propias misiones y reducir el riesgo. Esto se explica porque dado el bajo nivel de desarrollo espacial del Sur global, esta parte geográfica del globo no cuenta con las estaciones terrenas suficientes para ofrecer servicios de monitoreo de misiones, por ejemplo, satelitales. Este tipo de infraestructura es vital actualmente, con una competencia activa en misiones para el dominio espacial, por lo cual las Potencias Espaciales, se han enfocado en entrar en cooperación con estos Estados, a fin de que por medio de mecanismos de cooperación se logren generar estas preciadas instalaciones.

En esta nueva era de Poderes espaciales emergentes, América del Sur, incrementa su relevancia gracias a la posición geográfica que describe, puesto esta es beneficiosa para los intereses en términos de seguridad (safety) de las operaciones que podrían definir quién es el nuevo hegemón en el espacio. Asimismo, sus recursos naturales, han demostrado ser cruciales para el desarrollo de procesos industriales tecnológicos, siendo así una región de alto interés y una nueva zona de incumbencia para los Estados que disputan la hegemonía ultraterrestre.  

Esta nueva era de interés geopolítico representa una oportunidad para que las naciones sudamericanas aumenten su propio poder y prestigio nacionales a través de las actividades espaciales. Estas naciones han encontrado la oportunidad para reducir la brecha tecnológica al obtener acceso a las capacidades relacionadas con el espacio y mejorar sus infraestructuras nacionales a través de la colaboración y el comercio con los Poderes Espaciales, principalmente aquellos que desafían el actual Orden Internacional, como es el caso de China.

Así pues, América del Sur ha entrado en un proceso de adquisición de tecnología espacial basado en sus intereses nacionales individuales, la mayoría de ellos han adoptado políticas espaciales, leyes e infraestructura orgánica creada para albergar las capacidades recién adquiridas. Sin embargo, como la influencia de los Estados Unidos se ha reducido en la región, otros Estados han surgido con ofertas de acuerdos de cooperación y accesos a productos y soluciones de alto interés a través de la Región, tal como se describe en esta imagen:

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Este cambio en la influencia regional, explicado a través de la cooperación en materias de tecnología espacial, también ha dado pie a otras áreas de cooperación, como es el ámbito nuclear.

La creciente presencia de intereses chinos en la región, se vinculan principalmente a cooperación en actividad espaciales, revelando conexiones de colaboración en el ámbito militar espacial. Esta forma de transferencia tecnológica podría impactar en el balance de Poder dentro de la región, siendo posible de observar la voluntad de empleo de esta tecnología con esos fines, por medio de la formulación de políticas espaciales en los Estados de la región.

Formulación de Políticas Públicas Espaciales: Signos de cambios en la Balanza de Poder

Para capturar el desarrollo de la región en términos de cambios en los balances de poder, este documento se centrará en una revisión de seis casos de estudio: Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Perú y Venezuela. La selección de estos casos consideró la lógica de la selección no probabilística utilizando los siguientes criterios:

  1. Estados en posesión de a lo menos un sistema espacial operativo en los últimos ocho años, bajo administración nacional.
  2. Estados con a lo menos un instrumento normativo de la actividad espacial nacional.
  3. Estados con a lo menos una disputa territorial vigente.
  4. Estados que son miembros de la zona geográfica de América de sur.
  5. Estados con a lo menos una reserva de recursos naturales geoestratégicos.

En el nivel macro, existe fuerte evidencia de que, en la totalidad de los casos de estudios, las actividades espaciales han mostrado participación del Estado. Ello se refleja en el tipo de organización que lidera la actividad nacional:

Con respecto a los propósitos de los Estados, para participar en actividades espaciales, en los paìses observados, se evidenció que estos desarrollaron un instrumento de política pública que enfocaba las actividades espaciales en uno de los siguientes términos: desarrollo del país, mejora de su posición dentro del orden internacional o mejoras relacionado con algunas prioridades de planificación nacional8. Esto es un elemento de análisis relevante, por cuanto denota la intencionalidad de desarrollo de este tipo de capacidades bajo una visión estatal para fines definidos por el propio Estado, que puede ser o no completamente pacífico9. Asimismo, no existe evidencia, desde la definición de políticas espaciales, de la inclusión de terminología como “usos exclusivamente pacíficos”. No obstante, al ser signatarios del Corpus Iuris Spatialis, esta no inclusiòn de principios espaciales,, podrñia subsanarse por medio del principio de “Buena Fé” es decir, la intencionalidad de cumplir lo pactado por los Estados de la región en materias de tipo de actividad a conducir en el espacio10 .

Basado en el análisis de infraestructura autónoma de las organizaciones espaciales regionales, la evidencia muestra que en la mayoría de los casos existe vinculación del sector de las Fuerzas Armadas, tanto como usuarios y operadores, así como en los procesos de formulación política:

Esta evidencia también puede significar que las capacidades espaciales en América del sur, son consideradas de uso dual, es decir prestan servicios al sector de la Defensa y al sector civil. Esta vinculación con lo militar, indica que el espacio contribuye en la región activamente al sector Defensa, siendo susceptibles de ser considerados en sí como sistemas de armas y contribuyendo a la composición del Poder Nacional.

Finalmente, como la evidencia mostró vínculos de capacidad espacial con el sector de defensa, la investigación continuó para evidenciar políticas formuladas relacionadas con el apoyo a estas actividades. En cada caso, existe una amplia evidencia de la formulación de este tipo de políticas relacionadas con los sistemas espaciales. El resultado en cada estudio de caso, por lo tanto, es la formulación de políticas espaciales de la Defensa para el empleo de sus sistemas espaciales. El resultado en cada caso de estudio, de esta vinculación entre espacio y defensa, ha ido sobre la formulación de términos de empleo, creación de un ecosistema espacial nacional la modernización de las Fuerzas Armadas en orden de incorporar y emplear estos medios de forma eficiente y permitiendo la dualidad de empleo de los sistemas, en una lógica de cooperación intersectorial.

En este punto, América del sr, pareciera asimilarse a cualquier otro grupo de Estados emergentes en materias espaciales. Ello implica que a pesar de la brecha de desarrollo autónomo de tecnología espacial, para la región el punto relevante es cómo subsanar la eficiente incorporación de ésta para dar solución a problemas públicos, incluyendo ello la definición del Poder Nacional por medio de la modernización de sus Fuerzas Armadas en el dominio espacial, posiblemente con el propósito de reducir las brechas de desarrollo que incrementan la vulnerabilidad de los Estados regionales respecto a los proveedores de tecnología y que podrían afectar la consecución de los objetivos nacionales en el multidominio, incluyendo ello, el espacio ultraterrestre.

Desafíos futuros para el uso pacífico del espacio ultraterrestre

El estudio de las políticas normativas y la adquisición de tecnología de los países de América del Sur ha revelado que la modernización de las capacidades asociadas en el campo de batalla no solo está dado por el desarrollo autónomo (manufacturación nacional) de esas capacidades, sino que también está influenciada por actores internacionales. En este sentido, no hay evidencia de que el status quo de las actividades espaciales se mantendrá si la situación internacional cambia en materia de la balanza de Poderes tradicionales. En el estudio de caso, existe una fuerte tendencia al cambio de la relación tradicional interestatal, en busca de nuevos aliados, motivados por mayores incentivos para la colaboración con el fin de adquirir componentes tecnológicos más avanzados que puedan tener un impacto positivo en el contexto nacional, incluyendo ello la definición del Poder tradicional. En base a esto, la evidencia ha mostrado que la cooperación con actores como China, ha permitido a los Estados de la región incrementar la tecnología para desarrollar aspectos estratégicos de sus programas espaciales, pero que esta definición no responde a intereses externos, si no que es el propio Estado el que ha generado espacios de cooperación para acceder a los bienes necesarios para alcanzar su situación futura deseada. EN este escenario, China ha mostrado ser un socio más accesible o interesado en la región, situación que ha permitido la penetración de la tecnología e ideología china en la región, existiendo programas espaciales regionales basados exclusivamente en tecnología china11

Los países de la región, ha demostrado la habilidad de identificar esta tecnología espacial como de uso dual, permitiendo la mejora de todos los componentes del Poder nacional, por cuanto los beneficios de sus actividades espaciales son multisectoriales. Brasil y Bolivia, particularmente, por medio el desarrollo espacial, son hoy más resiliente frente a los nuevos desafíos y amenazas devenidos del cambio climático en materias de comunicaciones, impactando positivamente en materias de desarrollo humano y seguridad, tanto civil como militar.

Ciertamente, no todos los Estados de la Región logran los mismos niveles de influencia intra-regionalmente o en la comunidad internacional y ello no solamente se vincula con la condición inicial al generar este tipo de modernizaciones, si no que también dice relación con los objetivos que el Estado se fija por medio del uso y explotación del espacio, de su estrategia de desarrollo. Existen países como Brasil y Argentina, que por medio de sus políticas espaciales han definido como problema público el Poder Nacional, teniendo como objetivo el mejorar su posición en el orden Internacional y lograr una categoría superior dentro de la conceptualización de Potencias Espaciales. EN otros casos, como Bolivia, el objetivo es lograr una mejora del peso relativo respecto a un tercer Estado, en virtud de la detección de problemas territoriales o de disputa vigentes, es decir: una percepción del espacio como elemento del Poder para dar solución a un problema geopolítico tradicional.

 Este tipo de conducta, por medio de la modernización de un Estado en nuevos dominios (como el espacio), los cambios percibidos por el entorno tanto en materias de formulación de nuevas políticas domésticas, creación de alianzas y adquisición de capacidades, estimula a los Estados a buscar nuevos balances de Poder en virtud de la propia percepción de nuevos escenarios. Ello, junto al elevar la percepción de seguridad, genera nuevas dinámicas de Poder que, en el caso de la región, se vincula activamente con los conflictos geopolíticos clásicos, abriendo espacio al desarrollo de una escalada de Poder Espacial en la región.

Desde una perspectiva externa a la regiòn, esta dinámica en América del sur, puede ser evaluada como rentable para aquellos actores que poseen aspiraciones hegemñonicas, por cuanto permite incrementar su influencia y Poder internacional. En este sentido, el caso de China ejemplifica la relación de mutuo beneficio por cuanto China incrementa su poder en una zona de influencia no tradicional para el Estado a un costo menor, que es la transferencia de tecnología que ya produce y posee, facultando la penetración cultural y mecanismos de dominio propios del soft power. Contribuyendo al logro de su objetivos multidominio.

Finalmente, basado en las dinámicas geopolíticas tradicionales, la colaboración entre algunos Estados de la región y China, en lo que respecta a temas espaciales, esta debería ser una relación de corto plazo. Esto se debe a que el origen de estas colaboraciones está relacionado con la reducción de la brecha tecnológica en estas naciones, para aumentar su Poder nacional. Esto significa que, a largo plazo, para mantener estas relaciones, China deberá proporcionar un estímulo adicional al desarrollo de la capacidad espacial local a fin de mantener la colaboración bilateral. Mientras tanto, están surgiendo nuevas potencias espaciales que podrían ofrecer un mejor trato, con costos más bajos con respecto a la explotación de los recursos naturales (que serán exigidos por su propio proceso de industria espaciales) y términos más aceptables con respecto a cuestiones relacionadas con asuntos nacionales y de soberanía.

En última instancia, el uso del espacio, y sus tecnologías asociadas, para cualquier Estado, sigue centrado en los objetivos e intereses nacionales con respecto a las necesidades asociadas con un programa espacial. El dominio espacial es como cualquier otro dominio, ya que la forma en que se ve y se utiliza tiene un impacto en el Poder Nacional, porque está vinculado a la dinámica social entre la sociedad y los beneficios tecnológicos percibidos. Los cambios en la dinámica social, incluidos los conflictos de pequeña a gran escala, se verán cada vez más afectados por las actividades espaciales y, finalmente, por las operaciones multidominio a medida que se realicen los avances tecnológicos.

La existencia de Estados sin capacidad espacial autónoma, es solo una evidencia de la brecha económica que existe en algunas regiones, pero no debe confundirse con la falta de interés de esas naciones en obtener los beneficios de las capacidades espaciales en términos de aumentar su respectivo Poder Nacional, particularmente a través de aplicaciones militares, ya que presagian seguridad y reducen la incertidumbre en posibles conflictos futuros.

Victoria Valdivia Cerda
Cientista Político, Magíster en Estudios Internacionales – Asesor en Política Espacial y mentora de space4women- UNOOSA.

*Nota reproducida con el permiso de la autora y publicada originalmente en JAPCC 2020- Conference – NATO
**Los comentarios y opiniones vertidas en este documento representan el pensamiento de su autora, no necesariamente de la institución.


Endnotes
1. Only in two cases (Brazil and Argentina), the space era began with the development of space technology, also they both have declared their origin of space activities as a key asset to their change into the International Order, searching the increment of National Power.
2. In addition, there is early evidence of space activity in Peru in the same decade, at least at the level of plans and policies formulation.
3. This conduct is explained in the context that the end of pax Americana era, and the end of United States hegemony increased uncertainty levels in the international dimension. It is possible to change hegemon, so it is possible to change the position on the International Order, putting on the edge old geopolitical conflicts and prompting States to modernize their capabilities in order to add new elements in the definition of National Power.
4. Space Power will be understood as those states that by virtue of their Space capabilities have influence in the international system and on other state actors.
5. TESIS: 1. Valdivia, Victoria. ‘El espacio ultraterrestre como factor para el desarrollo y su presencia en la Política Internacional. La situación de Chile y América Latina. Hacia la profundización de una política espacial con perspectiva estratégica para nuestro país’. Tesis para optar al grado de Magíster en Estudios Internacionales, Universidad de Santiago de Chile, 2016.
6. BOOK: 1. Al Rondhan, Nayef. ‘Meta-Geopolitics of Outer Space: An Analysis of Space Power, Security and Governance’, United Kingdom, edited by Palgrave-McMillan, 2012.
7. As with the element tantalum, high-value geostrategic mineral for the development of the technology industry, a key component in the development of high technology industry.
8. Like the case of Argentina and Brazil both define their goals in outer space activities in order to improve their own position in the International Order. In the case of Chile, space policy defines the national interest in order to improve national capabilities for national development (linked to the increase of national capabilities and the National Power because it means an increase in economic, political, diplomatic, social and technological Power).
9. Ibid. 5.
10. Principle of good faith refers to that principle of international relations by means of which it is assumed that the conduct of a state will be in the terms of public international law.
11. Like the case of Bolivia. In this case all space infrastructure is product of cooperation with China. It includes: space platforms, ground-based systems and instruction´s programs.

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