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Reflexiones a propósito del “Integrated Operating Concept 2025” de las Fuerzas Armadas del Reino Unido.

9 de octubre de 2020
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Reflexiones a propósito del “Integrated Operating Concept 2025” de las Fuerzas Armadas del Reino Unido.

 

El Ministerio de Defensa del Reino Unido difundió recientemente un documento llamado “The Integrated Operating Concept 2025[1], que en el ámbito de la Defensa llama a desarrollar un nuevo concepto más allá de lo conjunto, para centrarse en la necesidad de una integración total, no solo de los medios propios, sino de dichos medios en estrecho contacto y coordinación con los medios de países aliados, para enfrentar así las actuales amenazas y desafíos del actual escenario internacional en su modalidad de conflicto tradicional o asimétrico.

El texto, que dice contener el “cambio más significativo en el pensamiento militar del Reino Unido en varias generaciones”, asume que la naturaleza de la guerra no ha cambiado, ya que la guerra continúa siendo un fenómeno violento y político. Sin embargo, es el carácter de la guerra lo que hoy se encuentra en plena evolución hacia un área gris, en que el conflicto abarca todos los ámbitos, siendo más difícil de detectar adicionalmente por el uso de armas y dimensiones propias de la era de la información, como campañas informáticas, ciber ataques, “fake news”, grupos armados no pertenecientes a Ejércitos formales, etc. En suma, la respuesta a lo anterior se debe dar mejorando la integración de todos los medios disponibles.

Esto nos lleva a pensar, respecto de cuáles podrían ser los impactos de dicha apreciación para Chile, que está inmerso en la misma realidad internacional, aunque lógicamente con las diferencias propias de nuestra acotada realidad geopolítica y geoestratégica.

  1. Principales ideas del texto “Integrated Operating Concept 2025.
  2. El texto británico nos señala que nos encontramos en un momento preciso para efectuar un cambio estratégico hacia una mayor integración de todos los medios disponibles, en función de la evolución de las amenazas.
  3. Lo anterior está basado en que los actuales adversarios no necesariamente reconocen las leyes del conflicto y/o principales normas internacionales. Ello en un escenario en que las nuevas tecnologías se encuentran erosionando la cohesión de los ciudadanos a nivel nacional.
  4. Los potenciales adversarios han estudiado la forma occidental de hacer la guerra y en consecuencia han adaptado y modernizado sus propias estrategias y capacidades respectivamente.
  5. La tradicional competencia entre Estados, hoy más que nunca, abarca todos los instrumentos de poder afectando el ámbito, político, social económico, tecnológico y militar, orientado a afectar la cohesión nacional. La meta tal como lo estableció Sun Tzu, es ganar el conflicto, sin combatir o usar la fuerza militar.  Es un contexto estratégico complejo, dinámico y competitivo, en que la sociedad occidental es vulnerable en función a su apertura internacional.
  6. En un clásico modelo estratégico de conflicto, estábamos acostumbrados a la distinción de guerra y paz, público y privado, externo o doméstico, estatal y no estatal, ámbito de seguridad o de defensa nacional. Hoy dichos conceptos son irrelevantes, ya que la batería de amenazas están dirigidas a influenciar audiencias, actitudes, creencias y conductas, con técnicas bajo el umbral de la guerra, pero igual de efectivas, sin hacer diferencias en los conceptos antes mencionados.
  7. Por otra parte, el ritmo del desarrollo tecnológico y su proliferación se encuentra afectando la magnitud y profundidad del espectro de la amenaza. Como podemos evidenciar en Siria e Irak, el fácil acceso a las tecnologías comerciales ha sido un elemento disruptivo en el ámbito económico y en el carácter de la guerra. Con todo, nos encontramos en un punto de inflexión entre la era industrial y la era de la información. En ello los viejos paradigmas no necesariamente contienen la respuesta, para los problemas del presente y futuro inmediato.
  8. Teniendo en cuenta lo anterior, el texto destaca como principales medidas para responder a dichos desafíos los siguientes temas:  El elemento más relevante es la calidad del personal, junto a fortalecer las alianzas, incrementando la innovación y experimentación, teniendo siempre presente los valores y virtudes de la sociedad, como centro de gravedad. Ello tiene sentido si el adversario quiere minar la cohesión nacional, parece de toda lógica fortalecer precisamente dichos valores y virtudes.
  9. El concepto que subyace en el texto es que la mejor integración en todos los niveles presenta la mejor ventaja, para poder influir en las condiciones y oportunidades de la actividad estratégica. Con ello evitamos estar reaccionando permanentemente, al accionar de otros actores. Para poder lograr dicha total integración aparecen como efectos a lograr los siguientes: Integración en todos los dominios de la conducción militar de la defensa nacional. Consolidado lo anterior lograr la integración nacional, junto a una estrecha relación con aliados internacionales, buscando poseer siempre la ventaja informacional, para ser más asertivos.
  10. En lo estrictamente militar, es imperativo la integración conjunta de las cinco dimensiones del conflicto, terrestre naval, aérea, espacial y ciberespacio.  Consolidar el nivel conjunto constituye un imperativo.
  11. Se asume que el tradicional concepto de disuasión requiere ser manejado en forma más dinámica y mejor afinado. A  los tradicionales conceptos referidos a la disuasión de: comprensión, credibilidad, capacidad y comunicación, debemos incluir uno adicional de “competición”. Dicha competición se dará bajo el nivel de conflicto o umbral de la guerra, con la finalidad de evitarla o prevenir que otro adversario logre sus objetivos en estrategias de hechos consumados. Será una disuasión con una mayor amplitud de medios disponibles y dirigida a un espectro mayor de objetivos.
  12. La guerra o el uso de la fuerza continuará siendo una herramienta política de último recurso. Debemos generar una capacidad y habilidad de generar un componente físico militar que le otorgue credibilidad a nuestra estrategia de disuasión, mientras el adversario tratará de asegurarse que no tengamos opción alguna. Debemos condicionar los términos de dicha batalla en el lugar y tiempos de nuestra ventaja y elección.
  13. La integración total asegura el efecto multidominio que otorga sinergia a los impactos buscados, siendo mucho más que la suma de sus partes (terrestre, naval, aéreo, ciber y espacial).
  • Principales reflexiones para el caso nacional.

Si consideramos que el espectro de la fuerza militar en el caso nacional, hoy se encuentra siendo empleado cada vez con mayor énfasis en tareas complementarias, pero necesarias para la seguridad nacional. Sin embargo, tenemos que preguntarnos si nuestro personal, equipamiento y entrenamiento será el adecuado para tener razonables posibilidades de éxito en el futuro inmediato, así como si los niveles de integración conjunta están lo suficientemente bien definidos, entrenados e integrados. Más aun cuando el desafío que avizoramos a futuro es de una integración total de los diversos instrumentos de poder del Estado, junto con la integración de algunas capacidades con medios de países aliados.

Chile, hoy no se encuentra alejado ni inmune a los efectos del escenario internacional. Las fuerzas, positivas y negativas, desatadas por el fenómeno de la globalización impactan a todos los Estados, solo existen diferencias de mayor o menor intensidad, que poseen impacto directo en la capacidad estatal para dirigirlos o neutralizarlos. Mientras más débil o inexistente sea su arquitectura de seguridad y estratégica, mayor será su vulnerabilidad y costos de el accionar de actores externos.

Respecto a la posibilidad del uso de la fuerza en su modalidad más extrema la guerra.  Si bien es cierto, que la función basal más relevante es la preparación de la fuerza militar para la guerra, es igualmente verdadero que dicho esfuerzo es el que permite día a día la paz que el país requiere para su desarrollo y bienestar. Es decir, sin las Fuerzas Armadas o la Defensa Nacional no habría paz. La posibilidad que otro actor amenace los intereses vitales del país no depende de nosotros, depende de la capacidad e intenciones de un potencial adversario. De allí que, el seguro de vida se encuentra precisamente en la existencia de las capacidades de la defensa nacional. Como expresó Michael Waltzer (1977), en frase normalmente atribuida a Trosky, “puede que a usted la guerra no le interese, pero la guerra –como fenómeno humano- posee un especial interés en usted”.

En el caso nacional, estamos en plena evolución hacia el fortalecimiento del accionar conjunto de las instituciones de la Defensa Nacional y ello constituye sin duda una buena noticia. Pero cuando el actual escenario demanda ahora capacitar a la fuerza militar para emplearse en modalidades interagenciales, justo se empieza a hablar de la modalidad que involucra una “integración total”. Eso indica, que es necesario consolidar rápidamente lo conjunto, para moverse prontamente hacia dicha integración que involucra la defensa nacional con el gobierno e instituciones nacionales de la sociedad y privadas, así como con los aliados internacionales. De igual forma, la arquitectura de seguridad es una demanda imperativa. En dicho contexto, la capacidad tecnológica de contar con mejor y pronta información será vital para un eficiente uso de los recursos nacionales y militares. Se asume que quién primero formule un panorama situacional, quedará en mejores condiciones de resolver más rápido que el adversario o amenaza y en consecuencia, cerrar el ciclo con el uso de la fuerza a través de las armas más apropiadas, en su modalidad más adecuada.

Es precisamente esta “integración total” la que debe ser asegurada por la capacidad de interoperabilidad de las plataformas en uso. Dicha interoperabilidad es un asunto de la mayor relevancia y criticidad. Sin dicha capacidad, sin panoramas comunes, sin coordinar profunda y efectivamente, nos quedaremos con escasas posibilidades de lidiar con los desafíos. Se requiere capacidad de adaptación permanente, visualizando el cambio como una oportunidad, en que la capacidad profesional del personal y sus habilidades deberán ser seleccionadas desde una base mayor y de mayor calidad. Captar y retener el talento, se convertirá en un objetivo esencial de la defensa nacional.

Se avizoran en el escenario amenazas derivadas de una erosión de las normas y tratados internacionales, junto a la posibilidad de uso de armas nucleares tácticas, por parte de los grandes actores, pero con repercusiones globales, en un contexto de un control de armas más debilitado.  El aspecto informacional y la ciberseguridad adquirirán relevancia central para una estabilidad, tanto interna como externa. Quienes hoy no adopten las medidas, pagarán un alto costo en el accionar de grupos adversarios o criminales en contra de nuestro “estado de derecho” y seguridad de los ciudadanos. Más aún con la capacidad del ciberespacio de dañar infraestructura critica a través de este dominio. Aparecerán cada vez con mayor intensidad, como principales acciones remotas a nuestra seguridad, el ciberespionaje y el cibersabotaje.  Defender nuestras capacidades nacionales y de los sistemas de armas de la defensa nacional, de este tipo de amenazas, representa una actividad del mayor nivel de relevancia. Ello representa hoy una grave vulnerabilidad en el caso chileno.

El uso de la fuerza militar debe incorporar en todas sus operaciones el elemento comunicacional. Sin dicha, capacidad no podrá presentar correctamente su narrativa e intenciones, viéndose afectado seriamente su empleo al no contar con el apoyo local, para el correcto desempeño de sus tareas y funciones. Más relevante deberá contar con capacidad de abordar campañas en su contra, montadas a través de falsas difusiones o “fake news”.

Chile se encuentra en un momento clave para mejorar su capacidad estatal y su estructura de seguridad para enfrentar los desafíos del actual escenario internacional, que le permitan neutralizar mejor los riesgos y amenazas, así como aprovechar las oportunidades. Lo que no debiera continuar haciendo es mantener la situación actual, ya que el costo de implementarlo será directamente proporcional a cuanto más postergue la decisión.

La integración total en los ámbitos políticos -a través de una arquitectura de seguridad- y estratégicos -por medio de superar lo conjunto-  respectivamente, así como su lógica coordinación, debe ser resuelta e implementada como parte del proceso de modernización del Estado, para contar con herramientas más efectivas en el proceso de toma de decisiones políticas referido a la seguridad y la defensa nacional.

Ello lleva aparejado la necesidad de profundizar y consolidar lo conjunto, lo antes posible, para poder avanzar hacia un sistema de mayor integración, que permita un uso sistémico y coordinado de todas sus actuales capacidades. Deberemos resolver como integraremos prontamente la dimensión ciber espacio y espacial en la fuerza militar.

Si se pensaba que la fuerza militar era un instrumento que, en el actual escenario internacional, no sería tan relevante o que había perdido su importancia relativa, los hechos demuestran que ello esta lejos de convertirse en una realidad. Más aún, la fuerza militar al servicio del Estado y sus ciudadanos ampliará su espectro de utilidad, con la finalidad de generar las condiciones para un ambiente más seguro que beneficie un mayor desarrollo, frente a los diversas vulnerabilidades y amenazas que ya están en el horizonte.

Finalmente, para poder tener razonablemente posibilidades de éxito, en dicha empresa estratégica, debemos cambiar la forma en que hemos enfrentado estos desafíos, más de lo mismo no será la solución. En otras palabras, debemos cambiar la forma en que nos aproximábamos a la solución de los problemas ya que el contexto ha cambiado y requiere de nuevas formas de pensar y actuar. La procastinación no es una opción, sino que un serio error de pensamiento estratégico.

John Griffiths Spielman


[1] Disponible en https://www.gov.uk/government/publications/the-integrated-operating-concept-2025 Acceso 02 de septiembre 2020.

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