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TRADUCCIÓN | Una vista previa de la política exterior de Joe Biden: ¿Las mayores diferencias entre el nuevo presidente y el anterior? Experiencia, civismo y aprecio de los aliados – James Stavridis

9 de noviembre de 2020
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TRADUCCIÓN | Una vista previa de la política exterior de Joe Biden: ¿Las mayores diferencias entre el nuevo presidente y el anterior? Experiencia, civismo y aprecio de los aliados – James Stavridis

Conocí a Joe Biden cuando fui jefe de uno de los Comandos Militares Operacionales de la administración de Barack Obama, primero en el Comando Sur de los Estados Unidos y luego más profundamente en mis cuatro años en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En una cena ofrecida por el embajador de Estados Unidos en la OTAN en Bruselas, vi al entonces vicepresidente Biden reunirse con embajadores y ministros de Relaciones Exteriores de las otras 27 naciones que estaban en la alianza.

Biden compartió alrededor de la gran mesa y pudo hablar en profundidad sobre un gran número de países, desde la enorme Alemania hasta la pequeña Islandia, con un breve comentario sobre una visita a ésta o aquella ciudad, o una anécdota reveladora sobre un jefe de Estado, o una adecuada observación sobre la política actual. Este no fue el resultado de los aportes y asesorías proporcionadas por su personal, Biden lo hizo de memoria y fue una demostración natural y no forzada de su largo período de servicio público, no solo a nivel nacional, sino también en el mundo en general.

Si bien la campaña electoral de 2020 se centró comprensiblemente en cuestiones internas, recordemos que Biden es un ex presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y, en consecuencia, reforzar la primacía geopolítica de los Estados Unidos será una de las prioridades de su agenda.

Traerá consigo al gobierno, un equipo profundamente experimentado de asesores de política exterior y de seguridad, muchos veteranos de la administración Obama. Habiendo trabajado junto a casi todos ellos, diría que este podría ser el grupo inicial más profundo que cualquier presidente haya traído a la Casa Blanca en la era posterior a Vietnam. Entre ellos: Nicholas Burns, William Burns y Tony Blinken quienes ocuparon los puestos más importantes en el Departamento de Estado; Avril Haines y Michael Morell también ayudaron a dirigir la CIA; Michele Flournoy, Lisa Monaco y Jeh Johnson ocuparon puestos de alto nivel relacionados con la defensa y la seguridad nacional; Susan Rice fue embajadora ante las Naciones Unidas y asesora de seguridad nacional.

Queda por ver si todos estos actores asumirán roles oficiales, pero su sola difusión ya es un muy buen comienzo, siendo la probable estabilidad del equipo de política exterior de Biden una potencial y real fortaleza. Donald Trump ha tenido cuatro asesores de seguridad nacional en sus años de gobierno. Mientras que miembros del equipo de Biden han servido por períodos prolongados en el gobierno.

A medida que comenzamos a contemplar el enfoque de Joe Biden al mundo, vale la pena examinar las similitudes y diferencias con la administración saliente de Trump. Puede ser una sorpresa, pero muchos aspectos de la política exterior y de seguridad probablemente continuarán en su trayectoria actual, aunque con un estilo y formas diferentes.

Biden ha señalado que tiene la intención de adoptar una postura relativamente dura sobre China, por ejemplo. Esto incluirá continuar abordando la serie de desafíos pre-Covid que Estados Unidos tiene con Beijing: reclamos de territorialidad y construcción de islas artificiales en el Mar de China Meridional; desequilibrios comerciales y arancelarios; robo de propiedad intelectual; y oscuros conflictos en ciberseguridad.

También habrá una presión continua sobre varios grupos terroristas, incluidos al-Qaeda, el llamado Estado Islámico y Al Shabaab en África Oriental. Lo mismo sucede con la presión económica y diplomática sobre el corrupto régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Y la idea general de traer a casa tropas de “las guerras eternas” es probable, aunque a un ritmo más mesurado, según las condiciones sobre el terreno.

Pero las diferencias serán mucho más pronunciadas que las similitudes. En la parte superior de la lista estará un regreso inmediato (y sensato) a los Acuerdos Climáticos de París, lo que hará que Estados Unidos vuelva a asumir un papel de liderazgo en los esfuerzos ambientales internacionales. Ésta es una zona potencial de cooperación con China que sospecho que se explorará seriamente.

Este esfuerzo global más colegiado en el clima se acompañará de un mayor reconocimiento por la cooperación con otras organizaciones internacionales: la Organización Mundial de la Salud y otras entidades de las Naciones Unidas; grupos regionales como la Organización de Estados Americanos y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático; y, mi querida institución, la OTAN.

De manera similar, este equipo estará más inclinado a invertir en tratados internacionales, como herramientas para ayudar a dar forma al mundo de manera que ayuden a los objetivos de Estados Unidos. En la parte superior de la lista habrá un nuevo acuerdo de limitación de armas estratégicas con Rusia, para reemplazar el nuevo pacto START que expira, y quizás con el tiempo con China. Rusia también ha manifestado su voluntad de llegar a un acuerdo en este ámbito.

La administración de Biden también considerará revisar el tratado de fuerzas nucleares de alcance intermedio, que fue abandonado por la administración Trump; el acuerdo de cielos abiertos para la verificación de armas nucleares; y posiblemente el acuerdo nuclear iraní. Todo esto marcará un regreso a la diplomacia clásica.

A menudo me preguntan sobre la postura del presidente Biden en el presupuesto de defensa. A pesar de algunos llamamientos del ala izquierda del Partido Demócrata para recortar profundamente la defensa, sospecho que la cantidad en dólares se mantendrá igual o caerá en uno o dos por ciento.

Sin embargo, habrá un reajuste dentro de ese presupuesto para enfatizar las herramientas de guerra del siglo XXI: ciberseguridad; vehículos no tripulados (no solo drones aéreos, sino también satélites, submarinos no tripulados y barcos de superficie); Fuerzas especiales; armas hipersónicas; e inteligencia artificial. Esto vendrá a expensas, probablemente, de los niveles de tropas y algunas plataformas grandes muy caras (portaaviones y equipos de combate de brigadas del Ejército). La modernización del arsenal nuclear de la nación, iniciada con Obama, puede quedar en suspenso.

En términos de actores específicos, el grado de similitud y diferencia entre Trump y Biden variará. De Irán se debería esperar un regreso a las negociaciones, pero no exactamente al acuerdo nuclear previo. Corea del Norte podría encontrar la voluntad de considerar soluciones creativas, como permitirle cierto número de armas nucleares, pero con restricciones e inspecciones en los sistemas de vectores.

Es poco probable que dos líderes que disfrutaron de un acceso privilegiado y una relación cálida con Trump, Recep Tayyip Erdogan de Turquía y Vladimir Putin de Rusia, encuentren el mismo grado de amistad.

Con China, se debiera buscar el desarrollo de una Estrategia China independiente, que probablemente será de garrotes y zanahorias en su ejecución. El equipo de Biden también debiera impulsar los derechos humanos y las libertades políticas con respecto a Hong Kong, Taiwán y los uigures.

Los aliados tradicionales, tanto en el Pacífico como en Europa, continuarán teniendo socios colaboradores en el Pentágono y el Departamento de Estado. Los estados árabes como Arabia Saudita encontrarán en EE.UU. un aliado pragmático que busque construir una coalición para presionar a Irán, pero también una que los obligue a trabajar en materia de derechos humanos.

Muchos israelíes lamentarán que Trump se vaya, pero rápidamente se adaptarán a Biden. Tiene una relación personal larga y sólida allí y, por ejemplo, no buscará revertir el traslado de la Embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén. El equipo de Biden apoyará el fortalecimiento de los lazos entre Israel y los estados árabes frente a los desafíos iraníes.

En África y América Latina, habrá un respeto sincero (por ejemplo, no más alusiones a los “países de mierda”) y un esfuerzo por construir soluciones de beneficio mutuo, asumiedo nuestras diferencias.

Los aliados y amigos estarán cautelosos después de cuatro años de división y la política de “America First”, que a veces tendió hacia “America Alone”, ya que la administración se retiró de los acuerdos, retiró las tropas y se alejó de los métodos tradicionales de hacer negocios, en la esfera internacional. Una administración de Biden no los hará felices a todos, ni en todos los temas, pero casi todos le darán la bienvenida a un cambio.

James Stavridis
08 de Noviembre de 2020


Texto publicado originalmente en Bloomberg.com y autorizado reproducir en español, para Athenalab por el autor. Disponible en: https://www.bloomberg.com/opinion/articles/2020-11-08/biden-s-foreign-policy-follows-trump-on-china-venezuela-terrorism

James Stavridis es un columnista de Bloomberg. El es un Almirante retirado de las Armada de los EEUU de A. y ex Comandante de las FuerzasAliadas de la OTAN. Decano Emerito de  la Escuela “Fletcher School of Law and Diplomacy” de la Universidad de Tufts. Además, es consultor en “Carlyle Group” y dirige la junta asesora de McLarty Associates.

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