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ANÁLISIS | La nueva estrategia de seguridad de Japón tiene que ver con la defensa, no con la ofensiva

22 de diciembre de 2022
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ANÁLISIS | La nueva estrategia de seguridad de Japón tiene que ver con la defensa, no con la ofensiva

La semana pasada, Japón dio a conocer su cambio de su política de seguridad y el aumento del gasto en defensa más significativos de la era de la posguerra.

Se establecieron tres nuevos documentos para redefinir la estrategia del país, los requisitos de una nueva postura y las prioridades de planificación de adquisiciones para la próxima década. Al revelarlos, el primer ministro Fumio Kishida dejó en claro que la premisa de los documentos es un reconocimiento de que el orden internacional se enfrenta hoy a grandes desafíos.

Desde Europa hasta la región del Indo-Pacífico, las acciones estatales amenazan con socavar el estado de derecho hasta su esencia.

La guerra de Rusia contra Ucrania viola los derechos territoriales soberanos fundamentales. La coerción militar y la interferencia sistemática de China han planteado el espectro del uso de la fuerza en otras disputas no resueltas. Como señala la nueva estrategia de Japón, las acciones de estos dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU están cambiando fundamentalmente el contexto del enfoque de Tokio hacia la seguridad nacional.

Muchos titulares se han centrado en la ambición de Tokio de duplicar su presupuesto de defensa al 2% del producto interno bruto, lo que sugiere que esto puede no ser compatible con el compromiso constitucional del país de renunciar a la guerra como herramienta para resolver disputas internacionales. Algunos observadores ven específicamente la decisión de Tokio de priorizar las capacidades de contraataque destinadas a degradar la capacidad de un oponente para lanzar múltiples oleadas de misiles contra Japón como particularmente problemática en términos constitucionales.

Estas percepciones, sin embargo, reflejan un malentendido de la Constitución, confundiendo la naturaleza de la política de seguridad con los medios para lograrla.

En Japón, el “potencial de guerra” está más allá del alcance de la defensa nacional. Esto deja al gobierno de turno la tarea de aclarar cómo las capacidades se relacionan con esta noción. Además, si bien el aumento del presupuesto es notable, no equivale a una duplicación del gasto en defensa, ya que incluye la recapitalización de partidas de gasto que antes se categorizaban en otros lugares, como la Guardia Costera de Japón.

Crucialmente, el enfoque selectivo en el dinero y los misiles distrae la atención de tres desarrollos cruciales reflejados en los nuevos documentos.

En primer lugar, reflejan una visión del mundo desde la realpolitik. La competencia militar, política y económica por la supervivencia, si no por la reafirmación, de regímenes autoritarios como los de Moscú, Beijing y Pyongyang, están definiendo la política internacional. Esto exige una respuesta integral en la que la configuración de la futura prosperidad económica y la garantía de un equilibrio militar estable sean dos caras de la misma moneda. En consecuencia, la nueva estrategia de Japón da prioridad a la integración de la diplomacia, la economía y el poder militar. Reconoce la fuerza militar como una herramienta de la gobernanza capaz de producir efectos junto con la ayuda exterior y los proyectos de conectividad económica.

En este sentido, la nueva estrategia representa la culminación de la doctrina del difunto primer ministro Shinzo Abe de establecer un Japón proactivo; consolidaría este legado al formalizar la función de suscripción del compromiso con la defensa en la promoción de la prosperidad en un mundo en disputa.

Esto conduce a un segundo desarrollo importante. En un mundo de realpolitik de guerra y coerción en el que los límites entre ofensa y defensa se han reducido y las sociedades se consideran objetivos potenciales, el centro de gravedad de una política orientada a la defensa tiene que cambiar.

Por primera vez, un documento de estrategia de defensa japonesa ha introducido la noción de operaciones de disuasión flexibles como primera línea de defensa. Ya sea para proteger las islas en alta mar, evitar enfrentamientos en el estrecho de Taiwán o detener los ataques con misiles desde la península de Corea, la postura de defensa de Japón tiene como objetivo aumentar los costos de considerar cualquier acción de este tipo.

Esta es la razón por la cual la transformación de la estructura de mando militar de Japón con el establecimiento de un cuartel general conjunto permanente representa un paso crucialmente importante en la transformación de la capacidad de conducción de la defensa del país. Junto con la promoción de una mayor integración aérea y marítima, tanto entre las diferentes agencias japonesas como con los militares EE. UU., Tokio está traduciendo los esfuerzos existentes en capacidades de inteligencia, vigilancia y reconocimiento más sólidas y una capacidad mejorada para la selección de objetivos integrados.

Cuando se combinan con planes de contraataque para áreas específicas como misiles y capacidades cibernéticas, las opciones de Japón dificultarán que los oponentes usen la coerción. Esto apunta a un tercer desarrollo. Es probable que una colaboración militar más estrecha entre EE. UU. y Japón facilite la consolidación de las tendencias existentes en la cooperación con socios como Australia, India, el Reino Unido, Francia y la OTAN.

Por un lado, Japón continuará fomentando la acción colectiva entre agrupaciones “minilaterales” ad hoc, así como foros institucionalizados como el Grupo de los Siete para promover iniciativas de prosperidad, resiliencia económica y seguridad cibernética y marítima. Por otro lado, más allá de la colaboración con Washington, las nuevas estrategias de Japón indican un apetito por buscar la cooperación operativa y las oportunidades industriales para fortalecer la resiliencia nacional, respaldar formas colectivas de disuasión y favorecer las exportaciones de defensa para apoyar a sus socios.

Los acuerdos de acceso de defensa recíproca con Australia y el Reino Unido están abriendo el camino para plantar las semillas para una capacitación y operaciones más sustantivas. Acuerdos como el Programa Aéreo de Combate Global con el Reino Unido e Italia anunciados este mes para el desarrollo conjunto de un avión de combate de próxima generación marcan la entrada de Tokio en el desarrollo cooperativo de importantes capacidades militares.

Queda por ver cómo pagará el gobierno japonés por este cambio estratégico, ya que los aumentos de impuestos siguen siendo controvertidos. Sin embargo, no hay duda de que los nuevos documentos de seguridad de Japón son un poderoso recordatorio de que en el mundo disputado de hoy, el negocio de la seguridad nacional exige que la primera línea de defensa se convierta en un esfuerzo colectivo para ser llevado más cerca de donde está el oponente.

Alessio Patalano

Profesor de Guerra y Estrategia en el Este de Asia del King’s College London y visiting fellow del Centro de Estudios Estratégicos de la Armada Real Británica.

22 de diciembre de 2022

*Publicado originalmente en el sitio Asia Nikkei y reproducido con el permiso del autor.

** Los comentarios y opiniones expresadas en este documento representan el pensamiento de sus autores, no necesariamente de la institución.

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