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COLABORACIÓN EXTERNA | FASat-Delta: Un nuevo salto en la carrera espacial de Chile

12 de junio de 2023
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COLABORACIÓN EXTERNA |        FASat-Delta: Un nuevo salto         en la carrera espacial de Chile

Con la puesta en órbita del satélite FASat-Delta, Chile dio esta semana un nuevo salto en su desarrollo espacial, mejorando sustantivamente la capacidad de observación y comunicación de un país tricontinental y que presenta desafíos como la mitigación del cambio climático y los desastres naturales. A bordo de un cohete Falcon 9 de la compañía SpaceX, que despegó desde la Base Vanderberg, en California, el aparato puesto en órbita será operado por la Fuerza Aérea de Chile (FACh), que de esta forma ya cumple cuatro décadas en el espacio.

Consciente de la importancia del uso de estas tecnologías, la FACh comenzó a impulsar la actividad dentro de sus filas ya desde la década de 1980, preparando una masa crítica de profesionales capaces de insertar a la institución y al país en su propia carrera espacial. En la década de 1990, el entonces comandante en jefe, general del Aire Ramón Vega Hidalgo (QEPD), dispuso un equipo multidisciplinario que tendría la tarea de dar el primer paso hacia la inclusión de una capacidad satelital a Chile. Este primer satélite, llamado inicialmente CondorSat y finalmente FASat-Alfa, sería “el imprescindible primer paso que debe servir para adquirir la experiencia científica básica, que nos permita continuar con posteriores etapas más complejas y superiores”, como lo describió el general Vega en el marco de la conmemoración del aniversario institucional en 1994.

Este pequeño satélite de 70 kg que ocuparía un lugar en la órbita baja (Low Earth Orbit o LEO, por sus siglas en inglés), cumpliría diversas tareas de relevancia para el país, como lo son el monitoreo de la capa de ozono y registrar imágenes del territorio nacional en distintas bandas del espectro electromagnético. Lamentablemente y por problemas del componente de separación del satélite SICH-1 de origen ucraniano, al cual iba adosado para alcanzar su órbita final, el FASat-Alfa no logró entrar en operación. Viendo este desperfecto como un aprendizaje y una oportunidad, la Fuerza Aérea de Chile continuó sus esfuerzos para mantener a Chile dentro del mundo espacial, logrando para 1998 poner en órbita el FASat-Bravo, satélite gemelo del FASat-Alfa, el cual cumpliría los mismos propósitos y misiones. Al completar 13.000 órbitas en tres años de operación, el FASat-Bravo daba un paso al costado al alcanzar el término de su vida útil a mediados del año 2000. En su paso por nuestra historia nacional, alcanzó a capturar y transmitir más de 1.200 imágenes de nuestro territorio nacional con una resolución espacial de 2 km por píxel. Si bien esta capacidad de distinguir estructuras de pequeño tamaño es insuficiente para realizar análisis detallados de la superficie terrestre, este satélite cimentó las bases para el que sería su reemplazo, el FASat-Charlie.

Puesto en órbita en diciembre de 2011, el FASat-Charlie, cuya vida útil ha superado con creces los cinco años previstos de operación, lo cual sumado a su sensor multiespectral, ha permitido la captura de más de 250.000 imágenes de nuestro territorio con una resolución muy superior a su antecesor, con 1,45 m por píxel en modo pancromático y 5,8 m en modo multiespectral. Esta capacidad lograda por los ingenieros y personal de la FACh ha servido para efectuar múltiples análisis científicos y de monitoreo en beneficio del desarrollo nacional. Desde el análisis multiespectral de la vegetación afectada por los incendios forestales hasta el monitoreo de crecimiento poblacional y de los más de 900 campamentos irregulares a lo largo del territorio nacional, en un esfuerzo conjunto entre Servicio Aerofotogramétrico de la Fuerza Aérea de Chile y el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el FASat-Charlie ha dejado una huella indisoluble en la historia espacial de Chile y también una valla interesante que sortear para que nuestro país continúe desarrollándose y empleando las tecnologías espaciales en beneficio de sus ciudadanos.

Programa espacial nacional

Consciente de que el esfuerzo espacial nacional no debía radicarse exclusivamente en la Fuerza Aérea de Chile, ya que los beneficios que traen dichas tecnologías son transversales a todos los ciudadanos de la nación y a toda la industria nacional, el Alto Mando institucional propuso a las autoridades civiles una aproximación multisectorial para continuar manteniendo a Chile entre los países con presencia en el ámbito espacial. De esta forma, la Fuerza Aérea de Chile, a través del jefe del proyecto, general de Brigada Aérea (A) Luis Felipe Sáez C., designado para la delicada tarea de idear y materializar el Programa Espacial Nacional, estableció una estructura y organización nacional que permite integrar a los ministerios del Interior y Seguridad Pública, Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Bienes Nacionales, Transportes y Telecomunicaciones; Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación; y también al mundo de la academia nacional, en este creciente y apasionante mundo de las ciencias y tecnologías espaciales.

El Programa Espacial Nacional fue ideado sobre la base de cuatro pilares fundamentales: 1) Sistema Nacional Satelital (SNSat); 2) SNSat de Comunicaciones (SNSat-COM); 3) SNSat Centros Espaciales Regionales (SNSat-CER); y 4) SNSat Talento (SNSat-TAL). Este último incluye la generación a temprana edad de una masa crítica de estudiantes a través del Programa Espacial Escolar y la implementación de un Magíster en Sistemas Espaciales y de distintos diplomados de especialización, como son el de Operaciones Espaciales y de Geoinformación, con el propósito de fomentar y consolidar la formación profesional en la materia.

En el ámbito de la infraestructura, el SNSat contempla la implementación de un Centro Espacial Nacional principal en la ciudad de Santiago. Además, en conjunto con renombradas universidades del país, se comenzará la fabricación en Chile de los pequeños pero versátiles satélites que irán configurando la primera constelación chilena en órbita. Por su parte, el SNSat-CER tiene previsto la construcción de distintos centros espaciales de menor escala ubicados en regiones, inicialmente en Antofagasta y cercano a la ciudad de Punta Arenas, en la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena.

El camino por recorrer para lograr el objetivo final es medianamente largo en el tiempo. Por este motivo, el equipo multidisciplinario a cargo de este relevante proyecto nacional gestionó el acceso a más de 250 satélites ya en órbita y que permanentemente están observando y capturando valiosa información de nuestro planeta. Por supuesto, toda esta tremenda cantidad de información y datos requiere de un lugar físico para ir almacenándose, motivo por el cual, el proyecto también involucra la implementación de un data lake (o “laguna de datos”), situado en distintos puntos del país para lograr redundancia y protección de los datos ante fallos. En esto, el Servicio Aerofotogramétrico (SAF) de la Fuerza Aérea de Chile es uno de los actores relevantes, ya que con sus capacidades instaladas y las que se suman de este proyecto, contribuirá al procesamiento y distribución de las imágenes a los usuarios finales. Por su parte, el Grupo de Operaciones Espaciales (GOE), dependiente de la Dirección Espacial del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea de Chile, unidad que tiene la responsabilidad en la operación exitosa del FASat-Charlie, será el otro gran actor dentro de este programa espacial, aprovechando las capacidades de mando y control espacial consolidadas después de más de 15 años de experiencia en el ámbito espacial institucional. El Centro Espacial Nacional (CEN), que albergará el más moderno Centro de Procesamiento Avanzado de Data Geoespacial en el país, y los Centros Espaciales Regionales serán las piezas fundamentales de este delicado rompecabezas, permitiendo tanto el control de la constelación como la fabricación de los futuros satélites que nuestro país ponga en órbita. Sin duda que esto requiere de la mejor y más moderna infraestructura física y tecnológica, razón por la cual se incorporaron a los mejores expertos en la materia para diseñar y definir la arquitectura y aspectos tecnológicos de punta del que será el principal laboratorio espacial que haya tenido nuestro país hasta estos días.

Nuestra constelación ya cuenta con el FASat-Charlie, dos satélites adquiridos ya en órbita y la fabricación en el extranjero del FASat-Delta, que fue lanzado y puesto en órbita desde un cohete transportador Falcon 9 de la empresa estadounidense SpaceX. Además, el proyecto contempla la fabricación del FASat-Eco1 y FASat-Eco2, construidos enteramente en Chile, junto a siete microsatélites de utilización científica. Todo lo anterior será coordinado bajo un modelo de gobernanza del sistema espacial chileno que integrará, efectivamente, los distintos servicios públicos, la participación del mundo académico y de privados nacionales que quieran emprender en materias espaciales. Consolidado el éxito de esta constelación, en un futuro no lejano se prevé la incorporación de nuestro primer satélite de comunicaciones, abriendo al país a las oportunidades que brinda el ser autosuficiente en materias de conectividad nacional.

Ahora, existe una legítima preocupación sobre la necesidad de contar con este programa; variadas pueden ser las opiniones en materia de justificación del costo que este tiene. Sin duda que aquellos que se consideran detractores de este programa no encontrarán utilidad en lo que esta tecnología espacial trae para nuestro país y sus residentes. Pues bien, el estudio de los suelos para mejorar las condiciones y productividad de nuestra agricultura, por ejemplo, se logra fácilmente empleando imágenes, técnicas y procedimientos de análisis de imágenes satelitales que permiten determinar dónde se debe aplicar mejor el regadío o mejorar la distribución de las siembras para aumentar su eficiencia, entre otros. Por otro lado, Chile es un país que constantemente se ve enfrentado a fenómenos naturales que impactan directamente en la población. Mediante la observación de la Tierra desde el espacio, como herramienta fundamental para monitorear el crecimiento urbano irregular, así como las distintas condiciones que facilitan la generación de deslizamientos, remoción en masa y salidas de cauce de ríos, se contribuye a tomar medidas activas de mitigación y de prevención en beneficio directo de las personas, familias e infraestructura habitacional. Así mismo, con las tecnologías satelitales se realiza el monitoreo global de la actividad volcánica, por lo que es posible tomar medidas de protección oportunas con un impacto directo en la vida de las personas. Además, luego de la ocurrencia de incendios masivos, terremotos y tsunamis, fenómenos que han asolado nuestro territorio en múltiples ocasiones, la observación satelital de la Tierra ha facilitado un incremento significativo en la efectividad de evaluación de la situación, con un directo impacto en las localidades afectadas, pudiendo priorizar y planear de manera óptima la distribución de la ayuda que tanto se requiere.

Finalmente, ¿es necesario acceder y permanecer como un actor preponderante en el ámbito espacial? La respuesta es un rotundo SÍ. El retorno de la inversión se multiplica por cuatro y contribuye en forma permanente y directa en la vida de las personas, de la industria y del Estado. De esta forma, la iniciativa multisectorial liderada por el consejo de ministros y operacionalizada por la Fuerza Aérea de Chile y otros miembros de la academia nacional, dan vida y sustentan el Programa Espacial Nacional, resultando esencial continuar por esta senda de desarrollo tecnológico y de servicio. Ahora, si usted no está convencido, mire su teléfono y use cualquiera de las aplicaciones, hoy en día comunes, como Über, Cornershop, Maps, Google Maps, o cualquier aplicación bancaria y luego mire hacia el cielo y recuerde que toda esa tecnología en la palma de su mano funciona gracias al esfuerzo, perseverancia y consolidación de todas las tecnologías espaciales.

Francisco Pizarro Aste
General de Brigada Aérea (R)
Magíster en Sistemas No Tripulados

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