Con uno de sus líderes ausentes por temor a una orden de arresto de la Corte Penal Internacional, el bloque de países conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) anunció el jueves 24 de agosto una expansión considerada como “histórica”, al invitar a sumarse a Argentina, Egipto, Irán, Etiopía, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, a partir del 1 de enero de 2024.
La última vez que este grupo, que concentra un 42% de la población mundial y 26% del PIB global, se extendió fue en 2011, cuando Sudáfrica, que sirvió de anfitrión de la última cumbre de Johannesburgo, se incorporó al bloque. Si bien los BRICS han pasado por altos y bajos, el interés de otras naciones en agregarse persiste e incluso cobra nuevos bríos.
“Los BRICS no son un contrapunto al G7 ni al G20 ni contra nadie. Queremos organizarnos como Sur Global, algo que antes no existía”, afirmó el presidente de Brasil, Lula da Silva, en su cuenta de la red social X. “Somos importantes en el debate global, sentados en la mesa de negociaciones, en pie de igualdad con la Unión Europea (UE) y Estados Unidos”, agregó.
Sus declaraciones, ciertamente, van con el tono de la conferencia, que no ha sido muy confrontacional, más allá de uno que otro exabrupto de funcionarios rusos y chinos. Los jefes de Estado y Gobierno han hecho énfasis en que el bloque busca aportar “más diversidad” en la gobernanza global y no añadir más competencia a un mundo cada vez más polarizado. No obstante, al analizar las agendas de los miembros y de los nuevos invitados, es posible avizorar las implicaciones geopolíticas.
«MAYORÍA GLOBAL». La cumbre convocada por el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa se produjo en un momento en que Rusia se encuentra aislada de Occidente y países afines por la invasión ilegal y no provocada de Ucrania. Los crímenes cometidos por las fuerzas de Vladmir Putin son los que le impidieron viajar y lo obligaron a participar de forma telemática. Así que, sus socios le han dado un necesario respiro diplomático.
Vale la pena recordar que China tiene una “amistad sin límites” con Rusia; India no ha condenado su agresión militar a Kiev; Brasil busca una improbable mediación entre las partes, y Sudáfrica se mantiene en silencio.
En esa línea, el presidente chino Xi Jinping aprovechó la cumbre para criticar a “cualquier país que impone sanciones máximas”, en momentos en que los bloqueos de exportaciones de tecnología de punta, los congelamientos de activos y las desconexiones financieras se han convertido en los instrumentos preferidos de Estados Unidos, la UE y otros países para castigar a las potencias revisionistas. También Ramaphosa se sumó a los reclamos para que esas herramientas no se ocupen como “instrumentos de disputa geopolítica”.
Putin ya anunció que le gustaría que el bloque se siga expandiendo, lo que es lógico. Esa “mayoría global” de la que habló es muy conveniente para desafiar a Occidente y dar forma a su visión de un “mundo multipolar”, donde su país es una potencia respetada y no juzgada como irresponsable.
Entre los nuevos invitados al club está Irán, país que hostiga la navegación en la ruta marítima petrolera del Golfo Pérsico y que es objeto de presiones diplomáticas y económicas por su programa de desarrollo de misiles y energía nuclear.
Si bien el bloque tiene un carácter netamente económico, pensar que la economía estará separada de la política y la seguridad, en un mundo marcado por la competencia y el conflicto, resulta un ejercicio intelectual plausible, pero sobre todo útil para los países que necesitan socios y respaldos cuando transgreden las normas internacionales. Por ello, puede que los BRICS ampliados busquen rescatar, al menos en las formas, el espíritu del movimiento de los países No Alineados de la década de 1970.
Pero si se revisan las actuaciones del bloque en los últimos años, es bastante claro que para Putin, gran ganador de la jornada con su sola intervención virtual, y Xi, que tiene una crisis económica en ciernes, los BRICS son un vehículo privilegiado para desafiar la preponderancia de Occidente bajo el conveniente rótulo de «Sur Global», concepto plagado de contradicciones políticas, geográficas y económicas en su interior.
BRANDING. El acrónimo BRIC, que fonéticamente remite a ladrillo en inglés (brick), fue acuñado por el economista de Goldman Sachs Jim O’Neill, en 2001, para poner acento en las economías emergentes que sobrepasarían a las tradicionales desarrolladas con el tiempo en cuanto su aporte al PIB global. Ese banco de inversión incluso creó un “fondo BRIC” para desarrollar negocios en esos países.
La crisis subprime de 2008 le dio más fuelle a las economías emergentes, como Brasil, China, India y Rusia, en la medida que cuestionaron el hecho de que su epicentro fuera el sistema financiero de Estados Unidos y la contaminación que luego produjo en el mundo. La primera cumbre BRIC se celebró en 2009, en Yekaterimburgo, donde el grupo se planteó como una alternativa original al G8 (en aquel entonces, Moscú era parte de las naciones industrializadas. Luego, sería expulsado en 2014 tras la anexión de Crimea).
Fue tal el éxito de este acrónimo, que luego se emplearían otros como CIVEATS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto y Sudáfrica) o PIIGS[1] (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) para describir grupos de países atractivos o riesgosos desde el punto de vista económico.
Con el paso del tiempo, solo sobrevive el grupo de los BRICS, que creó un banco de inversión en 2015 y que en Johannesburgo discutió sobre la implementación de una divisa de referencia común para comerciar entre ellos, aunque de implementarse no reemplazaría a las monedas locales. Por lo visto, otro intento destinado a restar hegemonía al dólar estadounidense de los ahora «¿BRICSAEIEASEUA?»
SOBRE LA EXTENSIÓN. Mientras más miembros tiene un club, es más difícil ponerlos de acuerdo; es cosa de preguntarles a los 27 de la Unión Europea. Ahora con los BRICS expandidos a 11 países, la gobernanza del bloque se hará más compleja, en especial porque dentro de él conviven naciones que tienen coincidencias comerciales, pero también fuertes antagonismos.
China e India, por ejemplo, se enfrentan de forma esporádica en los Himalayas por disputas fronterizas, pugna que deja víctimas en ambos ejércitos. Puede que Arabia Saudí e Irán hayan retomado relaciones gracias a la exitosa mediación de Beijing, pero siguen enfrentados indirectamente en Yemen y en otros conflictos de Medio Oriente, donde subsidian fuerzas irregulares opuestas.
Además, Riad es un socio fundamental de Estados Unidos en el esquema de seguridad de esa región. Lo mismo que los Emiratos Árabes Unidos y, en alguna medida, los militares que gobiernan Egipto.
ARGENTINA ELECTORAL. La sorpresiva incorporación a los BRICS fue celebrada por el presidente Alberto Fernández, puesto que ahora Argentina será “protagonista de un destino común en un bloque que representa más del 40% de la población mundial”. Una aspiración manifiesta de los kirchneristas se cumplió, aunque ni siquiera lo esperaban, por lo cual no mandaron al canciller.
Ahora bien, este país está inmerso en un proceso electoral cuyo desenlace se conocerá en octubre. La candidata centroderechista Patricia Bullrich, que quedó en segundo lugar en las primarias, dijo que se opondrá a la integración del país a los BRICS. Advirtió que esto se propone, además, justo cuando la guerra de Ucrania está abierta, y cuestionó la inclusión de Irán, con quien existe un trauma por su implicancia indirecta en atentados en suelo nacional.
Mientras el libertario Javier Milei, quien lidera las encuestas, ha dicho que romperá con China de ser elegido y que se saldrá del Mercosur para distanciarse de Brasil.
Por todo lo anterior, no es claro que Argentina vaya a ser parte de este bloque, en especial porque un futuro gobernante podría optar por jugar la carta del G20, donde ya es miembro.
¿Y CHILE? Como una economía abierta al mundo y con una red de tratados de libre comercio que dan acceso al 85% del PIB global, los BRICS no debieran despertar mayor interés concreto para Chile, aunque puede que sí provoque cierta atención diplomática y académica.
El Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés), el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC) y la Alianza de Pacífico son estructuras mucho más importantes y donde el país ha contribuido como protagonista a escribir reglas de la gobernanza comercial del siglo XXI en su área prioritaria de desenvolvimiento.
Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab
24 de agosto de 2023
Foto: France Presse
[1] Los “civeats”, o “civetas” en español, son pequeños felinos de zonas tropicales, mientras que la palabra “piigs”, con la adición de una letra “i” remite fónicamente a “cerdo”.
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