DOCUMENTO ESPECIAL | Estrategia, doctrina y construcción: el camino de la Armada de Turquía para ser potencia naval

Una actividad frenética se observa en uno de los tantos astilleros de Estambul. Allí es donde se construyen los nuevos buques que son esenciales para convertir a Turquía en una potencia naval intermedia, aunque con capacidades de proyección global. En medio de grúas, planchas de acero, kilómetros de cables y chispas de soldaduras, pueden observarse los cascos de las fragatas y corbetas que forman parte del Proyecto MILGEM (Milli Gemi Projesi, o Proyecto de Buques Nacionales), así como también las naves que se fabrican para otras marinas.

La primera semana de enero de 2025, el Ministerio de Defensa anunció la construcción de 31 buques de guerra, desde submarinos hasta portaaviones, durante la botadura de dos fragatas multipropósito clase “I” o “Istif” de 3.000 toneladas de desplazamiento. Esto implica contar con una capacidad de producción naval que muchos países europeos que intentan rearmarse rápidamente envidiarían o incluso el propio Estados Unidos.

Sin embargo, no ha sido fácil llegar hasta este punto. Se tuvo que recorrer un camino de casi 30 años. Este incluyó dos estrategias navales, el nacimiento de una doctrina marítima y, finalmente, privilegiar la opción de fabricar buques en astilleros nacionales y dejar de comprarlos en el extranjero, como se hizo hasta fines de la década de 1990, principalmente a Alemania, Estados Unidos y Francia. Sin duda, fue clave la visión de la Armada turca de recuperar el poderío naval que se tuvo hace siglos y proyectarlo al futuro, y cuyo peso argumental fue tal que logró convencer al gobierno de Recep Tayyip Erdoğan de adoptarla como propia, porque desarrollar una flota es siempre una decisión política.