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COLABORACIÓN EXTERNA | El rearme de Europa: grandes ambiciones frente a un panorama desafiante

Europa se encuentra en un momento trascendental para el futuro de su defensa. Desde que Rusia lanzó una invasión a gran escala en contra de Ucrania en febrero de 2022, quedó en evidencia que el presidente Vladimir Putin está dispuesto al empleo masivo de la fuerza para lograr sus objetivos estratégicos. El continente vio esfumarse la idea predominante desde el fin de la Guerra Fría de que podía seguir beneficiándose del llamado “Dividendo de la paz”, debido al cual mantuvo estructuras militares limitadas y redujo continuamente el gasto de defensa para favorecer otras áreas clave para el desarrollo de los países.
Si bien la reacción europea no fue tan contundente durante los primeros años de la guerra cuando aún se contaba con un apoyo inquebrantable de Estados Unidos a Ucrania y en la defensa del continente —con la excepción del Reino Unido—, el retorno Donald Trump a la Casa Blanca en 2025 cambió el escenario. Las críticas del mandatario estadounidense por la gran dependencia que Europa mantiene de Washington en el ámbito militar y las dudas que siembra en torno a su compromiso con la seguridad colectiva fueron un catalizador para que los líderes europeos se decidieran a transformar la defensa.
El continente comprende de esta forma que no solo debe prepararse para hacer frente a una Rusia, que según estimaciones podría presentar un desafío militar directo a Europa tan pronto como 2027, en caso de finalizar la guerra en Ucrania este año, sino que también debe alistarse para un escenario en el que tenga que defenderse de esta y otras potenciales amenazas sin el apoyo estadounidense.
Así es como en los últimos meses las grandes potencias militares del continente y la Unión Europea (UE) han dado una serie de anuncios sobre nuevas estrategias y desembolsos millonarios para mejorar sus fuerzas armadas y lograr así una deseada autonomía estratégica que le permita disuadir cualquier intento de agresión, o en el peor de los casos, repelerla eficazmente.
No se trata únicamente de un incremento cuantitativo de los presupuestos militares, sino de una transformación cualitativa que afecta a la organización interna de las fuerzas armadas europeas, a su base industrial y tecnológica de defensa, y a la cooperación intraeuropea. Se plantea así la necesidad de revisar doctrinas, acelerar la innovación tecnológica para preparar a sus ejércitos para las nuevas formas de hacer la guerra y reforzar sus cadenas de suministros críticos.
Sin embargo, las ambiciosas metas que se plantean en el rearme europeo corren el riesgo de toparse con grandes dificultades provocadas por décadas de desinversión en el ámbito militar. La reducción de las industrias de la defensa en los países del continente, del tamaño de sus fuerzas armadas, y de sus capacidades militares, en general, plantean importantes interrogantes respecto a cuán efectivo puede ser el rearme europeo.
Este informe tiene por objetivo analizar esos desafíos a los que se enfrenta Europa y levantar las grandes preguntas sobre puntos clave que bien pueden determinar el éxito o fracaso de este rearme: qué estrategias y decisiones están adoptando los principales países europeos para afrontar este ciclo; cuáles son los principales obstáculos —industriales, fiscales, políticos y humanos— a tenerse en cuenta; y si la búsqueda de una autonomía estratégica para Europa puede ser compatible, o no, con los esfuerzos de mantener cerca a Estados Unidos en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para potenciar aún más su capacidad disuasiva ante Rusia.
Este análisis se focaliza de forma especial en seis países: Reino Unido, Francia, Alemania, Polonia, España e Italia, que concentran las mayores capacidades militares y de la industria de defensa en el continente, y que, con enfoques y decisiones que presentan diferencias, pueden marcar el rumbo general del rearme europeo. Sin perjuicio de esto último, el análisis de Europa en su conjunto también forma parte de este informe, con el objetivo de identificar puntos clave compartidos por los países de la región que también serán decisivos para el futuro del rearme.
Finalmente, este informe también da una mirada hacia las oportunidades que el rearme europeo abre fuera del continente, con un foco especial puesto en Chile y la manera en la que el Estado puede aprovechar esta transformación de la defensa europea, ya sea para acceder a un renovado mercado de equipamiento de segunda mano, que previsiblemente quedará a disposición en la medida que Europa renueva sus arsenales con nuevos sistemas militares, o para ingresar a proyectos conjuntos de desarrollo.
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