El Mercurio de Valparaíso, domingo 4 de agosto de 2019
RICHARD KOUYOUMDJIAN
El gobierno está embarcado en un proceso profundo de modernización de la Defensa Nacional, y por ende de las Fuerzas Armadas y de lo que podría llamarse el ecosistema de la Defensa. Por de pronto, este proceso, puede ser considerado -quizás- es el más ambicioso que un gobierno chileno haya decidido realizar desde la llegada a fines del siglo XIX de la misión militar prusiana que venían a modernizar el Ejército o la creación de la Fuerza Aérea Nacional en 1930 al unir los servicios aéreos militares y navales.
La modernización de la Defensa del 2010 que se manifiesta en la Ley N°20.424 fue un avance, pero fue de alcance limitado y más bien de impacto administrativo, porque en la práctica, aparte de la transformación del Estado Mayor de la Defensa Nacional en el Estado Mayor Conjunto y el reemplazo de las subsecretarías por servicios por las de Defensa y Fuerzas Armadas, no pasó nada mucho más debido a que no se afectaron mayormente aspectos fundamentales que ahora si están siendo revisados, en donde los más importantes son el reemplazo de la «Ley del Cobre» por el nuevo esquema de financiamiento de las capacidades estratégicas; sistemas y procesos de control interno y de auditoria externa; ordenamiento de los gastos reservados y administrativos, en donde el más público es la modificación del proceso de compras de pasajes que tuvo un alto impacto en el Ejército.
También está la actualización de la política de Defensa que pasa de ser descriptiva a orientadora con las consecuencias que ello debería tener en la libertad que las instituciones traían históricamente en esta materia, en donde si bien es cierto, siguen habiendo espacios para la voz institucional, es la voz del Ejecutivo la que va a primar porque pasaremos a ver la defensa de Chile como un todo y desde una perspectiva conjunta, y por último, la más importante de todas las acciones, la modificación de la carrera militar, la que más que necesariamente modernizadora, busca alargar las carreras de oficiales, clases y gente de mar objeto no desaprovechar talentos que se pierden temprano, y por otro lado, y como una externalidad positiva de lo anterior, disminuir el costo previsional, el que está demás decir, ha alcanzado niveles difíciles de manejar y justificar políticamente en un país en donde, a pesar de las buenas razones que puedan haber para justificarlas, son superiores a lo que saca un chileno promedio al jubilar a los 65 años de edad.
La modificación de la carrera militar es lo más importante porque afecta directamente a quienes actualmente están en servicio y por ende a quienes tendrán que sacar adelante y a la vez recibir los impactos de este tremendo paquete de medidas modernizadoras.
Los procesos de cambios requieren de un manejo inteligente de las tensiones que se aplican. La idea es llegar a puerto sin que explote la olla de presión y es por ello que junto con la tensión que se realiza, se recomienda que se haga uso de herramientas de contención y de la práctica de la prudencia, ya que, de lo contrario, podemos hundirnos en ruta. Cuidado con lo que se haga con la gente, porque un mal manejo de los aspectos relacionados a ellos puede generar resistencia innecesaria, y terminar torpedeando el esfuerzo modernizador completo.
Fuente: El Mercurio de Valparaíso
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