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PROYECCIÓN | Argentina, una interrogante para el mundo

18 de agosto de 2023
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PROYECCIÓN | Argentina, una interrogante para el mundo

Lejos de despejar dudas, los ajustados resultados de las primarias obligatorias argentinas dejaron el juego totalmente abierto: el libertario Javier Milei quedó en un inesperado primer lugar, pero no sabemos si alcanzó su techo o si está en su piso (tampoco arrasó); sí se despejó la nominación de Juntos por el Cambio que recayó en Patricia Bullrich y se relegó al oficialista Sergio Massa a un tercer puesto (nada mal para un ministro de Economía que tiene como credenciales una inflación de 113%), todo envuelto en una alta abstención. 

Los mercados acusaron de inmediato incertidumbre castigando, una vez más, al vapuleado peso y pegándole a los bonos en dólares. Por lo mismo, es aventurado asegurar qué puede esperar el mundo, Latinoamérica o Chile del próximo gobierno trasandino.

No obstante, es posible obtener algunas luces al revisar el último ciclo de la política exterior Argentina que inician los Kirchner en 2003 y que concluirá 20 años después con el alejamiento de Cristina del poder formal, incluyendo el interregno de Mauricio Macri (2015-2019). 

La política exterior K estuvo marcada por el alejamiento de Argentina de la órbita de Estados Unidos y un marcado giro latinoamericano a través de la vinculación con otros gobiernos de izquierda y el fomento de organismos como la Unasur y la Celac; la apuesta por un orden global con más protagonismo de China y Rusia, y la explotación de la causa Malvinas/Falkland en foros multinacionales.

Si a nivel vecinal hubo acercamientos acentuados con Bolivia (importación de gas) y Venezuela (cobertura diplomática e ingreso al Mercosur), no faltaron los impasses con Chile (corte de exportaciones de gas), Paraguay (expulsión del Mercosur) y Uruguay (papelera Botnia). El excesivo protagonismo de Lula no fue nada fácil de manejar para Néstor.

La llamada “vuelta al mundo” de Macri, en cambio, significó una búsqueda de convergencias con Estados Unidos y la Unión Europea; un intento de aproximación del Mercosur y la Alianza del Pacífico; la recuperación de protagonismo internacional con la organización de cumbres de la OMC y el G-20, y la normalización de las relaciones con el Reino Unido para tratar el asunto de las islas. 

En entrevista con este mismo diario, el entonces mandatario incluso expresó que necesitaba los puertos chilenos para exportar granos a países de Asia y promovió su cercanía con el gobierno de Sebastián Piñera.

Hoy, con la inflación desatada y la inseguridad tomándose las calles, la política exterior no parece ser un tema que mueva votos en la campaña argentina, por lo que no es fácil saber qué piensan los candidatos de su vinculación con el mundo. Pero por suerte tenemos dos viejos conocidos y un polemista nato.

Bullrich fue ministra de Seguridad de Macri, período en el cual propició un acercamiento con Estados Unidos, criticó al gobierno anterior por ser “hostil con los vecinos” y propuso la cooperación regional frente al narcotráfico.

De Massa se puede prever que seguirá profundizando la línea de la “ArgenChina”, ante la necesidad de inyectar capitales a una economía endeudada, y actualizará el guion regional K. 

Aunque Milei básicamente dispara eslóganes sin profundizar mucho, su apuesta por el libre comercio, de traducirse en la realidad, podría ayudar a la economía, pero chocará con la camisa de fuerza del Mercosur. Tras prestarle mucho a Macri apostando por un reformador que no fue, los organismos financieros estarán más cautos a la hora de confiar en un singular personaje al que la prensa internacional seria ha puesto al lado de los Trump y Bolsonaro de este mundo, todos de dudoso legado. También ha dicho que romperá con China por ser “comunista” y se distanciará de Brasil. De dónde sacará dinero es una incógnita.

En este escenario, lo más sensato es esperar los resultados finales de octubre y para Chile seguir velando por sus intereses nacionales ante quienes insistan en redibujar mapas que pasen a llevar nuestras fronteras, sin importar su color político; no abrazar causas que no son nuestras a cambio de nada (Malvinas/Falkland), y evaluar las relaciones bilaterales en su justa dimensión, sin expectativas ni temores. Sin duda, lo más conveniente para el mundo y la región, sería contar con una Argentina próspera, abierta al comercio y confiable para los vecinos. Pero para que eso ocurra se necesita una nueva política exterior de ese país, muy diferente a lo visto en dos décadas.

Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab

Columna publicada en El Mercurio 18/08/2023

Foto: France Presse

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