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COMENTARIO | Equipos pequeños y de alto impacto: Organizaciones funcionales en tiempos del Covid-19

¿Qué estructura de organización es la mejor para lidiar con estos tiempos de incertidumbre? 

24 de abril de 2020
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COMENTARIO | Equipos pequeños y de alto impacto:  Organizaciones funcionales en tiempos del Covid-19

Podría ser una pregunta válida, pero que no capta la realidad de que se pueden aprovechar tanto las fortalezas de las jerarquías como de las redes, al momento de articular equipos, en particular cuando el distanciamiento social producto de la pandemia ha obligado a muchas organizaciones a fragmentarse involuntariamente, cambiando su forma de trabajo, pero intentando no afectar los resultados buscados. Es decir, jerarquías que se ven de un día para otro operando como redes. Para entender y aprovechar lo que esto significa, combinaremos la perspectiva de Ferguson con ideas desarrolladas por el general (r) Stanley McChrystal y el ex comando de la marina estadounidense Chris Fussell, así como emplearemos los aportes anteriores de David S. Alberts y Richard E. Hayes.

La mayoría de las organizaciones civiles y militares se caracterizan por ser jerarquizadas y especializadas, ya que fueron creadas en y para ambientes de certidumbre. Su verticalidad se refleja en la planificación central que las acompaña, el proceso de toma decisiones no participativo y el sentido ascendente-descendente del flujo de información que las caracteriza. Si bien este tipo de organización es muy apta para ejercer control, favorece la creación de una cultura de silos, que inhibe compartir información y dificulta la coordinación entre los niveles superiores e inferiores.

Esto se traduce en que algunas de las actuales organizaciones estatales (civiles y militares) y privadas estén teniendo problemas para enfrentar los nuevos desafíos que plantea el entorno un complejo, incierto y ambiguo. En lo militar, esto se ejemplifica con modelos de organización caracterizados por la predominancia de lo institucional particular, por sobre lo conjunto, que no permite multiplicar capacidades para responder mejor ante un espectro de misiones que incluyen desafíos no bélicos como la pandemia en curso. 

Una forma de adaptar las organizaciones es volcarlas a operar en unidades más pequeñas que tengan más autonomía y suficientes puntos de contacto entre sí, de modo de optimizar su capacidad de respuesta, pero dentro de un panorama situacional común que es alimentado por una narrativa compartida. De modo, que se pueda ganar resiliencia, flexibilidad y velocidad sin que se produzca una pérdida de sentido colectivo o unidad de propósito.

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