Los momentos de crisis en el sistema internacional siempre abren oportunidades para que las grandes potencias ajusten cuentas y muchas veces, más que buscar el enfrentamiento directo, prefieren hacerlo en teatros periféricos alentando o fortaleciendo a países afines. Todo con el propósito de causar disrupciones en el área influencia del rival.
Solo así podría entenderse la última oferta del presidente ruso Vladimir Putin lanzada en la apertura de una exposición militar esta semana, justo en momentos en que sus fuerzas sufren una serie de ataques contra depósitos de municiones en Ucrania.
“Rusia aprecia sinceramente los lazos históricamente fuertes, amistosos y de verdadera confianza con los países de América Latina, Asia y África. (Estamos) dispuestos a ofrecer a nuestros aliados los tipos de armas más modernos, desde armas pequeñas hasta vehículos blindados y artillería, pasando por la aviación de combate y los vehículos aéreos no tripulados», dijo Putin.
“Valoramos mucho el hecho de que nuestro país tenga muchos aliados, socios, personas afines en diferentes continentes”, agregó.
Luego, el líder del Kremlin prosiguió su discurso haciendo una invitación a sus socios a realizar ejercicios conjuntos y recalcó que muchos oficiales extranjeros han recibido formación en su país.
Pese a la inquietud que puede causar la propuesta proveniente de un presidente que sí invade países cuando se lo propone, lo cierto es que en el caso de Latinoamérica esas palabras parecen ser más bien parte de una retórica estadounidense, que una realidad posible en el corto plazo. A continuación, un análisis a las palabras de Putin.
- Si bien las economías de América Latina vienen rebotando tras las contracciones causadas por la pandemia y organismos como el Banco Mundial proyectan un crecimiento de entre el 2% y 3% para este año, la región está lejos de vivir el boom de las materias primas, que permitió a algunos países realizar compras militares masivas en la primera década de los 2000. El endeudamiento es alto y las prioridades de muchos gobiernos están en el ámbito social o policial.
- Las ventas de armas rusas a la región han sido inexistentes en los últimos cinco años, si se consulta las bases de datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, no llegando ni a representar el 1% del total de las ventas de ese país a nivel global (https://armstrade.sipri.org/armstrade/page/values.php).
- Existen varias razones para explicar esta realidad en la región. Problemas de caja, como se mencionaba más arriba, pero también se añade la puesta en vigencia en 2017 de la Countering America’s Adversaries Through Sanctions Act, ley con la cual Estados Unidos busca, entre otras cosas, desincentivar la compra de armamento ruso a través de la imposición de castigos a quienes lo hagan (https://home.treasury.gov/policy-issues/financial-sanctions/sanctions-programs-and-country-information/countering-americas-adversaries-through-sanctions-act-related-sanctions) . Es cierto que muchos países de la región que no era compradores tradicionales de material ruso, como Colombia y México, decidieron en el pasado adquirir helicópteros Mi-8 y Mi-17, por su menor valor comparado y su condición robusta para operar en varios terrenos, aunque fuesen costosos de mantener en su ciclo final de vida. Mientras otros como Venezuela, incluso repotenciaron sus fuerzas militares con cazas Sukhoi-30, sistemas antiaéreos S-300, tanques T-72 y helicópteros Mi-35, entre otros equipos. Pero hoy hasta Caracas ha dejado de comprar, debido al desplome de su economía y está optando por proveedores chinos. Brasil, recientemente, anunció que iba a decomisionar sus helicópteros de combate Mi-35 debido a los costos operacionales y logísticos. Otros países también están teniendo problemas para mantener sus aeronaves producto de las sanciones que pesan contra Rusia por invadir Ucrania.
- Es cierto, que tanto rusos como ucranianos tienen equipos militares similares. Pero el desempeño las armas occidentales entregadas a las fuerzas ucranianas parece bastante superior frente al material ruso. Muy mala publicidad para cualquier venta de armamento por donde se le mire.
- Por último, en cuanto a los ejercicios conjuntos, en estos días se realizan en Venezuela los Army Games 2022, que tienen como invitadas a delegaciones de Rusia, China, Irán, Bielorrusia, Uzbekistán, Vietnam y Myanmar (https://www.bloomberglinea.com/2022/08/15/army-games-2022-organizado-por-rusia-se-instala-por-primera-vez-en-venezuela/) . Según las distintas informaciones, se realizarán prácticas que van desde disparos de francotiradores a desembarcos navales. Aunque llama la atención el momento de estos ejercicios, no se comparan ni en complejidad ni en magnitud con otros como Unitas, Panamax, Crucex o Fuerzas Comando, donde Estados Unidos tiene un rol protagónico.
Por lo todo lo anterior, parece que la oferta del presidente ruso no encontrará mucho eco en una región que no atraviesa por una buena situación económica y que no tiene un mayor interés en armamento de origen ruso. Una situación que dista del deseo masivo que existe en Europa por adquirir armamento de origen estadounidense, desde misiles antitanques Javelin a cazas F-35. Si el objetivo del líder del Kremlin es incomodar a Washington vendiendo armas a sus pocos socios en América Latina, cuando otros mercados se le cierran, no parece ser una meta plausible, a menos que este dispuesto a ser en extremo generoso. Los tiempos no parecen estar para eso.
Equipo AthenaLab
18 de agosto de 2022
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