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COMENTARIO | Chile y los BRICS: Los senderos se bifurcan
Del baúl de las malas ideas en política exterior, una que anda dando vueltas es la adhesión de Chile a los BRICS. Nada más contradictorio para el país acercarse a un foro diplomático antiOccidental y con pocos principios comunes.

AFP
Del baúl de las malas ideas en política exterior, una que anda dando vueltas es la adhesión de Chile a los BRICS, foro diplomático integrado originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y ampliado después a cinco países más. El solo hecho de que la sugerencia provenga desde el Partido Comunista y de académicos que suelen promover solo bondades de acercarse a Beijing ya debería ser suficiente para sospechar de la “espontaneidad” de la propuesta.
No obstante, como el debate solo se agudizará en la medida que se acerque la cumbre de líderes en Brasil, en julio, a la cual fue invitado el presidente Gabriel Boric como oyente, es mejor calibrar a este grupo en su justa dimensión. Sobre todo, porque es su interior se identifican toda clase de elementos contradictorios con la política exterior de Chile.
DE ARMAS TOMAR. Los BRICS suelen plantearse como un bloque contrario a la hegemonía de Occidente, pero cuando se trata de imponerse en sus propias regiones, no hay nada que, al parecer, los detenga; menos esas incómodas reglas que hablan de respeto a las fronteras o no intervención en asuntos internos. Rusia protagoniza desde 2022 una invasión ilegal y no provocada a gran escala a Ucrania; India lanzó recientemente múltiples bombardeos contra Pakistán, alegando que Islamabad auspicia a grupos terroristas que atacan su territorio; y China ensaya, ya sin disimulo alguno, maniobras para establecer un bloqueo marítimo en torno a Taiwán. Desde 2024, el grupo incluye a Irán, régimen que está detrás de milicias que desestabilizan Medio Oriente y que ha lanzado ataques directos contra Israel.
NO TAN DEMOCRÁTICOS. Con la excepción de Brasil, India y Sudáfrica, la mayoría de sus miembros son autocracias, algunas más disruptivas con el orden internacional vigente y otras menos (Arabia Saudita y Egipto, por ejemplo).
Durante la celebración del 80° aniversario del Día de la Victoria, en el cual los rusos recuerdan el triunfo frente al nazismo en la Segunda Guerra Mundial, Lula da Silva fue el único líder de una gran democracia en asistir a Moscú para estrechar la mano del presidente Vladimir Putin, cuyos viajes están cada vez más limitados por la orden de detención de la Corte Penal de Justicia por crímenes de guerra en Ucrania. La visita del mandatario brasileño, a quien se lo vio junto a los gobernantes de Bielorrusia, Myanmar y Venezuela, despertó controversia en su país y, sobre todo, en Europa, ya que es la misma persona que forjó su carrera política protestando contra una dictadura militar.
LA MEDIDA DEL ÉXITO. Se suele destacar que los BRICS representan hoy el 40% de la economía mundial y que con sus próximos “Estados socios” —una nueva categoría— la cifra subiría a 51%, ya que hay interesados en acoplarse. Esto, por supuesto, en oposición al G-7, grupo de las principales naciones industrializadas que aportan el 30% del PIB.
Sin embargo, cuando se dejan los números de lado, que son solo una suma, y se evalúa la consistencia del foro, el G-7 (30% de la economía global) muestra mayor capacidad de articular respuestas coordinadas, como ante la invasión a Ucrania —sanciones económicas— o frente al COVID-19 —paquetes de vacunas como ayuda humanitaria.
La reciente cumbre de cancilleres de los BRICS en Brasil, por ejemplo, terminó sin una declaración final. Mientras, la idea de una moneda común para reducir la dependencia del dólar estadounidense está dando vueltas desde la crisis subprime de 2009 sin que se materialice, porque es una tarea de complejidad mayor y que supone, entre otras cosas, ceder soberanía económica, algo que muy pocos países del grupo querrán hacer. Por eso, ha prosperado más la idea de las transacciones directas entre monedas locales.
SIN ACCESO AL PACÍFICO OCCIDENTAL. Cuando se observa el mapa, una realidad que se evidencia es que los BRICS no tienen una salida expedita hacia el gran Pacífico ni un representante claro en sus orillas. China se encuentra enclaustrada por una cadena de islas mayoritariamente de Japón, Filipinas y Taiwán, por lo cual, sumar países de esta zona le ayudaría a ser más representativo y estar presente en el principal océano del mundo. De ahí, el interés de algunos de incorporar a México, por ejemplo, aunque este podría arriesgar aún más su beneficiosa relación con Estados Unidos, la cual se expresa en un enorme superávit comercial.

¿SUR GLOBAL? A pesar de que la mayor parte de la superficie de los BRICS+ se encuentra al norte de la línea ecuatorial, este grupo insiste en presentarse como depositario del llamado “Sur Global”, esa amalgama de países de distintos tamaños e intereses divergentes que coinciden en ser una cosa: no desarrollados. Como sostenía el fallecido Joseph Nye Jr.[1], un eufemismo para no hablar de naciones pobres, en muchos casos. Otro gurú de las relaciones internacionales, como John Ikenberry[2], ha dicho que la realidad es que el Oriente Global (representado por China y Rusia) compite frente al Occidente Global (Estados Unidos, Europa y otros) por atraer países del Sur Global en la medida que la relación entre los primeros se vuelve más competitiva. Los BRICS ofrecerían la interfaz necesaria para que el Oriente Global concrete su propósito, todo envuelto en una retórica antiimperialista que nubla el hecho de que otras potencias pretendan nuevos liderazgos.
CONCLUSIÓN. La asistencia del presidente Boric a la cumbre de líderes de los BRICS en Río de Janeiro, los próximos 6 y 7 de julio, presenta una oportunidad adecuada para recoger información de primera mano del debate en este particular foro, pero es deseable que se mantenga firme la posición del Ministerio de Relaciones Exteriores de no avanzar en el ingreso al mismo y apostar más bien por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Al justificar sus medidas respecto de Israel, el mandatario aseguró que “los principios no son negociables en política exterior”. Siguiendo con ese argumento, el principio de Chile de apoyar la solución pacífica de las controversias se enfrenta a realidad de las recientes acciones beligerantes de tres de sus miembros fundadores. La promoción y defensa de la democracia tampoco conversan mucho con la mayoría de los regímenes de esta asociación, en mayor parte asiático-africanos. Y si se prosigue con algunas agendas particulares del gobierno de turno, la política exterior feminista no tiene la misma llegada en BRICS que en Europa, donde sí hay mujeres al mando.
Chile tiene mucho más en común con las democracias marítimas del G-7, tanto en principios como en intereses. Con la mayoría de los miembros del bloque de los emergentes se comparten solo intereses —intercambio de bienes y otros— y con algunos, como Rusia, ninguno de los dos. Transitar el sendero de los BRICS sería tomar una bifurcación. Es solo una laxa asociación económica y política, nada parecido a un acuerdo de libre comercio amplio y estructurado.
Sin embargo, como el baúl de las malas ideas de política exterior existe y es más profundo de lo que a veces creemos, siempre es mejor estar advertidos. Sin duda, el anfitrión Lula y algunos de sus socios podrían ejercer algún tipo de presión o intentar seducir a las autoridades chilenas en sus últimos ocho meses y algo en el poder. Un escenario como el que se registró en 2023, cuando el presidente brasileño prácticamente notificó a su colega argentino de entonces, Alberto Fernández, de su próximo ingreso al bloque en medio de un proceso electoral. Entonces, fue un nuevo gobierno, el de Javier Milei, quien tuvo que dar el portazo.
Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab
6 de mayo de 2025
[1] Project Syndicate (01/11/2023), “¿Qué es el Sur Global?”, Joseph Nye Jr. En: https://www.project-syndicate.org/commentary/global-south-is-a-misleading-term-by-joseph-s-nye-2023-11/spanish
[2] Ikenberry, J. (08/01/2024), “Three Worlds: the West, East and South and the competition to shape global order”,International Affairs, Volume 100, Issue 1, January 2024, Pages 121–138. En https://doi.org/10.1093/ia/iiad284
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