POLÍTICA. Un potencial conflicto parece estar incubándose en Sudamérica, debido a la decisión del régimen de Nicolás Maduro de organizar un referendo no vinculante para este domingo 3 de diciembre, con el fin de consultarles a los venezolanos si desean incorporar como una provincia a la “Guyana Esequiba” (unos 159.000 km2) y si están de acuerdo en no reconocer a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, que tiene previsto dar su fallo el viernes 1 de diciembre[1] para resolver la controversia territorial con la vecina Guyana.
Si bien se trata de una disputa de vieja data, la tensión empezó a subir desde que Guyana empezó a protagonizar un milagro económico en 2015, a partir del descubrimiento de enormes yacimientos de hidrocarburos costa afuera y el posterior arribo de petroleras extranjeras.
El referendo, que ha contado con una fuerte campaña del gobierno de Maduro, viene precedido de ejercicios militares en la frontera, lo que llevó al vicepresidente de Guyana, Bharrat Jagdeo, a admitir la semana pasada que su país planea la instalación de bases militares con apoyo “extranjero” y que próximamente llegará una delegación estadounidense[2].
Las autoridades guyanesas estiman que Maduro está empleando la consulta para lograr objetivos internos, lo cual parece de toda lógica ante las elecciones de 2024 y el arrasador apoyo alcanzado por la opositora María Corina Machado.
A continuación, entregamos los antecedentes para entender este potencial conflicto en la región sudamericana.
HISTORIA. La disputa actual entre Venezuela y Guyana hunde sus raíces 180 años atrás. Cuando Venezuela empezó a configurar sus fronteras hacia el este se encontró con que el Imperio británico había adquirido un territorio de unos 50.000 km2 a los Países Bajos mediante un tratado.
Las distintas posiciones encontradas sobre el límite común llevaron a un laudo arbitral en París, en 1899, el cual determinó que la división seguiría la llamada “Línea Schomburgk”, en honor a un explorador británico.
Pero Venezuela, descontenta con el resultado, insistió en que la división territorial debía seguir el cauce del río Esequibo y por eso habla de la “Guayana Esequiba”, que hoy equivale a unos 159.000 km2, región con abundantes recursos mineros y forestales. Son dos tercios del territorio guyanés que en los mapas venezolanos actuales aparecen pintados como territorio en disputa.
Posteriormente, Reino Unido y Venezuela firmaron en 1966 un acuerdo en Ginebra, meses antes de la independencia de Guyana, que reconoció el reclamo de Caracas y determinó que, si los países no están de acuerdo, estos deben encontrar soluciones pacíficas apelando a los buenos oficios de Naciones Unidas.
Ante la falta de consenso entre Caracas y Georgetown, Guyana elevó una solicitud a la CIJ, en 2018, para que valide su frontera establecida en el laudo arbitral de 1899, pero Venezuela desconoce la competencia del tribunal sobre lo que considera su territorio.
Con el fallo de la CIJ listo para ser emitido el próximo viernes 1 de diciembre, Guyana ha dicho que no está abierta a ninguna negociación bilateral antes de conocer el pronunciamiento del tribunal. Venezuela, en tanto, acusa a su vecino de ser un “peón” de las petroleras estadounidenses, como ExxonMobil y Chevron, las que le impedirían buscar una solución amistosa basada en el acuerdo de 1966.
MILITAR. Los últimos conflictos interestatales que tuvieron escenario en Sudamérica fueron la breve guerra entre Ecuador y Perú (1995) y, con anterioridad, el enfrentamiento entre Argentina y Reino Unido (1982) por las islas Malvinas/Falkland.
Ambos conflictos tuvieron en común que fueron iniciados por gobiernos autoritarios, basados más bien en cálculos políticos internos que en estimaciones militares realistas y cuyos resultados después hablaron por sí solos.
En el caso de la invasión de las islas Malvinas/Falkland ordenada por la dictadura militar argentina, se trató de cumplir un viejo anhelo, pero también de una “fuga hacia adelante”, como la diría Jorge Luis Borges. Un intento desesperado de Leopoldo Galtieri por ganar apoyo popular para prolongar el llamado «Proceso», que se derrumbaba a pasos agigantados. La maniobra, sin duda, obtuvo respaldo temporal en las calles, pero la contundente derrota a manos de los británicos no solo condujo a evidenciar la ineptitud de los generales en lo único que se suponía debían ser realmente buenos, sino también allanó el camino al retorno de la democracia.
Por otro lado, el conflicto bélico entre Ecuador y Perú tuvo entre sus impulsores a Vladimiro Montesinos[3], el siniestro asesor del presidente peruano Alberto Fujimori, quien vio la posibilidad de dar un impulso a la inminente reelección presidencial. Tras un mes de combates entre el 26 de enero y 28 febrero, las aeronaves peruanas se llevaron la peor parte, con siete unidades derribadas. Luego, se abrió una negociación. Fujimori fue reelegido en abril y, como se conocería más tarde, Montesinos aprovechó de lucrar con las compras urgentes de armamento para su país.
En el caso de Venezuela y Guyana, sus fuerzas armadas no tienen comparación[4]. Mientras la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) cuenta con armamento pesado mayoritariamente ruso —incluidos cazas Sukhoi-30, helicópteros de ataque Mi-35, tanques T-72 y blindados BMP-3—, la Fuerza de Defensa de Guyana es una especie de guardia nacional compuesta por infantería dedicada al control fronterizo y a la persecución de actividades ilegales. Es decir, en el papel se trataría de una situación altamente favorable para las tropas de Maduro.
Sin embargo, quienes han interactuado con la FANB y han visitado sus bases saben que son fuerzas altamente politizadas y corrompidas, lo cual va en contra de todo el profesionalismo que se necesita en cualquier clase de enfrentamiento sostenido. Una prueba de lo anterior es la profunda penetración en suelo venezolano de las guerrillas colombianas y la identificación del llamado Cartel de los Soles, quienes serían generales negligentes o cooptados por organizaciones de narcotraficantes, de acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Fuera de la región latinoamericana existe un antecedente lejano en el tiempo, pero muy esclarecedor: la decisión del dictador iraquí Saddam Hussein de invadir el vecino emirato de Kuwait para exigir compensaciones económicas por el supuesto “saqueo” de la riqueza petrolera en los yacimientos de subterráneos transfronterizos. Sin duda, el crecimiento económico exponencial de Guyana, basado en la explotación de hidrocarburos, se presenta como un potencial botín para Maduro, del que ya es muy mal ejemplo para su desastrosa gestión.
INTERNACIONAL. El contexto internacional donde se presenta esta crisis es muy complejo, ya que está marcado por la guerra entre Rusia y Ucrania y el conflicto entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza.
En este aspecto, Venezuela se ha alineado con el presidente ruso Vladimir Putin, a la vez que ha expresado su rechazo a la represalia militar israelí en contra de la organización terrorista Hamás en suelo palestino.
A su vez, Caracas empieza a gozar del alivio temporal de las sanciones económicas de Estados Unidos a los sectores petrolero, gasífero y aurífero, que es una contraprestación a la promesa de organizar un proceso electoral libre y justo por parte del régimen de Maduro para 2024, una apuesta que aún está por verse. La arremetida de la dictadura bolivariana contra la candidata opositora María Corina Machado ha incluido desde su inhabilitación política hasta la anulación de las primarias, donde votaron 2,5 millones de personas.
Sin duda, en el Palacio de Miraflores saben que Washington está concentrado en mantener su apoyo militar a Ucrania, pero ahora también en dar un respaldo contundente a Israel, tanto en lo táctico como en lo estratégico, al enviar dos portaaviones para impedir que terceros expandan ese enfrentamiento en el Medio Oriente. Un nuevo conflicto sería una dificultad adicional para el Pentágono, sabiendo que, por lo demás, las posturas hacia la dictadura de Venezuela están divididas en América Latina, entre quienes condenan al régimen y quienes conviven con él.
A lo anterior se suma que el presidente Joe Biden se prepara para entrar de lleno en el proceso electoral de 2024, donde su probable competidor sería Donald Trump. Visto así, el dilema de actuar o no actuar en el caso de un conflicto en el Hemisferio Occidental podría estar teñido por cálculos que excederán el campo militar.
El Ministerio de Defensa de Brasil, que tiene fronteras y buenas relaciones con ambos países enfrentados, informó que sigue de cerca la situación y que también ha reforzado sus acciones en la frontera, lo que incluiría movimientos de transportes blindados y tropas.
La Política Nacional de Defensa brasileña ya advertía en 2021 que “no se puede ignorar la posibilidad de ocurrencia de conflictos armados en América del Sur, de modo que Brasil pueda verse motivado a contribuir a la solución de eventuales controversias regionales o incluso para defender sus intereses”.
ECONOMÍA. Hasta hace poco considerado como uno de los países más pobres de Sudamérica, el milagro económico guyanés[5] comenzó en 2015 cuando las compañías ExxonMobil y Hess Corporation descubrieron un enorme yacimiento petrolífero a 193 km costa afuera.
En la medida que empezaron a extraerse los 11.000 millones de barriles que, se estima, conforman las reservas comerciales, el Producto Interno Bruto ha llegado a alcanzar tasas de crecimiento de hasta 57% en 2022, con un total de US$ 4.280 millones. El per cápita pasó a US$ 19.000 en el transcurso de apenas ocho años.
Con una proyección diaria de 400.000 barriles de petróleo, la Agencia Internacional de Energía estima que hacia el 2035, Guyana podría producir hasta 1,3 millones de barriles. Desde ya se ha convertido en una buena alternativa para reemplazar el petróleo ruso.
El Banco Mundial prevé que este país de 800.000 habitantes seguirá creciendo en tasas de dos dígitos por muchos años más, algo que le permitiría desarrollar enormes proyectos de infraestructura, como un puerto de aguas profundas. Esto, siempre que en su camino no se interponga un obstáculo no previsto, como un conflicto de anexión territorial.
CONCLUSIONES. En su afán por ganar apoyo interno, Nicolás Maduro está repitiendo el guion de otros regímenes autoritarios que exacerbaron el nacionalismo, por medio de estimular situaciones peligrosas con resultados desastrosos. La emergencia desatada por un eventual conflicto le permitiría, además, suspender las elecciones de 2024, donde corre el riesgo de perder el poder siempre y cuando permita comicios justos y limpios con observadores internacionales.
La constante presión sobre Guyana y el no reconocimiento, por parte de Caracas, de la competencia de la CIJ para solucionar la disputa territorial ha forzado el alineamiento de Georgetown con Estados Unidos, el que a su vez se encuentra concentrado en otros conflictos y en camino a un proceso electoral. Será interesante observar el rol de Brasil, sobre todo cuando el presidente Lula da Silva ha buscado, sin mucho éxito, una oportunidad para brillar en materia internacional como mediador.
Los países sudamericanos que apoyan el orden internacional basado en reglas no deben quedarse pasivos si llegase a estallar un conflicto, ya que como se ha observado, tanto en el teatro europeo como el de Medio Oriente, los autócratas o grupos radicales aprovechan los titubeos de las democracias para ganar terreno. Una vez que recurren a la fuerza, el juego cambió para siempre.
Si bien la CIJ parece el camino indicado para resolver los problemas entre Venezuela y Guyana, así como lo han probado varios países de la región, Maduro no parece interesado, por ahora, en dar espacio a esa posibilidad a menos de que sea convencido de lo contrario. Sin duda, los próximos días serán cruciales, entre el fallo y el resultado del referendo.
Juan Pablo Toro, director ejecutivo AthenaLab
30 de noviembre de 2023
Fotos e infografía: France Presse
[1] https://www.vozdeamerica.com/a/venezuela-cij-anunciara-fallo-medidas-solicitadas-guyana-contra-referendo-consultivo-por-el-esequibo/7373390.html
[2] https://www.vozdeamerica.com/a/guyana-plantea-bases-militares-con-apoyo-extranjero-zona-reclamada-venezuela/7368623.html
[3] Bowen S. y Holland J, (2003). El espía imperfecto. Lima: Peisa.
[4] International Institute for Strategic Studies. The Military Balance 2022.
[5] https://www.bloomberglinea.com/2023/11/27/guyana-milagro-economico-o-espejismo-a-corto-plazo-en-america-latina/
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